Zacatlán, Puebla-. Aunque es una de las tragedias más sangrientas de la Revolución Mexicana, la matanza de 200 revolucionarios calcinados como acto de represión permanece casi olvidada. Este hecho ocurrió en calles que actualmente están muy cerca del centro histórico de este Pueblo Mágico, según la investigación del historiador y documentalista Cristopher Escamilla Sosa.
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La masacre
Era lunes 9 de febrero de 1914. "Las tropas federales leales al régimen de Victoriano Huerta desataron un feroz ataque contra los revolucionarios constitucionalistas que habían regresado a la región tras una serie de combates en el vecino estado de Hidalgo", explicó Escamilla Sosa, reconocido historiador local y director del documental Zacatlán, un museo viviente, que ya suma tres temporadas exhibidas en GR Cinemas.
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De acuerdo con su investigación, hubo dos enfrentamientos clave en la ciudad: uno en el Mesón de la Concordia, donde hoy se encuentra la calle Independencia, y otro en el Hotel Herrero, ambos ubicados a unas cuadras del centro histórico.
En el mesón se encontraban las tropas revolucionarias, mientras que los generales buscaban refugio en el hotel. Sin embargo, los federales, confiados en su superioridad numérica, no tomaron las precauciones necesarias.
En las primeras horas de la mañana, el Batallón Blanquet, liderado por los coroneles Miguel Márquez Cerón y Vicente Vargas Huerta, atacó el mesón con fusiles Mauser de 7 mm y una ametralladora pesada.
La ametralladora, operada por el teniente Bandala, bloqueó todas las salidas del edificio, dejando atrapados a los revolucionarios. Aunque algunos intentaron huir, pocos lograron escapar relató Escamilla Sosa.
Mientras tanto, en el Hotel Herrero, los generales fueron sorprendidos. Solo el general Máximo Rojas logró huir gracias a la intervención de Eustolia Romo, quien lo ayudó a disfrazarse con ropa femenina y lo guió a través de un pasaje estrecho. Rojas cruzó el puente Zecepaco y descendió hacia la barranca para escapar.
El acto de represión
Según el historiador, los cadáveres de los revolucionarios, entre muertos y heridos, fueron trasladados al Parque Juárez y posteriormente a lo que hoy se conoce como la zona escolar del centro de Zacatlán. Ahí, las tropas federales procedieron a incinerarlos en varios montones.
Se estima que más de 200 revolucionarios, entre muertos y heridos, fueron calcinados en este macabro acto de represión narró Escamilla Sosa.
Entre los oficiales del Batallón Blanquet destacó Rodolfo Herrero, quien más tarde se convirtió en uno de los responsables del asesinato del entonces presidente Venustiano Carranza.
Tras la caída de Huerta, muchos exfederales, en lugar de rendirse al nuevo gobierno, se unieron al general Manuel Peláez en la Huasteca. Ahí se convirtieron en sicarios al servicio de las Guardias Blancas, una organización paramilitar que protegía los intereses de los petroleros estadounidenses.
Fue precisamente Rodolfo Herrero quien, liderando a este grupo de exhuertistas, organizó la traición que culminó con el asesinato de Carranza, un acto que marcó el fin de una era y el inicio de una nueva etapa de violencia política en México.
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Que el recuerdo de los más de 200 caídos en Zacatlán sirva como un recordatorio de la lucha por un México mejor, donde la paz y la justicia prevalezcan sobre la violencia y la opresión concluyó Escamilla Sosa.