/ miércoles 20 de mayo de 2020

"Municipios de la esperanza" no padecen Covid-19 pero sí afectó sus vidas

Inés Judith, de 80 años, relató que sus hijos viven en otros estados y que le mandan de vez en cuando dinero para que salga adelante

Nery Ramírez realizaba sus actividades de ama de casa en Huatlatlauca: lavaba el piso, le daba alimento a sus pollos y también hacía de comer para sus hijos. Desde que se anunció el confinamiento por el coronavirus su rutina era casi la misma hasta este martes, cuando uno de sus vecinos le marcó por teléfono para contratarle unas mesas, sillas y una lona para un festejo.

La noticia la puso muy contenta porque se trata de la primera celebración desde que se declaró la alerta sanitaria por Covid-19, en marzo; en la reunión de este miércoles se esperan más de 50 invitados.

“Mañana (miércoles) habrá un festejo, es un bautizo. Ya bautizaron al niño, ahora es la comida. Estamos muy contentos porque vemos casos (de coronavirus) de otros municipios y estados; pero aquí nada. Es un pueblito tranquilito”, añade la mujer de 35 años.

Huatlatlauca, que está catalogado por el gobierno federal “como municipio de la esperanza” porque no tiene casos registrados de coronavirus, vive con sentimientos encontrados: por un lado la gente siente alegría, sin embargo, sigue vigente la preocupación económica.

“Gracias a Dios no tenemos casos de Covid-19, pero no tenemos trabajo. No hay dinero ni despensas del gobierno, no nos dan despensa porque tenemos casas de ladrillo; pero eso sí, cuando quieren el voto ahí no ven cómo es tu casa. Estamos preocupados”, dijo Lorenza Paredes, mientras cortaba unos nopales del terreno de frente para hacer la comida.

Su suegra estaba en casa tejiendo sus palmas, que también dejaron de venderse en los pueblos vecinos en mercados o fiestas patronales: “Nunca se había visto una enfermedad del virus, antes nada más nos preocupábamos por la varicela o el sarampión”, añadió la señora María Tepexicuapan.

En el municipio vecino, San Juan Atzompa, la población pide fuentes de empleo y recrimina a las autoridades falta de apoyo económico o de despensas.

“Aquí en Atzompa solo apoyaron a los que militan en el PRI y los que no somos de ese partido, no. No vemos las despensas, ya queremos regresar a trabajar”, comentó Ascención Ponce López.

Las personas de la tercera edad siguen con sus deberes de casa. Solas. Los hijos han migrado a otras partes del país en búsqueda de un empleo.

Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Agustina Hernández, de 80 años, estaba lavando su ropa y dice que cumple con las recomendaciones de salud: “Yo sí creo en el virus, conozco a familiares de México que se ha enfermado”.

Inés Judith, de 80 años, relató que sus hijos viven en otros estados y que le mandan de vez en cuando dinero para que salga adelante. Su tienda de abarrotes abrió recientemente porque sus ventas habían caído casi al 80 por ciento.

En ambas comunidades, algunos hijos regresan, como Tadeo Paredes. El joven llegó a su natal Huatlatlauca porque cerraron los comercios en Oaxaca, donde vivía: “los venimos para acá porque está todo más tranquilo y para pasar días con la familia”.

Otros más que están sin empleo, porque no se venden las palmas u otros artículos que ofrecen como comerciantes informales, decidieron estar en su pueblo para realizar obras de construcción en sus viviendas.

En el zócalo de Huatlatlauca, Daisy Castro Nolasco mantiene la tradición familiar de más de 40 años, vendiendo ricos helados de coco y limón.

“Mi mamá inició con este negocio y sí dejamos de trabajar, pero seguimos aquí. Estamos felices porque nos volvimos famosos en las noticias por ser un municipio de la esperanza”.

Nery Ramírez realizaba sus actividades de ama de casa en Huatlatlauca: lavaba el piso, le daba alimento a sus pollos y también hacía de comer para sus hijos. Desde que se anunció el confinamiento por el coronavirus su rutina era casi la misma hasta este martes, cuando uno de sus vecinos le marcó por teléfono para contratarle unas mesas, sillas y una lona para un festejo.

La noticia la puso muy contenta porque se trata de la primera celebración desde que se declaró la alerta sanitaria por Covid-19, en marzo; en la reunión de este miércoles se esperan más de 50 invitados.

“Mañana (miércoles) habrá un festejo, es un bautizo. Ya bautizaron al niño, ahora es la comida. Estamos muy contentos porque vemos casos (de coronavirus) de otros municipios y estados; pero aquí nada. Es un pueblito tranquilito”, añade la mujer de 35 años.

Huatlatlauca, que está catalogado por el gobierno federal “como municipio de la esperanza” porque no tiene casos registrados de coronavirus, vive con sentimientos encontrados: por un lado la gente siente alegría, sin embargo, sigue vigente la preocupación económica.

“Gracias a Dios no tenemos casos de Covid-19, pero no tenemos trabajo. No hay dinero ni despensas del gobierno, no nos dan despensa porque tenemos casas de ladrillo; pero eso sí, cuando quieren el voto ahí no ven cómo es tu casa. Estamos preocupados”, dijo Lorenza Paredes, mientras cortaba unos nopales del terreno de frente para hacer la comida.

Su suegra estaba en casa tejiendo sus palmas, que también dejaron de venderse en los pueblos vecinos en mercados o fiestas patronales: “Nunca se había visto una enfermedad del virus, antes nada más nos preocupábamos por la varicela o el sarampión”, añadió la señora María Tepexicuapan.

En el municipio vecino, San Juan Atzompa, la población pide fuentes de empleo y recrimina a las autoridades falta de apoyo económico o de despensas.

“Aquí en Atzompa solo apoyaron a los que militan en el PRI y los que no somos de ese partido, no. No vemos las despensas, ya queremos regresar a trabajar”, comentó Ascención Ponce López.

Las personas de la tercera edad siguen con sus deberes de casa. Solas. Los hijos han migrado a otras partes del país en búsqueda de un empleo.

Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Agustina Hernández, de 80 años, estaba lavando su ropa y dice que cumple con las recomendaciones de salud: “Yo sí creo en el virus, conozco a familiares de México que se ha enfermado”.

Inés Judith, de 80 años, relató que sus hijos viven en otros estados y que le mandan de vez en cuando dinero para que salga adelante. Su tienda de abarrotes abrió recientemente porque sus ventas habían caído casi al 80 por ciento.

En ambas comunidades, algunos hijos regresan, como Tadeo Paredes. El joven llegó a su natal Huatlatlauca porque cerraron los comercios en Oaxaca, donde vivía: “los venimos para acá porque está todo más tranquilo y para pasar días con la familia”.

Otros más que están sin empleo, porque no se venden las palmas u otros artículos que ofrecen como comerciantes informales, decidieron estar en su pueblo para realizar obras de construcción en sus viviendas.

En el zócalo de Huatlatlauca, Daisy Castro Nolasco mantiene la tradición familiar de más de 40 años, vendiendo ricos helados de coco y limón.

“Mi mamá inició con este negocio y sí dejamos de trabajar, pero seguimos aquí. Estamos felices porque nos volvimos famosos en las noticias por ser un municipio de la esperanza”.

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