/ miércoles 16 de noviembre de 2022

Documental Kintachiwinkan, al rescate del totonaco

Juan Manuel Díaz García, director y guionista del cortometraje, detalló que la grabación empezó en el año 2020, con apoyo de la Secretaría de Cultura

Mientras que para niños, jóvenes y adultos preservar la lengua totonaca en la Sierra Norte de Puebla significa resistirse a un mundo cambiante, para las personas de la tercera edad aprender español fue cuestión de sobrevivencia, es la premisa del documental Kintachiwinkan (nuestro idioma) dirigido por Jorge Ramos Luna y Juan Manuel Díaz García, filmado en la comunidad de Tuxtla, en este municipio.

En entrevista para este medio, Díaz García, director y guionista del cortometraje, detalló que la grabación empezó en el año 2020, luego de recibir un apoyo de la Secretaría de Cultura; así es como nació este proyecto en la comunidad de Tuxtla, lugar donde ya llevaban trabajando aproximadamente siete años:

"Conocíamos el contexto social de la comunidad, ya teníamos amistad con varios habitantes y así surgió la creación de este documental que habla sobre la situación del idioma totonaco y como se vive en el día a día, como se ha ido resistiendo generación tras generación para defender este idioma", señaló.

Ya en la confianza de la entrevista, el también miembro del colectivo Xanay confió que, en realidad este documental llevó siete años hacerlo, luego que en 2013 empezó su trabajo comunitario, tiempo que les permitió conocer a la comunidad y sus habitantes, de tal manera que pudieron elegir a quienes participaron en éste, incluyendo las propuestas que estaban impulsando los jóvenes para promover su idioma en la comunidad, lo que imprimió el sentimiento de esperanza de las nuevas generaciones en este documental.

En el documental se presentan al menos dos ejemplos, uno de ellos donde se presentan poemas en totonaco, la médula ósea de este cortometraje y, en segundo lugar, la rondalla estudiantil que se dedica a traducir las composiciones clásicas de este género al totonaco y que, ya están por lanzar sus primeras canciones originales – también en ese idioma autóctono –en rondalla.

El documental se empezó a grabar en agosto y septiembre de 2020; de noviembre a enero de 2021 fue el proceso de edición y, en marzo de este año su estreno, que ocurrió en la misma comunidad.

Desde entonces, se ha presentado en diferentes festivales especializados, al menos en nueve, tanto nacionales como internacionales, en donde ha recibido menciones honoríficas, incluso en Luxemburgo, donde recibieron la invitación para presentarlo en "Noches de la cultura", con la intención de representar la cultura de México en Europa. En este 2022, fue invitado especial en la Cumbre Tajín, la máxima expresión de la gesta totonaca en Veracruz.

"Lo que documentamos, en todos estos años de trabajo en la comunidad, fue todas las presiones externas que existen por parte de diferentes sociales hacia los pueblos originarios; no sólo hacia el totonaco, si no a las 68 lenguas nativas de México, porque no hay una inclusión tan fuerte de estos idiomas en los sistemas educativos, de salud… hay una deuda histórica de inclusión de estos idiomas en los sistemas de gobierno, esa fue la principal motivación… dar a conocer estas presiones externas", dijo el entrevistado.

Destacó que, cuando los hablantes de totonaco se dieron cuenta de estas presiones externas, prefirieron ya no hablar su lengua, por ejemplo, porque la escuela enseña en español y de ahí que hayan preferido mejor enseñar ese idioma y no el originario: "aun así, dentro de la comunidad hay una resistencia y está súper padre que las nuevas generaciones que, a pesar de que en las escuelas ya no les fomentan hablar su idioma, ellos crearon su rondalla para poder mantener su lengua".

Finalizó: los protagonistas de Kintachiwinkan son dos personas de la tercera edad, de la primera generación de la comunidad que aprendió español, porque comenzaron a llegar diferentes ofertas de trabajo – de la ciudad – y para poder trabajar necesitaban aprender el español, así fue como la necesidad de buscar trabajo fuera de su comunidad los orilló a aprender otra lengua, porque la comunidad tiene menos oportunidades y eso obliga a que salgan a otras ciudades a buscar trabajo y aprender otro idioma, mismo que tuvieron que aprender de manera autodidacta, hace más de 50 años.

Hoy, el contexto es diferente, empezando porque el idioma que predominaba – en aquel entonces – en la comunidad era el originario y ahora, décadas después, nacen generaciones donde el idioma totonaco está vivo, pero tienen el idioma español como segunda lengua, empezando porque el nivel básico de educación no es en totonaco.

