/ viernes 29 de noviembre de 2024

Investigan vínculos entre Teteles y Yohualichan

Los descubrimientos corroborarían que en este sitio arqueológico podrían encontrarse los inicios de la cultura totonaca

Cuetzalan, Pue. – Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) analizan el vínculo entre los pobladores del sitio arqueológico en Teteles de Ávila Castillo con los de la zona arqueológica de Yohualichan, en Cuetzalan del Progreso, lo que suma que, en el caso del primer sitio arqueológico, podría estar relacionado con los orígenes de la cultura totonaca, según informó la propia institución encargada del patrimonio histórico mexicano.

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Las investigaciones en el centro arqueológico de Teteles de Ávila Castillo, que llevan más de una década y son iniciativa coordinada por el arqueólogo Alberto Díez Barroso Repizo, serán expuestas en el museo de sitio impulsado por el Centro INAH-Puebla. Según explicó el investigador, el estilo arquitectónico del centro ceremonial está emparentado con la región Huasteca.

Este sitio es un lugar de peregrinaje y veneración con características que han llevado a los investigadores a sostener la hipótesis de que los originales de Tetelihtic, antepasados de los grupos totonaco, también construyeron Yohualichan (Cuetzalan, Puebla) y El Tajín (Veracruz).

Es de destacar que, en el extremo oriente de la región norte de Puebla, la zona arqueológica de Tetelihtic está en su primera etapa de desarrollo, realizada en colaboración con el gobierno del estado, la recientemente finalizada administración de Teteles de Ávila Castillo y la asociación civil Tzoncoyotl.

El proyecto investiga la relación de su pirámide principal con la estrella Canopus (alfa Carinae), la más brillante de la constelación de Carina y la segunda estrella más luminosa del cielo nocturno después de Sirio, ubicada a unos 310 años luz del sol. Se ha encontrado un posible vínculo con la diosa nahua Nantehuitz, conocida en círculos especializados como "nuestra madre del Sur".

Los descubrimientos en estos montículos también corroborarían algunas de las hipótesis del proyecto, como el hecho de que en este sitio arqueológico podrían encontrarse los inicios de la cultura totonaca, que floreció en esta región de la sierra norte de Puebla hasta el norte de la costa del Golfo de México.

“Tetelihtic tuvo su mayor apogeo entre 200 a.C. y 100 d.C., en el periodo Formativo Terminal, pero luego sufrió una desocupación de más de cuatro siglos. Sin embargo, tenemos indicios de su reutilización en el Epiclásico, entre 650 y 900 d.C., como la presencia de cerámica del tipo Maxtlaloyan y la localización de un pozo en la Estructura 2, el cual debió ser excavado por un grupo totonaco para honrar a los antepasados y al lugar de origen”, señaló el investigador del Centro INAH-Puebla.

Dentro del pozo se encontró una ofrenda con restos de carbón, tiestos cerámicos y el fragmento de una palma que representa a una serpiente. La palma, junto con el yugo y el hacha, es un tipo escultórico que caracteriza a la cultura totonaca.

Es de destacar que este sitio fue mencionado por primera vez en 1939 por el filósofo y político Vicente Lombardo Toledano. El estudio sistemático del sitio comenzó en 2014, luego de que el INAH, con el apoyo de la asociación civil Tzoncoyotl, adquiriera las nueve hectáreas sobre las que se desarrolló este recinto sagrado.

En esta etapa de investigación participaron los arqueólogos Joshué Baal Soto Vargas, Gibrán Alejandro Martínez González, Felipe Muñoz Díaz, José Antonio Álvarez Ramírez, Alexis Daniel Rodríguez Olivares y Alejandro Pineda García. El objetivo de la reciente temporada fue la intervención de las estructuras 1 y 2, las cuales durante años fueron usadas como banco de material y para el paso de ganado.

Con el apoyo de 25 trabajadores de la zona, el equipo arqueológico retiró la cubierta vegetal de las fachadas norte y oeste de ambas estructuras para intervenir completamente esas caras que convergen en la Gran Plaza ceremonial. Una vez excavadas, se reveló que la estructura dos, con cuatro metros de altura y 50 metros de largo por 27 de ancho, era la mejor conservada. La estructura uno, o pirámide principal, de planta cuadrangular, mide 52 metros por lado y 12 metros de altura, presentando algunas afectaciones mayores.

