El tlacoyo, detonante de la economía en Huejotzingo

Reyna Xochipa-Morante, doctorante del Colpos destaca que en San Miguel Tianguizolco las mujeres le han dado un valor agregado al maíz con la elaboración de este platillo.

Pedro Alonso/Huejotzingo

  · miércoles 21 de noviembre de 2018

Las mujeres de San Miguel Tianguizolco, junta auxiliar del municipio de Huejotzingo, son generadoras de la económica local con la producción de antojitos mexicanos elaborados a base de maíz que se han convertido en un mecanismo para mantener viva la tradición prehispánica, pero además para sacar adelante a sus familias.

Reyna Xochipa-Morante, doctorante en el Colegio de Postgraduados (Colpos), campus Puebla, explicó que en esta junta auxiliar las mujeres le han dado un valor agregado al maíz con la elaboración de tlacoyos y de las tortillas hechas a mano que detonan la economía local, además de que se genera una cadena de producción, por lo que es necesario el rescate y conservación de las especies endémicas de maíz de la región.

EL ORIGEN

El tlacoyo del náhuatl nacatlaoyo, según el Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana, es un “antojito elaborado con una tortilla gruesa de masa de maíz en forma oblonga, romboide o triangular que se rellena de pasta de haba, alverjón, asientos de chicharrón o frijol. Se cuece en comal y se adereza con salsa, nopales cocidos, cilantro y cebolla picados”.

Este alimento es de origen prehispánico y formaba parte de la gastronomía de los aztecas y posteriormente fue parte de la alimentación de los conquistadores. Así lo refiere Fray Bernardino de Sahagún en su “Historia General de las Cosas de Nueva España”.

En Puebla, el legado culinario pervive, por lo que es común hallar este platillo considerado como “el padre de los antojitos mexicanos”, el cual se vende principalmente para el desayuno.

FUENTE DE INGRESO

El tlacoyo no solo ha sido el alimento de las familias huejotzingas sino que actualmente su comercialización ha servido como parte de los ingresos para la manutención e incluso para la educación de sus hijos.

Las mujeres, desde las 03:00 horas acuden a los molinos de sus comunidades a moler el nixtamal, para que posteriormente en sus cocinas se inicie la elaboración de las tortillas y tlacoyos para vender en la zona metropolitana de la Ciudad de México.

LAS CUÑADAS “FLORES”

Dos mujeres de esta comunidad que se dedican a elaborar los tlacoyos para llevarlos a su comercialización al municipio de Chalco, Estado de México, permitieron a El Sol de Puebla, conocer la elaboración de este antojito mexicano, y fue precisamente en la casa de Marina Flores Linares, quien en esta ocasión su cuñada, Maricela Flores Pérez, le ayudó en la preparación.

Y aunque, por el apellido flores se podría pensar que eran primas, no es así, son cuñadas, a quienes se les observó que tras “amasar” el nixtamal agarran una porción con sus manos, ya prácticamente la medida exacta, para que el tamaño sea proporcional a todos lo tlacoyos que se venderán. Por lo que, luego le agregan con una cuchara el segundo ingrediente, requesón, frijol o chicharrón.

Posteriormente con las palmas de las manos empiezan aplanar suavemente hasta ir formando una clase de rombo hasta adquirir el tamaño deseado y posteriormente es puesto al comal de lámina, el cual se calienta a base de gas L.P., para su cocción.

La prensa que es de metal o madera, solamente la utilizaron para la elaboración de las tortillas, otro producto que también ofrecen a sus clientes de Chalco.

La jornada de trabajo para la elaboración de productos a base de maíz en la comunidad de San Miguel Tianguizolco es de 6 a 7 horas e inician a las 03:00 horas, pero previamente ya se había preparado el nixtamal, por lo cual, en la madrugada solo es para iniciar la jordana en el molino.

EL ESFUERZO

Marina Flores Linares, está orgullosa de su trabajo, y aunque sabe que estar varias horas frente al comal, amasando, aplanando, ir al molino, etc. es pesado tiene la satisfacción de que su esfuerzo es para que sus hijos estudien la licenciatura y logren así una carrera profesional, uno en el área de comunicación y el otro en el área de psicología.