Mientras que para niños, jóvenes y adultos preservar la lengua totonaca en la Sierra Norte de Puebla significa resistirse a un mundo cambiante, para las personas de la tercera edad aprender español fue cuestión de sobrevivencia, es la premisa del documental Kintachiwinkan (nuestro idioma) dirigido por Jorge Ramos Luna y Juan Manuel Díaz García, filmado en la comunidad de Tuxtla, en este municipio.

En entrevista para este medio, Díaz García, director y guionista del cortometraje, detalló que la grabación empezó en el año 2020, luego de recibir un apoyo de la Secretaría de Cultura; así es como nació este proyecto en la comunidad de Tuxtla, lugar donde ya llevaban trabajando aproximadamente siete años:

"Conocíamos el contexto social de la comunidad, ya teníamos amistad con varios habitantes y así surgió la creación de este documental que habla sobre la situación del idioma totonaco y como se vive en el día a día, como se ha ido resistiendo generación tras generación para defender este idioma", señaló.

Ya en la confianza de la entrevista, el también miembro del colectivo Xanay confió que, en realidad este documental llevó siete años hacerlo, luego que en 2013 empezó su trabajo comunitario, tiempo que les permitió conocer a la comunidad y sus habitantes, de tal manera que pudieron elegir a quienes participaron en éste, incluyendo las propuestas que estaban impulsando los jóvenes para promover su idioma en la comunidad, lo que imprimió el sentimiento de esperanza de las nuevas generaciones en este documental.

En el documental se presentan al menos dos ejemplos, uno de ellos donde se presentan poemas en totonaco, la médula ósea de este cortometraje y, en segundo lugar, la rondalla estudiantil que se dedica a traducir las composiciones clásicas de este género al totonaco y que, ya están por lanzar sus primeras canciones originales – también en ese idioma autóctono –en rondalla.

El documental se empezó a grabar en agosto y septiembre de 2020; de noviembre a enero de 2021 fue el proceso de edición y, en marzo de este año su estreno, que ocurrió en la misma comunidad.

Desde entonces, se ha presentado en diferentes festivales especializados, al menos en nueve, tanto nacionales como internacionales, en donde ha recibido menciones honoríficas, incluso en Luxemburgo, donde recibieron la invitación para presentarlo en "Noches de la cultura", con la intención de representar la cultura de México en Europa. En este 2022, fue invitado especial en la Cumbre Tajín, la máxima expresión de la gesta totonaca en Veracruz.

"Lo que documentamos, en todos estos años de trabajo en la comunidad, fue todas las presiones externas que existen por parte de diferentes sociales hacia los pueblos originarios; no sólo hacia el totonaco, si no a las 68 lenguas nativas de México, porque no hay una inclusión tan fuerte de estos idiomas en los sistemas educativos, de salud… hay una deuda histórica de inclusión de estos idiomas en los sistemas de gobierno, esa fue la principal motivación… dar a conocer estas presiones externas", dijo el entrevistado.

Destacó que, cuando los hablantes de totonaco se dieron cuenta de estas presiones externas, prefirieron ya no hablar su lengua, por ejemplo, porque la escuela enseña en español y de ahí que hayan preferido mejor enseñar ese idioma y no el originario: "aun así, dentro de la comunidad hay una resistencia y está súper padre que las nuevas generaciones que, a pesar de que en las escuelas ya no les fomentan hablar su idioma, ellos crearon su rondalla para poder mantener su lengua".

Finalizó: los protagonistas de Kintachiwinkan son dos personas de la tercera edad, de la primera generación de la comunidad que aprendió español, porque comenzaron a llegar diferentes ofertas de trabajo – de la ciudad – y para poder trabajar necesitaban aprender el español, así fue como la necesidad de buscar trabajo fuera de su comunidad los orilló a aprender otra lengua, porque la comunidad tiene menos oportunidades y eso obliga a que salgan a otras ciudades a buscar trabajo y aprender otro idioma, mismo que tuvieron que aprender de manera autodidacta, hace más de 50 años.

Hoy, el contexto es diferente, empezando porque el idioma que predominaba – en aquel entonces – en la comunidad era el originario y ahora, décadas después, nacen generaciones donde el idioma totonaco está vivo, pero tienen el idioma español como segunda lengua, empezando porque el nivel básico de educación no es en totonaco.

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