“¿Por qué se los dejaron a ese pueblo, por qué, por qué dejaron que los lincharan, por qué? No es justo, no es justo, quiero que castiguen a todos a todos los que me los condenaron” fue la súplica de una madre que con lágrimas en los ojos y el corazón desgarrado enterró este viernes a Ricardo Flores Rodríguez, el joven que junto con su tío, Alberto Flores Morales fueron asesinados a manos de pobladores de Acatlán tras ser falsamente acusados de delincuentes.
Llegados desde Estados Unidos, los padres de Ricardo pidieron la cabeza de cada uno de los implicados, incluida la del presidente municipal de Acatlán, Guillermo Martínez, por presunta omisión en el momento de los hechos y es que aseguran que en vez de actuar como autoridad, prefirió esconderse
“Todo ese montón de gente que me los acusó quiero que sean castigados, porque eso está penado, quiero que me agarren al presidente municipal, lo hago responsable de la muerte de mi hijo y de mi cuñado, usted no sabe el daño que nos hizo por no salir a dar la cara, como me lo va a recuperar, no tiene madre, no tiene hijos, no se pone a pensar en eso”, sentenció Rosario Rodríguez, madre de Ricardo.
De igual forma su padre y a la vez hermano de Roberto, pidió justicia y señaló que debido a este acto, hoy tres infantes se han quedado huérfanos.
“Hicieron que dejara a mi niña chiquitita y todo por qué, porque no supieron entender las personas”
Eran las 11:00 horas y dos ataúdes, uno blanco y otro gris, salían de una vivienda en Tianguistengo, poblado de donde eran originarias las víctimas; al frente de ellos una corona de flores y decenas de personas que acompañaban los cuerpos a su última morada, atrás, la tambora y las trompetas.
Con cada paso ante el sol inclemente de la mixteca poblana, el dolor parecía hacerse cada vez más grande, la idea de no volver a ver, escuchar y reír con Alberto y Ricardo parecía calar cada vez más hondo en el corazón.
Tras la misa de cuerpo presente en la iglesia del lugar, tío y sobrino llegaron al panteón. A un costado, Alberto Flores Morales de 53 años de edad y campesino de oficio; al otro, Ricardo Flores Rodríguez de 22 años, estudiante de Derecho en Veracruz; alrededor de ellos una familia quebrantada por la barbarie y la inconciencia de quienes no se tocaron el corazón para arrebatarle la vida a dos inocentes
El momento de despedirse llegó, la razón no alcanzaba para consolar el corazón, las últimas palabras, los últimos abrazos, los últimos besos arroparon a ambos hombres, ahí una madre y un padre desconsolados trataban de sacar fuerzas para seguir adelante mientras un hermano lleno de coraje se despedía de su mejor amigo y una novia, llegada desde Veracruz, le decía adiós al amor de su vida. Del otro lado, una esposa y tres infantes lloraban la perdida y abrazaban por última vez a quien fuera el sostén del hogar.
Así hoy, la mixteca poblana llora a dos de sus hijos y exige justicia para quienes su único error fue tomarse un momento de descanso frente a una escuela, señaló Rosario Aguilar, inspectora de Tianguistengo
“Los que cometieron este acto, los que gritaron, los que gritaron que los mataran, los que aplaudieron y todos los involucrados nunca van a dormir tranquilos porque son asesinos”, decretó.