Huauchinango, Pue Dos íconos de la gastronomía típica huauchinanguense dejaron de existir este 21 de abril. Se trata de Artemia Cruz Solares, mejor conocida como “doña Tema” y Guadalupe Cuevas Barrios, mejor conocida como “La Güera”, quienes fueron figuras recurrentes para hablar de la gastronomía genuina del Pueblo Mágico.
De manera coincidente, la mañana de este viernes se conocieron las lamentables noticias, la muerte de las dos mujeres dedicadas a restaurar los estómagos y deleitar paladares de propios y extraños, una trabajaba durante el día y la otra por la noche.
Artemia Cruz
“Doña Tema” nació en el año de 1934 y murió a los 84 años. Desde muy joven incursionó en la venta de pan tradicional y lo hacía en los portales del centro histórico y más adelante inició con su establecimiento de alimentos en el local número 12 del Mercado Municipal en el área de “cocinas económicas”.
En su establecimiento empezó a destacarse por su sazón casero y genuino, sus clientes eran selectos y algunos comensales que no alcanzaban un tramo de banca para sentarse, se sentaba “en el banquillo de los acusados”, como ella le llamaba a un banquito de madera que lo ponía “en el pasadero” para entrar y salir al local, por lo que, al que le tocaba en ese lugar, tenía que estarse parando y sentando, según lo demandaba “doña Tema”.
Era singular su atención, siempre acompañada de su sobrina, doña Amadita, porque a “doña tema” no le gustaba que sus comensales se pusieran a revisar el contenido de su teléfono celular, pues se distraían y no comían a gusto o se tardaban más, mientras que otros clientes estaban esperando lugar. “Aquí se viene a comer, no a mirar su celular”, decía enérgica la responsable del local.
Era común encontrar en el local de doña Tema a muy temprana hora, las tortas de frijolitos con chorizo y chiles picados o tortas de huevo con jamón, con una untada de exquisitos frijoles.
Más tarde para el almuerzo y comida: la carnita de puerco en salsa verde o roja con quelites; caldo de pollo en hongo; papitas con acelgas, o carne de res en mole de olla, entre otros.
Para comer con “doña Tema” se tenía que llegar a tiempo o ya no era posible encontrar guiso; el mole de olla o la carne de puerco ya estaba viudo (sin carne) y entonces venía el reclamo de la cocinera, “A ver, ¿para qué no llega usted temprano?”.
Guadalupe Cuevas
Guadalupe Cuevas Barrios, contaba con 67 años de edad cuando dejó de existir. Para hablar de “doña Lupita” o de “La Güera”, como era ampliamente conocido el personaje, es hablar de la tradición culinaria en el pueblo de Huauchinango, lugar en donde es común encontrar establecimientos que abren a partir de las 6:00 de la tarde para ofrecer el deguste de las tradicionales cenas con antojitos regionales, cocinados con base en masa, papa, frijol, papas con chorizo, carne de res, pollo y cecina.
Cuando se camina por la tarde-noche en las calles del Pueblo Mágico se respiran olores que brotan de las cocinas donde se sanan las salsas caldosas en su punto, que mezclan sabores de los caldos de pollo, de res y cerdo.
El chisporrotear de las sartenes con la manteca caliente es el anuncio de que una cecina se está cociendo, de que unos molotitos o quesadillas se están friendo, que unas tortillas o unos taquitos se están tostando.
Era el oficio de “doña Lupita”, quien en la década de los ochenta ofrecía las tradicionales y ya desparecidas chaparritas, de piña, de mandarina o rojas; era el refresco que se invitaba a los niños que iban con sus papás y acompañaban su cena con este refresco.
El establecimiento de “doña Lupita” lo inició a partir de que enviudó, empezó a deleitar paladares desde 1982 en la calle de matamoros, esquina con Manuel Ávila Camacho, justo donde antes de ser cenaduría estaba una típica y conocida cantina, “La Covacha”.
Hasta sus últimos días se le vio firme, atendiendo a sus comensales y dirigiendo la sazón de los que se ofrecía y por su perseverancia logró hacer uno de los establecimientos más recurridos por los aficionados al buen comer.
Se le recordará por ser una de las precursoras de La Feria de la Enchilada que se hace en Huauchinango, en donde se aglutinan las mujeres que se dedican a atender sus cenadurías e inundan de sabores el centro histórico.