Con campanadas, incienso, caminos llenos de pétalos de flor de cempasúchil y miles de turistas es como se vivió el Día de Muertos en el municipio de Huaquechula, el cual se caracteriza por sus altares monumentales para los fieles difuntos.
Al tocar las campanadas a las 14:00 horas, las familias salieron de sus hogares y con flores realizaron un camino para que los difuntos puedan reconocer su hogar y visitar a sus seres queridos. Además de abrir las puertas para todo aquel que quisiera pasar, ya que es parte de esta costumbre.
Desde el ex Convento de Huaquechula se dio inicio con esta colorida tradición. La secretaria de Turismo Estatal, Martha Ornelas, así como el titular de Cultura, Sergio Vergara y la diputada del PAN, Genoveva Huerta Villegas, acompañaron al presidente municipal Raúl Marín a fin de inaugurar las 43 ofrendas que se colocaron en el centro del municipio.
Los habitantes de este lugar se preparan desde días antes, pues realizan todos los preparativos para las ofrendas. La compra de pan, fruta, flores y comida que les gustaba en vida a sus seres queridos es lo principal, pero no puede faltar la decoración y los “gustitos” de aquellos que se “adelantaron en el camino”.
Con una inversión de 30 mil pesos en adelante es como los ciudadanos de esta demarcación ponen empeño en realizar una ofrenda distintiva, ya que para quienes fallecieron en un tiempo menor a un año deben tener un altar emblemático, pues así lo dictan las tradiciones.
Mientras tanto, para los demás difuntos que ya llevan un tiempo mayor al antes mencionado solo se les realiza una ofrenda pequeña.
La familia de Manuel Jiménez realizó un altar para su padre, quien falleció hace tres meses. El tiempo estimado fue de siete días para realizar de manera manual cada uno de los adornos de la ofrenda y así honrar la memoria de su padre, quien era partícipe de estas festividades cuando estaba en vida.
Gustoso porque aseguró es parte de las tradiciones, invitó a la gente a que acuda a cada uno de los altares, ya que aseguró es el esfuerzo de las familias, que año con año buscan perpetuar las costumbres que caracterizan a Huaquechula.
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Colores y ángeles invaden los altares
Ángeles y lo colorido de las flores es lo que más resalta en estas ofrendas que llegan a medir más de dos metros de alto. La tela de satín blanco es parte del distintivo, ya que se forran varias bases para los niveles de los altares y se coloca la foto del familiar que ha partido.
La fruta y el pan se acomodan en conjunto para que se vea armónico el altar y se ponen veladoras que ayudan a que los fieles difuntos encuentren la luz de su hogar.
Asimismo, en algunos casos como el de Verónica Téllez se realizaron senderos de aserrín, los cuales llevan figuras de colores y denotan el Día de Muertos. La idea según lo contó a esta casa editorial es que su abuelo, Adolfo Téllez, pueda ver que su familia se esmeró para hacer un altar bonito.
Fueron tres días los que se dedicaron para las manualidades y el arreglo del altar, a fin de que el 1 de noviembre todo estuviera terminado. Al finalizar el recorrido también ofreció comida y agua a todo aquel que entró a su hogar para visitar el altar.
También María de Jesús, relató que más que una tristeza por la falta de sus seres queridos es un momento de alegría porque saben que regresarán a buscar su ofrenda, por ello es que sus nietos e hijos se dispusieron a honrar la memoria de su cuñado quien tiene menos de un año que falleció.
Casi de tres metros de largo y dos de ancho es lo que abarcó el altar que construyeron sus familiares. Opinó que éste se hace de tal forma y tamaño para que las almas y los turistas puedan conocer el gran amor que se le tiene a quienes fallecieron.
Llegan cientos de turistas a Huaquechula
Aunque los habitantes reconocieron que en esta ocasión fueron menos visitantes que el año pasado, dijeron estar alegres porque esta época se vuelve tan esperada en el año, ya que significa la visita de los fieles difuntos, pero también un impulso a la economía.
En tanto, que los turistas aplaudieron los altares monumentales, los cuales no son tan conocidos en otros estados de la República o fuera del país.
Con cámaras fotográficas y mapas en mano de la ubicación de las 43 ofrendas los visitantes se asombraron de la cultura mexicana y admiraron cada detalle de las ofrendas.
Al salir de los hogares pasearon por el zócalo y se tomaron fotografías con las catrinas de cartón que fueron colocadas por el ayuntamiento, así como degustaron de dulces típicos que se vendían en los puestos. Una experiencia que catalogaron como única.