El camino de la estrella

Hoy se sabe que la disposición original de este sitio arqueológico y la orientación de sus estructuras piramidales están basadas en el conocimiento astronómico. La estructura uno está alineada con la aparición, en febrero, de Canopus, la segunda estrella más luminosa del cielo nocturno, lo que indicaba el inicio del calendario mesoamericano. La estructura dos formaba parte de un conjunto arquitectónico destinado a la observación del curso solar.

En el artículo “Los Teteles de Ávila Castillo, un sitio arqueológico temprano en la Sierra Norte de Puebla”, firmado por Barroso Repizo, se puede leer:

“Hoy en día, un poco menos de la mitad del área de potencial arqueológico, más de 3 hectáreas, pertenece al INAH gracias a una intensa labor de la sociedad civil, la cual también gestionó recursos para financiar la primera exploración sistemática en el año 2014, entonces bajo la modalidad de salvamento arqueológico durante la colocación de una malla ciclónica que delimitó la zona arqueológica protegida”.

Continúa:

“Estas exploraciones corresponden a la primera fase de lo que en lo sucesivo se denominaría el Proyecto Arqueológico Teteles de Ávila Castillo, instaurado desde el año 2015 y vigente hoy…

…Durante la primera fase se realizaron varios sondeos, recuperando tiestos cerámicos que nos permitieron inferir una cronología tentativa gracias al análisis comparativo con materiales de otras regiones, como por ejemplo los reportados por el Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental, de los cuales encontramos una alta frecuencia de materiales de la denominada fase Sotolaco, ubicada en el periodo Formativo Tardío, entre los años 400 a.C. y 200 d.C.

…En lo que concierne al periodo Clásico, la presencia de materiales fue casi nula. Sin embargo, en capas estratigráficas superiores fue posible determinar una alta frecuencia de material cerámico característico del periodo Epiclásico, particularmente con la abundancia de cerámica del denominado tipo Maxtlaloyan, también reportada anteriormente por Merino y García en el norte de la cuenca de Oriental.”

Cuetzalan, Pue. – Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) analizan el vínculo entre los pobladores del sitio arqueológico en Teteles de Ávila Castillo con los de la zona arqueológica de Yohualichan, en Cuetzalan del Progreso, lo que suma que, en el caso del primer sitio arqueológico, podría estar relacionado con los orígenes de la cultura totonaca, según informó la propia institución encargada del patrimonio histórico mexicano.

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Las investigaciones en el centro arqueológico de Teteles de Ávila Castillo, que llevan más de una década y son iniciativa coordinada por el arqueólogo Alberto Díez Barroso Repizo, serán expuestas en el museo de sitio impulsado por el Centro INAH-Puebla. Según explicó el investigador, el estilo arquitectónico del centro ceremonial está emparentado con la región Huasteca.

Este sitio es un lugar de peregrinaje y veneración con características que han llevado a los investigadores a sostener la hipótesis de que los originales de Tetelihtic, antepasados de los grupos totonaco, también construyeron Yohualichan (Cuetzalan, Puebla) y El Tajín (Veracruz).

Es de destacar que, en el extremo oriente de la región norte de Puebla, la zona arqueológica de Tetelihtic está en su primera etapa de desarrollo, realizada en colaboración con el gobierno del estado, la recientemente finalizada administración de Teteles de Ávila Castillo y la asociación civil Tzoncoyotl.

El proyecto investiga la relación de su pirámide principal con la estrella Canopus (alfa Carinae), la más brillante de la constelación de Carina y la segunda estrella más luminosa del cielo nocturno después de Sirio, ubicada a unos 310 años luz del sol. Se ha encontrado un posible vínculo con la diosa nahua Nantehuitz, conocida en círculos especializados como "nuestra madre del Sur".

Los descubrimientos en estos montículos también corroborarían algunas de las hipótesis del proyecto, como el hecho de que en este sitio arqueológico podrían encontrarse los inicios de la cultura totonaca, que floreció en esta región de la sierra norte de Puebla hasta el norte de la costa del Golfo de México.

