Elizabeth Wittnyk, una mujer de nacionalidad alemana de 97 años de edad, ha vivido en Izúcar de Matamoros durante más de 40 años, tras un pasado marcado por la Segunda Guerra Mundial. Su historia ha dado un giro reciente al recibir apoyo para regularizar su situación migratoria y finalmente obtener documentos de identidad.
Elizabeth Wittnyk, nacida en Alemania, vivió en carne propia las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. En 1945, al término del conflicto, ella y su hermana mayor fueron capturadas por militares rusos, quienes las mantuvieron prisioneras durante más de 10 años. Durante este tiempo, Elizabeth sufrió abusos sexuales y fue obligada a trabajar en la costura. Al finalizar su cautiverio, su vida había cambiado radicalmente, y nunca volvió a ver a sus padres.
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En 1955, logró escapar junto a su hermana mayor y, gracias a la ayuda de una familia suiza, ingresaron de manera ilegal a los Estados Unidos. Elizabeth se estableció en Nueva York, donde trabajó como vendedora en una boutique durante más de dos décadas.
Fue en ese país donde se separó de su hermana, quien decidió regresar a Alemania, mientras que Elizabeth encontró una nueva oportunidad. Llegó a México en 1978, a los 51 años de edad, gracias a un sacerdote que la invitó a trabajar como traductora en una escuela de huérfanos en Cuernavaca, Morelos.
Sin embargo, sufrió un accidente automovilístico en Coahuila que la dejó incapacitada. Su amigo sacerdote la ayudó durante el tiempo que estuvo hospitalizada y posteriormente la invitó a trasladarse a Izúcar de Matamoros, donde vivió en una vecindad y trabajó como costurera y como docente en una escuela privada junto con su amigo sacerdote durante los siguientes 30 años.
En 2017, el terremoto del 19 de septiembre destruyó gran parte de sus pertenencias y dejó su vivienda en ruinas. Debido a la precariedad de su situación, fue trasladada al Asilo de Ancianos "La Divina Providencia", donde reside actualmente.
Afortunadamente, hace unos días, según el personal del asilo, Elizabeth recibió la visita de funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y del cónsul honorario de la embajada de Alemania en México para los estados de Puebla y Tlaxcala, Marko Ülrich Foitzik.
A pesar de no haber registros claros sobre su llegada a México y de no contar con familiares que reclamen su regreso a Alemania, ambos gobiernos trabajaron juntos para dotar a Elizabeth de un pasaporte alemán, el cual le fue entregado recientemente por el cónsul honorario.
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Los encargados del asilo comentaron que, debido a su estado de salud y su avanzada edad, Elizabeth no será repatriada a Alemania. En su lugar, el gobierno mexicano, en conjunto con el alemán, ha iniciado un proceso de regularización migratoria para otorgarle la ciudadanía mexicana y expedir su acta de nacimiento.
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"Con este apoyo, Elizabeth Wittnyk podrá pasar sus últimos años de vida en México, el país que ha sido su hogar por más de cuatro décadas, sin la incertidumbre de su estatus migratorio", señaló la encargada general del asilo.