Mientras para generaciones pasadas la celebración de Miércoles de Ceniza como el inicio de la Cuaresma que termina con las celebraciones de semana Santa y por tal algo sagrado, para las nuevas generaciones ha caído en desuso porque se ha convertido en un acto mecánico, sin simbolismo religioso y que "no hace vibrar el corazón", según dijeron católicos entrevistados de Zacatlán y de Chignahuapan.
Para María de Jesús, más conocida como "doña Elenita", una mujer de Zacatlán con 79 años de edad, ir a la celebración de imposición de ceniza, además de ser una tradición familiar que practica desde que era niña, y a su vez sus padres y sus abuelos y así hasta generaciones atrás, también representa un acto de fe.
Para ella, además de ser el inicio de la Cuaresma, un periodo de recogimiento de 40 días de trabajo y reflexión espiritual que da la bienvenida la Semana Santa. Hay que recordar que esta tradición católica tiene su origen desde finales del Siglo II y la toma las creencias en torno al pasaje bíblico en el que Jesús camino en el desierto, de ahí que también cada viernes se hace un ayuno con la finalidad de que esa abstinencia cubre los pecados.
Es de origen judío y ha ido evolucionando con el tiempo, de hecho, antiguamente los creyentes serán cubiertos totalmente de ceniza, es decir desde la cabeza hasta los pies, hoy nada más es en la frente, vinculado al punto anatómico y energético que conecta con la espiritualidad.
En el año 384 de nuestra era, este "sacramento de reconciliación", fue adoptado por los cristianos como una forma de mostrar el arrepentimiento por nuestros pecados; actualmente la ceniza se obtiene de la quema de las palmas utilizadas en el Domingo de Ramos, del año anterior o de imágenes religiosas que fueron incineradas. Hay católicos que ven esta práctica como un recordatorio de penitencia, humildad y el permanente recuerdo de nuestra mortalidad humana.
NUEVAS CREENCIAS
Para Susana Soraida Solís, una ama de casa radicada en Chignahuapan, el conocimiento que tiene sobre el Miércoles de Ceniza viene de lo inculcado en su familia, por sus padres, aunque es un ritual con el que, de manera personal, ella no conectó y que actualmente no lo realiza porque no tuvo acceso a una explicación clara, desde que era niña, de para que le ponían una cruz con ceniza en la frente.
"Creo que es como la mayoría de los rituales del catolicismo en el que sólo es de manera aprendida, de memoria y no se conecta con el corazón, con el ritual que, a su vez me ayudaría (en el mejor de los casos) con el conectar con la esencia divina, con Dios".
Actualmente no se considera católica, tampoco le heredaría esa religión a su hija; este cambio generacional de creencias se debe a que en los últimos 10 años ha conocido otras prácticas y estilos de vida que, desde su perspectiva, son más amorosos que le ayudan en su sanación personal, la trabajo personal, crecimiento personal, le ayudan de manera puntual a fortalecer su familia, su relación con el entorno y su relación con Dios… de manera más íntima, más personal, más pura e inocente que lo que conocen el catolicismo.
"No hay algo que me ate a las prácticas que tenían enseñaron; los respeto y hay cosas que se quedaron, aunque el catolicismo no es algo que hizo vibrar mi corazón", finalizó.
SINCRETISMO
Mientras explicaba que el sincretismo es una combinación de distintas opiniones o entornos culturales o la conciliación de diferentes doctrinas o sistemas, Auikyani Coyotl, un practicante de la mexicanidad, una alternativa del nacionalismo tradicional que conjuga el conocimiento ancestral y creencias o conocimientos principalmente europeos, este rito es quizás la mejor evidencia de aspecto esotérico del catolicismo, aunque a la grey católica le cuesta trabajo verlo así.
Incluso compartido algunos rituales que están asociados a la "brujería tradicional mexicana" y este rito por conjugar una mezcla de mitologías, creencias y pensamientos mágicos que convergen en las distintas tradiciones y que, sólo para algunos, no pierdan su rasgo espiritual y trascendental.
Lamentó que, así como ocurrió con la Navidad, este periodo de reflexión espiritual se ha convertido más en la antesala de puentes vacacionales o fiestas y no una introspección, un periodo de trabajo personal que, por ejemplo, se imponía un ayuno cada día de 24 horas, más caminatas de purificación y de empoderamiento, más rituales específicos para el autoconocimiento y la sanación de nuestro linaje espiritual familiar y de nuestra historia.
"Se ha confundido el simbolismo del rito con el proceso del trabajo personal; se ha hecho un lado el trabajo personal por la comodidad, el esparcimiento y el desinterés de los propios católicos por conocer su propia fe, es +1 asunto de tradición familiar, que ya lleva varias generaciones, que una práctica heredada de conocimientos, creencias y actitudes hacia la vida y es ahí donde ha dejado de funcionar como una guía y se ha convertido más en una amenaza de castigo que nos lleva al infierno", finalizó.