Chililix es una comunidad situada en el municipio de Hueytlalpan, que a su vez se localiza en la Sierra Norte del estado. Es una larga franja de tierra fértil que tiene un tesoro escondido: la vainilla. Sus pobladores, que aún hablan totonaco, aseguran que este lugar es la cuna de dicha orquídea en el país, sin embargo, no supieron como producirla en grandes cantidades y por ello hoy carecen de la denominación de origen.
Hueytlalpan se muestra a los visitantes como un paisaje verde lleno de mariposas, frutos de naranjo, pequeñas cascadas y muchos cafetales. En ese municipio llueve y está nublado la mayor parte del tiempo. Como diría la escritora Ángeles Mastretta: “llueve con tanta naturalidad que nadie tuvo nunca la ocurrencia de taparse para salir a caminar”.
Y eso es real. El clima no impide a los pobladores parar sus tareas diarias como el campo, que es su principal actividad económica. De acuerdo con el último reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hay 5 mil 951 habitantes en el municipio y de esta cifra el mayor porcentaje se dedica a la agricultura.
Hueytlalpan significa "en tierras grandes" y es lo que se puede ver cuando llegas: grandes montañas verdes que llenan de nostalgia y un sinfín de frutos, así como flores. Pero, hay una planta que ha cobrado fuerza en últimos años, unas vainas verdes que parecen chicharos, pero no lo son, son vainas de vainillas de Papantla.
Esta vainilla, de acuerdo con el gobierno de México, se produce en un territorio de aproximadamente 7 mil 751 kilómetros cuadrados, compartidos por 39 municipios veracruzanos y poblanos. Aunque los pobladores de Hueytlalpan aseguran que se produce en sus tierras desde tiempos remotos, carece de dicha denominación.
POBLADORES DESCONOCÍAN LA IMPORTANCIA DE LA VAINILLA
Los pobladores de Chililix desconocían que la Declaratoria de Protección a la Denominación de Origen de la Vainilla fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24 de febrero de 2009. Esta información para ellos era irrelevante hasta hace unos años, cuando la vainilla cobró fuerza en sus vidas.
¿Qué hizo que los pobladores tomaran interés por la vainilla? Varios entrevistados coincidieron en que se dieron cuenta que el mercado de café era muy competido y buscaron otros productos para ayudarse económicamente, pero no fue hasta que a la comunidad llegó personal de la Secretaría de Desarrollo Rural para darles cursos de producción que vieron a la vainilla como una nueva fuente de ingresos.
Cecilia Galicia y su esposo Martín Fernández apenas van a cumplir tres años produciendo vainilla. Siempre la habían tenido en su casa, pero como se dedicaban a la producción de café no le dieron tanta importancia. Luego de los cursos que tomaron en “su escuela de vainilla”, el año pasado lograron producir 23 kilos.
Para ellos, la vainilla ya no sólo es una orquídea bonita que se da en cierta temporada del año, sino que es su esperanza para un mejor futuro y su legado para sus hijos, así como nietos.
Otro matrimonio que ha encontrado en la vainilla una esperanza para mejorar su economía es el de Juana Pérez y Alejandro Vásquez. Ellos hace un año sólo vendieron un kilo de vainilla en 800 pesos, pero este año gracias a los cursos que han tomado sus vainillas sí están creciendo y creen que van a tener más producción… y más ingresos.
Al caminar en la comunidad se encuentra uno con más historias, como la de María Pérez, que va cumplir cuatro años produciendo vainilla. Le gustó porque no es difícil plantarla y porque en un “pequeño espacio” puede colocar varios esquejes. Ella comenzó a ir a los cursos de producción y posteriormente enseñó a su esposo para que se volviera un negocio familiar.
Por su parte, María Jiménez posee muchos sueños enfocados en la vainilla. Ella tiene dos hijos y espera que algún día le vaya tan bien con este producto que sus niños puedan llegar a la universidad o bien, que se convierta en un legado familiar.
También está el caso de Miguel Vásquez, quien antes sólo se dedicaba a la producción de maíz y de café, pero ahora centra todo su esfuerzo en la producción de vainilla, pues es una planta delicada y teme que no “le pegue”. A sus vainillas les ha colocado listones rojos, pues teme que le “echen mal de ojo”.
Todas esas personas esperan para este año tener entre 30 y 40 kilos de producción, de manera individual, que se van a vender entre en forma de polvo, molida o el extracto natural. La vainilla florea en abril-mayo y para diciembre es cuando empiezan con la recolección para posteriormente procesarla.
