"La niña estaba bien, todo cambió cuando la mamá conoció a ese hombre", dijo un vecino que convivió por varios meses con Kimberly N, la menor muerta el pasado viernes en el municipio de Atlixco, al parecer, víctima de una agresión por parte de su padrastro, bajo el posible consentimiento de la madre.
Luego de un recorrido que realizó este medio por calles de la colonia Guadalupe Victoria, perteneciente al municipio de Atlixco, se localizó el inmueble donde vivía Kimberly de seis años de edad, su hermano Hugo de nueve años y la madre de ambos, así como la abuela de la pequeña, quien es una persona con discapacidad auditiva.
El lugar donde habitaban es una vecindad dividida en cuatro cuartos, por tal motivo, la cercanía con otros vecinos era demasiado estrecha, por lo que uno de los habitantes creó un vínculo con el menor.
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Kimberly apenas podía pronunciar correctamente su nombre: “Kimely”, respondía cuando le preguntaban. “Era una niña demasiado feliz, siempre estaba corriendo y jugando en el patio, nunca se cansaba, era muy pícara”, dijo el hombre que convivió por alrededor de cinco meses con ella.
Testigos refirieron que la madre de Kimberly se dedicaba a vender calcetas en un mercado de la zona, lugar en donde aparentemente conoció a quien se convertiría en el verdugo de su hija.
“Cuando llegó ese sujeto se llevó a la mamá ya los niños, regresaron como un mes y medio después y la niña tenía un golpe en el rostro”, indicó la fuente consultada, quien agregó que la menor arribó a su casa rapada y cambió mucho desde el retorno: “Se veía cabizbaja”.
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A decir del hombre, la pequeña ya no jugaba con la misma intensidad con que lo hacía antes. Un día, mientras Kimberly pasaba a su lado, el varón se percató de que tenía otras heridas en la zona de la espalda, presumiblemente quemaduras por cigarro; cuando cuestionó a la madre, la mujer respondió que había caído al río y el agua la había arrastrado.
Hugo, hermano de Kimberly, quien casi nunca salía al patio, ya no quería permanecer dentro de la vivienda ante la llegada del presunto agresor, por lo que se iba a vender con su abuela.
La familia de la niña vivía en una situación económica precaria, por lo que cocinaban afuera de su vivienda con un anafre, algunas veces al amparo de la luz de un vecino, pues ellos no tenían energía eléctrica. “Gracias por prender tu foco para que comamos”, le decía a la persona frente a su casa.
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Finalmente, el varón recordó que la última vez que la vio con vida fue el miércoles 3 de marzo, cuando le dijo que se cuidara mucho. Dos días después se enteró de su muerte al interior de un Hospital.
Para las personas que conocieron a Kimberly, consideran una desgracia la muerte de la menor, que, agregaron, merece toda la atención de las autoridades; aunque saben que ni siquiera la misma justicia les hará volver a ver sonreír a “Kimely”.