En la región Mixteca el Sueño Americano es una idea fijada como un ideal y la única opción de mejorar las condiciones de vida, en una tierra donde el campo no deja para comer y el trabajo continuamente escasea, por ello, los jóvenes, una vez que concluyen la preparatoria deciden emigran a la Unión Americana, otros sólo con la secundaria concluida, sin embargo, algunos lo logran y otros no.
Yobanni Aguilar, originario de Tlapanalá, es un joven entusiasta que a sus 20 años ya intentó en tres ocasiones llegar a los Estados Unidos, pero no ha podido.
Desde la comunidad de Tepetzingo, y desde muy pequeño, a Yobanni le ha apasionado la ganadería y ayuda al negocio de su padre, sin embargo, desde su niñez siempre ha tenido en mente irse “Al Norte”, pues sus hermanos ya se encuentran allá, así como varios de sus amigos, compañeros de escuela y sus primos, quienes ya viven el sueño.
Estuvo preso tres meses en Estados Unidos
Una mayoría de los jóvenes de municipios de la zona Mixteca, optan por terminar sus estudios básicos y buscan lazos de amistad o de parentescos para cruzar. La cuota va desde los 8 mil y hasta los 12 mil dolores, un equivalente a 240 mil pesos mexicanos. El cruce siempre pone en riesgo la vida.
En tres ocasiones Yobanni intentó cruzar, la primera vez ocurrió cuando cumplió 18 años de edad, saliendo del bachillerato. Sus padres fueron el sostén de su viaje, acompañado de algunos primos y más paisanos. Sólo algunos de ellos lograron cruzar.
Aunque regresó nuevamente a sus tierras, en las últimas ocasiones estuvo preso por al menos tres meses en las cárceles de Estados Unidos de América, al intentar escapar de las garras de las unidades migratorias.
“Vivirlo es bastante cruel, pero no queda de otra más que seguir el paso de mis hermanos, para darle una mejor vida a mis padres y mi futura familia, y aunque no he podido cruzar, no me cansaré de hacerlo hasta que la suerte gire a mi favor”, señaló.
En entrevista para El Sol de Puebla narró que el cruce es uno de los riegos más peligrosos, se tiene que quedar incomunicado de su familia, con una puesta de ropa y pocos alimentos para mantenerse en pie, además de mantenerse alerta y en reducidos grupos de al menos cinco personas, para que vayan paso a paso viviendo una sanguinaria travesía.
Te hospedan y hay que esperar el mejor momento
Llegando a la frontera –relata-, los migrantes son resguardados en algún hospedaje cercano, para esperar indicaciones del guía y buscar el escape perfecto para el cruce, sin embargo, pueden llegar a esperar hasta quince días con la intención de encontrar el momento propicio de cruzar “al otro lado”.
Actualmente tiene 20 años de edad y dos años desde su primero intento continúa con el trabajo de ganadería de su padre; aunque admitió que le va bien, ahora se hace cargo de lo que algún día solo era un acompañante más de su padre y mientras no se cumpla ese viaje, continuará en el pueblo trabajando lo que durante años sus padres le enseñaron.
Hoy en día es ganadero y sigue buscando la oportunidad, los lazos y sobre todo la bendición “del de allá arriba” pues el sueño ahora es aferrado, y no se cansará hasta lograr que sus ojos vean el sueño cumplido.
POCAS OPORTUNIDADES
En la región Mixteca la mayoría de las familias viven de las remesas que reciben de sus familiares, y es que la falta de oportunidades dentro de la región obliga a que jóvenes a muy corta edad emigre.
La situación se agudiza debido a que hay muy pocas fuentes de empleo como el corte de la caña de azúcar que solo dura seis meses y beneficia a toda la región, y las actividades en el campo. Es por ello que los jóvenes buscan otras formas de vida y dejar a su familia para un mayor progreso.