En el abandono, antiguo convento de Tochimilco

Verónica de la Luz

  · miércoles 19 de abril de 2017

TOCHIMILCO, Pue.- El exconvento de Nuestra Señora de la Asunción, que data del siglo XVI y que es prácticamente la única atracción turística del tipo arquitectónico en la demarcación, tiene paredes deterioradas, escombros, humedad, signos de vandalismo y carece de vigilancia o control de acceso por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), del Ayuntamiento y del Gobierno del Estado.

En el municipio de Tochimilco donde –según datos oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social- el 78.5 por ciento de la población se encontraba en pobreza hasta el 2010, hay un mercado de fin de semana, el Zócalo, una postal del Popocatépetl, senderos por explorar y el exconvento, para atraer al turismo.

El inmueble, que construyó la orden franciscana en 1560, es visitado por el turismo local, aunque, a diferencia de exconventos como el de Tecali o el de Huaquechula, éste no tiene control de los visitantes, por lo que puede ingresar o salir cualquier persona mientras permanece abierto el templo contiguo, en el que todavía se oficia misa.

El santuario, de una nave, está decorado con cuadros que lucen oscuros por la falta de restauración y humo de las velas que otrora se acostumbraban en las iglesias. El arco del altar mayor, tiene algunos frescos desgastados, con signos de humedad.

En los laterales del altar mayor, lucen algunos objetos desacomodados, como cuadros y maderas, además de sillas que se encuentran allí para las celebraciones religiosas.

En la parte del claustro, todas las habitaciones de la planta baja están cerradas. Aunque se muestran cerca de cinco láminas con explicaciones sobre los elementos del exconvento, no se puede apreciar ninguno de ellos, sino que solo es visible la basura del patio central, que tiene una fuente inservible decorada con un par de residuos inorgánicos. Las macetas que sirven como decoración, permanecen rotas.

Hay un salón abierto con bancas escolares. En dicho espacio se imparten clases, según se observa.

En la parte superior es mucho más visible la desatención del exconvento, pues las columnas están desgastadas, enmohecidas y sucias, igual que el resto de la construcción. En las paredes de lo que eran los claustros en otro tiempo, hay garabatos que no escribieron los franciscanos, sino que están hechos con plumones o lapiceros de los visitantes de la actualidad.

Allí se aprecian maderas acumuladas en una parte del exconvento. Las tapias y las puertas están más descuidadas que en la planta inferior. Las paredes tienen infiltraciones, telarañas e instalaciones eléctricas antiguas.

Las decoraciones murales del exconvento lucen desgastadas, y en la parte superior del edificio hay una red que apenas protege el claustro del sol directo, de la basura y de los animales, aunque no del agua.

Cuando los turistas recorren la zona, apenas se observa a los encargados de la parroquia, aunque no hay personal que acredite del INAH o de alguna otra institución. Sobra decir que el inmueble carece de cámaras de videovigilancia o algún policía que resguarde del vandalismo.

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