POR DESCONOCIMIENTO NO HAY DENOMINACIÓN DE ORIGEN
Salvador Gómez, técnico de campo de la Secretaría de Desarrollo Rural, coincide con los pobladores al decir que Hueytlalpan tiene todo para que su vainilla tenga denominación de origen. Hay que recordar que actualmente son 39 los municipios que cuentan con este concepto y están repartidos entre Puebla y Veracruz.
Algunos de los municipios poblanos que cuentan con esta denominación son Acateno, Ayotoxco de Guerrero, Hueytamalco, Tenampulco, Cuetzalan, Jonotla, Tuzamapan de Galeana, Huehuetla, Olintla, San Felipe Tepatlán, Xicotepec y Pantepec.
El técnico explicó que la vainilla siempre ha estado en estas tierras. Los habitantes las tenían en su traspatio para su uso propio, pero nunca vieron la necesidad de impulsar sus sembradíos. Y sin sembradíos, las personas que otorgan las denominaciones de origen no pueden revisar si cumplieron con todos los requisitos, como especificaciones, calidad y cantidades.
“Cuando se levantó la información de denominación de origen no tomaron en cuenta este municipio, tal vez porque no participaron los productores o hubo desconocimiento de que aquí se da la vainilla, pero sí se da aquí y tiene las condiciones climáticas que requiere la vainilla, lluvia y su temperatura, tiene todo”, compartió.
Él es parte del equipo que ayuda a los pobladores a que sus vainillas sean más fuertes y más prosperas. En la “escuela de vainilla” les enseña a los pobladores a polinizar de manera correcta, utilizar abono orgánico, separar el café de la vainilla por las plagas, control de enfermedades, fumigación, entre otras actividades.
IMPORTANCIA DE LA DENOMINACIÓN DE ORIGEN
Hoy en día, los productores consideran que, al tener esta denominación, las autoridades voltearían a verlos más, los ayudarían a enfrentar los robos de sus esquejes, que se da en diciembre, y a controlar las enfermedades que aquejan sus cultivos, que, si bien este último punto lo tienen controlado y han recibido ayuda de la dependencia antes mencionada, les gustaría más apoyo.
Otras problemáticas a las que se enfrentan son a las pudriciones por el exceso de lluvia, a la roya, al gusano peludo y a la chinche roja, pero todas estas últimas gracias a sus capacitaciones han podido ser resueltas a tiempo.
Para ellos, el tener esta denominación los ayudaría para que las autoridades coadyuven y les brinden más seguridad para conservar las características de sus campos intactos.
De acuerdo con el técnico Salvador Gómez, uno de los puntos más importantes que ofrece una denominación es la preservación de la biodiversidad, con este concepto, las autoridades de todos los niveles deben de coordinarse y brindarle seguridad al campo en donde nace el producto. En suma, las autoridades deben de asegurarse de que la tierra se mantenga sana, así como exenta de robos, ya que de no hacerlo estarían violando el derecho de Propiedad Intelectual.
También compartió que, al tener denominación de origen, las autoridades pueden incluir a los productores en un listado de mercado oficial. Es decir, que ya no tendrían que optar por el regateo y sólo venderían a compradores formales.
De acuerdo con la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios del Gobierno de México, denominación de origen ayuda en los siguientes puntos: los productores están protegidos legalmente contra falsificaciones, mantienen una calidad constante durante todas las etapas de producción y elaboración.
También adquieren reconocimiento a nivel global y valor agregado por su exclusividad, permite acceder a mercados internacionales gracias a la garantía de originalidad. Se conservan los métodos tradicionales de cultivo y brinda seguridad al productor, así como al consumidor al saber que cumple con las normas y estándares de calidad.
LA UNIÓN HACE LA FUERZA
Hasta el momento, son los integrantes de 35 familias de la comunidad de Chililix los que se han reunido para recibir talleres y apoyarse en cuanto a la producción. Entre ellos se dan consejos y se apoyan cuando no saben una técnica en particular.
Entre todos están creando un padrón de productores con el único fin de evitar robos, es decir, que, si ven a una persona de la comunidad que “de repente” empieza a producir, pero ellos saben que no tenía esquejes, lo investigarán para evitar hurtos.
De igual modo, entre ellos están cuidado sus cultivos en las noches para evitar que pobladores de otras comunidades lleguen en temporada de cortes y se lleven la vainilla que tanto tiempo y amor les está costando producir. Su sueño es que sean reconocidos estatal y nacionalmente como los mejores productores de vainilla.