LA MICROINDUSTRIA

Maricela Flores Pérez y Marina Flores Linares precisaron que solo van un día o dos a la semana a Chalco a vender, sin embargo, prácticamente toda la semana se dedican a la producción del tlacoyo, pues también las contratan otras familias de la comunidad para que las apoyen.

En este sentido reconocen, que por falta de dinero, no pueden mejorar su proceso de producción, como el tener un molino, pues primero está el sostenimiento de la familia.

De ahí que la investigadora del Colpos Reyna Morante-Xochipa ha emprendido un trabajo para mejorar el proceso de producción, incluso un estudio del grado alimenticio, con el objetivo de darle mayor valor agregado y que se vea reflejado en la económica de las productoras de tlacoyos de las comunidades de Huejotzingo.

El proyecto de “Equidad de género e inclusión sostenible de jóvenes en la cadena de valor del maíz azul” a fin de visibilizar y valorar el papel protagónico que tienen las mujeres dentro de la cadena valor de este grano pigmentado, desde su producción hasta la comercialización; Además de rescatar, conservar, y aprovechar el maíz azul criollo autóctono de la región de las faldas de Popocatépetl, un alimento ancestral de alto valor nutricional por su altos contenidos de antocianinas y antioxidantes benéficos para la salud”.

En este contexto, con el proyecto además de identificar la participación de las mujeres y los impactos socioeconómicos que generan a su comunidad; está la de rescatar los maíces criollos que tienen un valor invaluable para los oriundos de Tianguizolco, para poder diseñar políticas, programas y estrategias de intervención que respondan de forma certera a los retos que enfrentan las mujeres en el medio rural y reconocer que son el recurso más valioso que una comunidad rural puede tener.

“Las mujeres de la región Huejotzingo son mujeres empoderadas que se están abriendo camino por sí solas, que entienden que su empoderamiento está basado en la lucha, en el trabajo arduo y eso permite que su crecimiento se note”, enfatizó la académica.

“Por eso estamos respaldando a las pequeñas productoras locales porque vale la pena que a partir del talento de las mujeres huejotzingas podamos desarrollar la economía del municipio”, concluyó Reyna Xochipa.

SAN MIGUEL TIANGUIZOLCO

Es una comunidad perteneciente al municipio de Huejotzingo, de acuerdo al programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias (PDZP), estimaciones del Coneval, en el informe de 2015, esta junta auxiliar es una zona rural, con grado de marginación y pobreza de "medio" nivel.

Su población a penas rebasa los dos mil habitantes, de cuales 1025 son masculinos y 1108 femeninos.

En los últimos diez años, la venta directa de productos agrícolas, es un complemento significativo, para la economía local, la cual, se empieza a caracterizar por la producción de tlacoyos de diferentes ingredientes (frijol, chicharrón, haba, requesón y alverjón).

Cabe señalar que de acuerdo a un estudio publicado en Agroproductividad Vol. 10, Núm. 9, septiembre 2017, sobresale que la población económicamente activa, el 48.9 por ciento se dedica a actividades del sector primario y 31 por ciento y 19 por ciento a actividades del sector secundario y terciario respectivamente.

Los investigadores Pérez-Hernández, Almeraya-Quinter y Guajardo-Hernández del Colpos, tras entrevistar a 24 productoras de la localidad, destacan:

“Es una actividad –la elaboración de tlacoyos— realizada por las mujeres, quienes a través de ésta, han mejorado sus ingresos y garantizado su subsistencia familiar.

La muestra de productoras de tlacoyos (24), tienen en promedio 45 años de edad, y el rango oscila de 23 a 67 años”.

Y se agrega: “La principal actividad de las entrevistadas fue la producción de tlacoyos, aunque también se dedican a labores del hogar (40 por ciento), comercio (16 por ciento), empleadas (4 por ciento), además de señalar que en promedio 2.5 personas dependen de ellas económicamente, lo que deja ver la importancia de la actividad que realizan como fuente de ingreso y su participación cada vez más activa en la economía familiar.

Otro dato que se destaca es que: “El 70 por ciento de las productoras señaló que por lo menos un integrante de la familia, además de ellas, colaboran en el proceso de producción, generalmente el cónyuge o algún hijo o hija, quien no recibe pago por su trabajo, sin embargo, 35 por ciento de las productoras señaló que contrata mano de obra familiar (hermana, tía, prima) para realizar el trabajo, y otro 35 por ciento mencionó que contrata mano de obra no familiar.