No fue uno, sino dos rayos los que le arrebataron en cuestión de minutos el patrimonio a Martha Elena Ramírez Beiztegui; fulminaron lo que con tanto sacrificio pudo amueblar hace un año, la casa que construyó desde cuatro años atrás, pero que hoy está hecha cenizas y que se inunda ante las fuertes tormentas.
Lo que parecía un día común en Mártir de Chinameca en Axocopan, Atlixco, será recordado como una tragedia, pero también como una segunda oportunidad de vida, pues de haber estado ella y su pequeño de siete años hubieran fallecido. Si bien desde la pandemia llegaron a vivir ahí debido a que Martha padece de lupus, justo el martes pasado por la tarde salió de casa rumbo a la ciudad de Puebla, pero horas después recibió la noticia de que la tormenta le había jugado mal.
“Los bomberos nos dijeron que si hubiésemos estado no la hubiéramos librado, porque la caída de los rayos fue tremenda que a la hora que cayó rebotó en todos lados y no lo hubiéramos logrado, afortunadamente no estábamos acá, si hubiera sido lo contrario esto habría cando en una tragedia”.
El pasado 7 de septiembre alrededor de las 16:00 horas comenzó a llover, sin embargo, luego de 50 minutos se registró un rayo que cayó justo en una de las esquinas de la casa de Martha, la cual incendió parte del techo que era de madera cubierto con paja, sin embargo, debido a que nadie se encontraba dentro no se dieron cuenta de lo sucedido, fueron tan solo 10 minutos después cuando el otro rayo cayó nuevamente en el lugar del primero, lo que desencadenó las llamas dentro del inmueble.
Fue Fabián González quien cuidaba de la casa, así como de los animales el que se percató de lo que pasaba, por lo que con ayuda del sobrino de Martha subieron al techo para abrir el tinaco de agua y apagar el fuego, sin embargo, pese a la lluvia y los esfuerzos, salvar los muebles y todo lo que había dentro de la casa fue en vano.
“No pudimos hacer gran cosa… si habían tormentas, pero nunca había visto eso, está raro, pero nunca vimos algo así, abrimos el rotoplas, con lo que pudimos encontrar solamente así pudimos apagar el fuego, pero ya no se pudo rescatar nada”.
Con lágrimas en los ojos, Martha relata que es una casa que le ha costado mucho, no solo económicamente, sino también sentimentalmente, puesto que ahí guardaba los muebles, fotografías de sus abuelos, padres e hijos, sin embargo, casi todo fu consumido por las llamas.
La entrada en donde lucía una puerta de herrería con cristal quedó rota y sucia, el piso de cerámica color café fue levantado debido a la fuerza del rayo se encuentra completamente tiznado, los cuadros, la decoración y todo lo que había sido colocado en la casa para sentirse como un hogar cálido, ahora es un recuerdo.
Sillones, sillas, trastes, ropa, libros y hasta juguetes también quedaron calcinados, y aunque algunos eran reliquias, la tormenta acabó con todas ellas, pues con la fuerza en la que pegó dos veces los rayos apagó lo que era un refugio para Martha en medio de la emergencia sanitaria de coronavirus.
Las puertas de las recámaras fueron carcomidas por las llamas, la pintura se levantó y aunque aún están enteras se han hinchado y han quedado medio inservibles por la lluvia que entra en el hueco del techo del cuadro principal de la casa.
Pese a que sus hijos mayores le han mencionado que es algo material y que no se preocupe, Martha no puede asimilarlo todavía, pues es lo que con tanto trabajo pudo hacer realidad, por ello se ha negado a salirse de ahí y duerme con su pareja en los únicos dos cuartos que se salvaron del fuego, pero que al entrar el agua de las lluvias se inundan constantemente.
Lo poco que se rescató también podría perderse de seguir en esa situación, misma en la que a decir de Martha no hay de otra porque no puede dejar el lugar en donde han pasado cumpleaños, Año Nuevo, navidades y demás festejos en familia que forman parte de solo recuerdos en la memoria, pues las fotografías que habían ahí, se han perdido.
Por ahora solo espera limpiar todo y que alguien la apoye, pues no hay recursos para poder ponerle techo de concreto a la casa y arreglar todos los desperfectos que ocasionó lo que solo un día pensó era una tormenta eléctrica.
“Si quieren apoyarnos en algo, con oraciones o si pudieran algo más, bienvenido todo, una ayudadita y todo suma siempre, ojalá nos pudieran apoyar también a nosotros”.