Hugo, un asiduo lector de periódicos, es en esta ciudad el Rey de las Tortas. Su ejemplar más grande puede llegar a pesar hasta 850 gramos y costar 170 pesos. Y para sobrevivir en pleno auge de la pandemia hizo tres cosas: invertir hasta 10 mil pesos, entre otras cosas, separadores de plástico para las mesas de los clientes, vender el auto y comprar una motocicleta dispuesta a las entregas a domicilio y crear una página web con el fin de subirse al barco de la tecnología.
Platicó con El Sol de Puebla sobre la serie de ajustes en el establecimiento realizados desde mayo pasado los cuales aparentemente no cumplieron el cometido porque casi ocho meses después literalmente sigue en las mismas.
“Para abrir y comenzar a laborar en el segundo trimestre de año pasado cumplimos con un curso en línea solicitado por la Secretaría de Salud estatal. Después arreglamos el local con pintura sanitizante y finalmente adquirimos las divisiones de madera y plástico para los clientes con un costo de 6 mil pesos. Y todo para atender a una capacidad del 30 por ciento por momentos o de plano para llevar o en línea”, recordó.
Sinceramente, admitió, es una situación muy difícil e incosteable. “Tampoco podíamos correr a los empleados porque tienen familia. Menos dejar el negocio por un motivo: tengo casi 60 años y será muy difícil encontrar chamba en otro lado. Era sobrevivir o sobrevivir”, explicó Hugo, el dueño de la tortería más famosa de Atlixco abierta hace cuatro décadas en una de las avenidas más importante para el comercio local: La Libertad, muy pegada al zócalo.
Preguntó al gobierno estatal, responsable en parte del confinamiento “¿Cuáles son las acciones para reactivar la economía de los pequeños negocios como el nuestro, no de las grandes compañías?”. Para tener una idea del tamaño no sólo de las tortas, también de la venta, entre semana y antes de la pandemia, el comerciante facturaba entre 50 y 60 tortas diarias. Los fines de semana el número fluctuaba en 80 y 120 unidades cada 24 horas. “Unas 400 chicas y 200 gigantes en otros tiempos. Desde hace medio año son nada más 100 a la semana de las cuales 50 son grandes y a domicilio”, acotó.
Pero para saltar al barco de las entregas en casa, como exigía esta nueva realidad en tiempos de pandemia, el negocio creó dos formas: “pagué para hacer una página en internet y recibir pedidos. Logré vender el coche y mejor tener una moto. Gasta menos y es más rápido”. Hugo espera con ansias el retorno para abrir. “No voy a cerrar. Es el patrimonio forjado desde hace muchos años. Y la única manera de obtener dinero para vivir”, afirmó.
De acuerdo con datos oficiales, de mayo a diciembre del 2020, y con la pandemia a cuestas, unos 15 negocios pequeños y medianos en la ciudad cerraron definitivamente por esa razón.