"El alma de las plantas enseña los secretos de la vida; la mariguana, al igual que otras plantas maestras, son nuestras bibliotecas del conocimiento milenario, sabiduría que viene hacia y desde nuestro corazón", dijo un curandero en la Sierra Norte, momentos antes de iniciar el primero de dos rituales de sanación tradicional utilizando cannabis.
El entrevistado no quiso ser llamado brujo o chamán, apenas aceptó el apelativo de hierbero. Según su explicación, para los pueblos originarios de esta región del estado, la Santa Rosa – como llamó al cannabis - tiene un carácter sagrado, sanador y espiritual, con aplicaciones más allá de la clandestinidad sagrada con la que la usa en sus rituales.
Después de dos rituales, indicados como una antesala para comprender la magia detrás del uso que tiene el cannabis en la medicina tradicional, el sanador tradicional con esta polémica hierba indicó que en esta región del estado de Puebla, Hidalgo, Ciudad de México y Estado de México, así como en otros lugares la usan de diferentes modos, aunque en el uso sagrado no se fuma porque – señaló la fuente – los otomíes creen que eso es para mariguanos, ellos la comen y defienden que no es mariguana, “aunque sí lo es".
- Te recomendamos: Marihuana: El interminable debate entre lo lúdico y lo medicinal
Explicó que entiende la postura otomí, ya que los pueblos originarios del norte de México y sur de Estados Unidos no pueden ser detenidos por llevar peyote, las leyes mexicanas los defienden porque saben que es parte de su cultura, mismo argumento para los mazatecos y los “hongos medicina”:
“Sin embargo, en el caso de la mariguana no puede ser así, aun cuando ya es aparte de las prácticas tradicionales no solamente otomí, también los totonacas y los mexicas, pero por ser una planta extranjera no está asociada a nuestras prácticas étnicas mexicanas, aunque la integramos a nuestras prácticas desde hace décadas”, así justificó no permitir dar a conocer su nombre ni ubicación, a cambio, sí usar la esencia de su nombre ritual a manera de descripción de la naturaleza de su trabajo: "que sosiega el corazón".
"Esta clandestinidad sagrada significa una desventaja que tenemos los médicos tradicionales, curanderos sanadores que utilicemos cannabis o Santa Rosa como parte de nuestros rituales de sanación, aunque este uso ya tiene muchas décadas, tantas que podrían rebasar un siglo; antiguamente, las plantas maestras eran usadas con la intención de evolucionar individual y colectivamente (…) Antiguamente la única razón de vivir era trascender, cada persona sabía que toda su razón de ser se centraba en su legado a la familia, tanto la ascendente como la descendente, a la que purificaban y aportaban con su propia sanación personal a través de lo que escribían en su propia historia personal, así de importante era escribir una buena vida y ahí las plantas sagradas aportan mucho", defendió.
Detalló que, para los antiguos pueblos originarios, el uso de plantas maestras era algo cotidiano y respetado, era una forma de vida, no una novedad. El problema de eso, dijo, es que significaba que había hombres y mujeres fuertes física, mental y espiritualmente, con un nombre a cultivar, una tierra que hablaba de sus raíces y a la que cuidaban por ser su origen; significaba personas libres y eso se convirtió en un peligro para quienes tenían intereses políticos, económicos o meramente individuales, porque no eran fáciles de manipular o someter.
Mientras explicaba la importancia de las plantas maestras en la evolución de la sociedad y de nuestra especie, así como la influencia sanadora y espiritual de la Santa Rosa, dedicó tiempo a precisar que hay dos ramas de este uso tradicional: una de ellas dedicada a aprovechar las bondades medicinales, es decir química o físicas de la planta y la rama que se dedicó a su uso espiritual que, poco a poco, le permitió el trabajo con lo que llamó “el espíritu de la maestra”:
“Esto no es nuevo, los originarios sudamericanos suelen decir que las mismas plantas les hicieron comprender su mezcla para generar la bebida enteógena llamada Ayahuasca, los que trabajamos con el espíritu de la Maestra también podemos decir: ‘me lo dijo la plantita’", sostuvo.
Criticó que los intereses materiales hayan derivado en la prohibición de esta planta: "como si la naturaleza fuera mala, es la dadora de vida… el mal uso se lo damos los humanos, sólo que somos tan brillantes que cortamos la planta y la quemamos, encarcelamos a quienes la venden o producen y no lo usamos como tradicionalmente se debe: para nuestra evolución personal y colectiva; no promuevo su uso irresponsable, sólo destaco que hay más que estarse pachequeando (sic)", acotó.
Sobre el contacto con el espíritu de “la maestra”, defendió el entrevistado, que para algunos podría ser proyecciones mentales, fantasía, un trastorno de la personalidad o una mentira, "podría ser, sea como sea, genera un conocimiento diferente, uno que -usado sabiamente – hace las cosas de manera diferente… del espíritu no se habla, se hace sentir, experimentar, porque el trance sagrado tiene algo propio de su naturaleza: se llega a un punto en el que no hay palabras para explicar lo que se vive”.
Tras una pausa, hizo ver que la medicina universitaria ve el origen de la enfermedad como algo meramente orgánico y que se atiende a través de cirugías, medicamentos, etc.
“La enfermedad es solamente una anormalidad en el cuerpo, visión que también ya ha evolucionado y ahora se habla de la conexión que hay entre enfermedad y emoción-pensamiento (…) así se justifica la medicina y psicología psicosomática, la bioneuroemoción, la medicina germánica, la bio descodificación y muchas otras ciencias y pseudociencias. En la visión que tengo del uso del cannabis, desde la perspectiva de la medicina tradicional y ancestral, va más allá de la emoción: el origen espiritual de los malestares, es decir, lo que está detrás o como origen de la emoción”, externó mientras abundó en Xochipili como deidad prehispánica de los enteógenos.
Por último, se pronunció a favor de que las instancias a las que les corresponda, permitan el uso libre de la cannabis, para que así, esta práctica medicinal no opere en la clandestinidad y que la sociedad se permita romper el estigma hacia quienes usan la mariguana porque, recalcó, desde la llegada de la mariguana a México tiene el enfoque sanador.