Zacapoaxtla, Pue.- Un busto del general Porfirio Díaz Mori fue develado este viernes en el municipio de Zacapoaxtla, con motivo del 154 aniversario de la Toma de Puebla del 2 de abril de 1867, fecha en que el Ejército del Oriente, dirigido por el general liberal tomó la ciudad de Puebla, defendida por el general imperialista Manuel Noriega.
Esta obra realizada por el escultor Tizoc Ramos, originario de Zacapoaxtla, es el primer busto público en toda la República Mexicana que hace honor y referencia al general Díaz, en su etapa como general y como héroe del 2 de abril.
Durante el evento el cronista poblano Pedro Mauro Ramos Vázquez leyó una reseña del acontecimiento, con presencia virtual de María Eugenia Díaz Gastine y Luis Porfirio Díaz Glises, integrantes de la mesa directiva de la Asociación de Descendientes de Porfirio Díaz Mori A.C.
En el sitio, también fue develada una placa con el texto que hace referencia a la batalla y una más con la biografía de los zacapoaxtecos participantes en ésta.
Al término del acto, se informó que el escultor obsequió otro busto del general Díaz para ser colocado en la ciudad de Puebla, en el lugar donde se libró la batalla.
LA TOMA DE PUEBLA
El 2 de abril de 1867, el Ejército del Oriente, dirigido por el general Porfirio Díaz, tomó la ciudad de Puebla, defendida por el general imperialista Manuel Noriega.
De acuerdo con la narrativa, siendo las 2:45 de la madrugada, con 17 columnas de asalto se rompió el fuego sobre las trincheras de El Carmen y al toque de clarín, en medio de la oscuridad se incendió un gran lienzo en el cerro de San Juan, siendo ésta la señal del inicio del ataque general de un fuego encarnizado.
En este ataque destacó la participación del general Juan Crisóstomo Bonilla, al mando de su columna de ataque verdadero, compuesta de los Batallones Serranos, quienes tomaron las torres de Catedral y al repique de campanas con la recuperación de una bandera, se dio paso al general Díaz, quien entró triunfante, montado en su caballo a la Plaza de Armas, siendo recibido con vivas y disparos de fusil al aire, bajo la sombra oscura y alargada de la Catedral.
Al respecto, el cronista Pedro Mauro Ramos Vázquez, explicó que este acontecimiento fue uno de los últimos combates de los mexicanos contra los intervencionistas, en el que se logró definitivamente el triunfo de las luchas con la unidad de la República, llenando nuevamente de gloria al Ejército de Oriente de aquel 5 de mayo de 1862, el mismo que sufriera una grave derrota durante el sitio de Puebla de 1863.