Presidentes municipales de Ajalpan, Chilac, Altepexi y Santiago Miahuatlán evidenciaron el saqueo de oficinas gubernamentales por parte de sus antecesores, señalando que se llevaron muebles, computadoras, papelería y hasta expedientes, lo que los ha imposibilitado dar el servicio en sus poblaciones. Algunos de ellos solicitaron la intervención de la Secretaría General de Gobierno (SGG) para investigar a los exalcaldes.
Uno de los primeros que levantó la voz fue el presidente de Ajalpan, Ignacio Salvador Hernández, quien informó que su antecesor, Gustavo Lara Torres, se llevó mobiliario de oficinas, computadoras, impresoras y material de diferentes áreas del Ayuntamiento, así como documentación de obras y de proyectos.
En el caso de San Gabriel Chilac, la alcaldesa Maricela Martínez dijo que recibía un Ayuntamiento sin mobiliario, sin computadoras, así como sin padrones de agua y de servicios, viéndose en la necesidad de convocar al pueblo para que se dieran cuenta que no le dejaron ni sillas en el área de Cabildo, así como tampoco computadoras o servicios, por lo que adelantó que pondrían su denuncia ante la autoridad correspondiente.
Pablo Desiderio Miguel, presidente de Altepexi, señaló desde el proceso de entrega recepción las inconsistencia en la falta de planeación de este proceso por parte de Lorenzo Reyes Mariano, a quien le reclamó las malas condiciones en las que dejó el palacio, así como la falta de computadoras, papelería y hasta mobiliario, el cual se supone existía en las oficinas pero estas quedaron vacías.
Una vez recibida la alcaldía de Santiago Miahuatlán, Jesús Ramírez Castillo, no solo se quejó de las malas condiciones del inmueble y de la falta de mobiliario, sino que también reveló que existe una deuda a proveedores de más de 700 mil pesos, por lo que dijo que es difícil empezar en estas condiciones, esperando así la comprensión de población.
Los munícipes en turno coincidieron en que las autoridades salientes no les dejaron mobiliario ni equipo, por lo que todos ellos denunciaron las malas condiciones de edificios públicos, así como las condiciones de las pocas patrullas que les dejaron, pues en su mayoría las recibieron sin gasolina, descompuestas y en total abandono.