“Tetelihtic tuvo su mayor apogeo entre 200 a.C. y 100 d.C., en el periodo Formativo Terminal, pero luego sufrió una desocupación de más de cuatro siglos. Sin embargo, tenemos indicios de su reutilización en el Epiclásico, entre 650 y 900 d.C., como la presencia de cerámica del tipo Maxtlaloyan y la localización de un pozo en la Estructura 2, el cual debió ser excavado por un grupo totonaco para honrar a los antepasados y al lugar de origen”, señaló el investigador del Centro INAH-Puebla.

Dentro del pozo se encontró una ofrenda con restos de carbón, tiestos cerámicos y el fragmento de una palma que representa a una serpiente. La palma, junto con el yugo y el hacha, es un tipo escultórico que caracteriza a la cultura totonaca.

Es de destacar que este sitio fue mencionado por primera vez en 1939 por el filósofo y político Vicente Lombardo Toledano. El estudio sistemático del sitio comenzó en 2014, luego de que el INAH, con el apoyo de la asociación civil Tzoncoyotl, adquiriera las nueve hectáreas sobre las que se desarrolló este recinto sagrado.

En esta etapa de investigación participaron los arqueólogos Joshué Baal Soto Vargas, Gibrán Alejandro Martínez González, Felipe Muñoz Díaz, José Antonio Álvarez Ramírez, Alexis Daniel Rodríguez Olivares y Alejandro Pineda García. El objetivo de la reciente temporada fue la intervención de las estructuras 1 y 2, las cuales durante años fueron usadas como banco de material y para el paso de ganado.

Con el apoyo de 25 trabajadores de la zona, el equipo arqueológico retiró la cubierta vegetal de las fachadas norte y oeste de ambas estructuras para intervenir completamente esas caras que convergen en la Gran Plaza ceremonial. Una vez excavadas, se reveló que la estructura dos, con cuatro metros de altura y 50 metros de largo por 27 de ancho, era la mejor conservada. La estructura uno, o pirámide principal, de planta cuadrangular, mide 52 metros por lado y 12 metros de altura, presentando algunas afectaciones mayores.

El camino de la estrella

Hoy se sabe que la disposición original de este sitio arqueológico y la orientación de sus estructuras piramidales están basadas en el conocimiento astronómico. La estructura uno está alineada con la aparición, en febrero, de Canopus, la segunda estrella más luminosa del cielo nocturno, lo que indicaba el inicio del calendario mesoamericano. La estructura dos formaba parte de un conjunto arquitectónico destinado a la observación del curso solar.

En el artículo “Los Teteles de Ávila Castillo, un sitio arqueológico temprano en la Sierra Norte de Puebla”, firmado por Barroso Repizo, se puede leer:

“Hoy en día, un poco menos de la mitad del área de potencial arqueológico, más de 3 hectáreas, pertenece al INAH gracias a una intensa labor de la sociedad civil, la cual también gestionó recursos para financiar la primera exploración sistemática en el año 2014, entonces bajo la modalidad de salvamento arqueológico durante la colocación de una malla ciclónica que delimitó la zona arqueológica protegida”.

Continúa:

“Estas exploraciones corresponden a la primera fase de lo que en lo sucesivo se denominaría el Proyecto Arqueológico Teteles de Ávila Castillo, instaurado desde el año 2015 y vigente hoy…

…Durante la primera fase se realizaron varios sondeos, recuperando tiestos cerámicos que nos permitieron inferir una cronología tentativa gracias al análisis comparativo con materiales de otras regiones, como por ejemplo los reportados por el Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental, de los cuales encontramos una alta frecuencia de materiales de la denominada fase Sotolaco, ubicada en el periodo Formativo Tardío, entre los años 400 a.C. y 200 d.C.

…En lo que concierne al periodo Clásico, la presencia de materiales fue casi nula. Sin embargo, en capas estratigráficas superiores fue posible determinar una alta frecuencia de material cerámico característico del periodo Epiclásico, particularmente con la abundancia de cerámica del denominado tipo Maxtlaloyan, también reportada anteriormente por Merino y García en el norte de la cuenca de Oriental.”

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