Con una gran fiesta un poco más de 300 habitantes de San Pedro Benito Juárez, localidad ubicada en el municipio de Atlixco, celebraron el arranque de las obras de reconstrucción del Templo de San Pedro y San Pablo Benito Juárez, un inmueble situado en esta comunidad y que durante cerca de seis años mantuvo daños estructurales provocados por el sismo que azotó a la entidad el 19 de septiembre de 2017.
Desde el siglo XVIII este templo es el corazón de la comunidad, no solo por la vocación religiosa de los fieles, sino por las tradiciones y manifestaciones culturales que ahí realizaban y que durante mucho tiempo se vieron pausadas por los daños que presentó, compartió Laura Frausto Guerrero, secretaría de Cultura federal, quien encabezó este acto junto al gobernador de Puebla, Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
- Te recomendamos: Salomón Céspedes descarta nuevo decreto para uso obligatorio del cubrebocas en Puebla
En su intervención, Frausto Guerrero compartió que tras el siniestro del 2017 se vieron afectados 781 inmuebles y templos religiosos, de los cuales han sido restaurados un total de 591, con ayuda de una inversión económica de mil 444 millones de pesos.
Informó que las actuales gestiones federal y estatal mantienen el compromiso de reconstruir el resto de los inmuebles y templos, 187, y para lo cual se requiere una inversión cercana a los 800 millones de pesos.
“Estamos curando los templos, un espacio donde se reúnen las familias, las danzas, la cultura”, expresó.
Por su parte, Céspedes Peregrina agregó que este templo, que fue construido del año 1535 al 1550, es testigo de diferentes hechos históricos, no solo de la región sino también de la entidad.
“Por eso su rescate es esencial, tenemos la responsabilidad de preservar los inmuebles históricos, religiosos y culturales para las próximas generaciones, la arquitectura poblana ofrece importantes aportaciones al mundo”, presumió.
La historia de San Pedro
Durante el acto algunos fieles refirieron con gran emoción la historia de la imagen de San Pedro, la cual fue la única pieza en quedarse fija en su retablo tras los daños que sufrió el templo.
Cuando trataban de bajarlo, para guardar las piezas de la iglesia y evitar que se dañara aún más, era imposible. Incluso otros afirman que quien tratara de hacerlo llegaba a sentirse mal, especialmente padecía mareos o simplemente no podía acercarse a la imagen.
Por la devoción que los creyentes depositaron en este santo opinaron que la razón por la que esto sucedió es porque San Pedro, al observar la tragedia que había sucedido en la comunidad, decidió quedarse en lo alto del templo para ser el guardián de la comunidad.
Por esta razón, y al recuperar la esperanza de ver abierto este inmueble religioso próximamente, los habitantes hicieron una gran fiesta, cantaron, bailaron y repartieron comida a todo aquel que se acercara al atrio de esta iglesia. Finalmente, con una demostración cultural de sus danzas y trajes típicos, los fieles realizaron una celebración con pirotecnia.