HUATLATLAUCA, Pue.- Es difícil que la mayoría de los habitantes en un municipio se apasionen por la misma actividad, pero en el municipio de Huatlatlauca sí ocurre. Un gran porcentaje de sus habitantes (6 mil 317 en total) vive y disfruta de la elaboración de artesanías con palma. Estas personas no sólo lo ven como una actividad económica, sino como su razón de vivir.
Sin embargo, la pandemia vino a bajar sus ventas hasta 95 por ciento y a causa de esta situación las nuevas generaciones ya no quieren continuar con la tradición, pues creen que en poco tiempo será una actividad poco fructífera. Los adultos y personas de la tercera edad temen que la herencia artesanal desaparezca.
Virginia Herrera tiene 64 años de edad y desde los cuatro aprendió a hacer artesanías con palma, principalmente petates. Su vista y sus manos ya están cansadas por esta actividad, pero sus piernas siguen fuertes para caminar cada mañana, aproximadamente una hora, y recolectar las palmas adecuadas para sus artesanías.
Recorre un camino cuesta abajo lleno de piedras. Si las personas no conocen el camino, pueden caer, pero ella sabe “santo y seña” del campo, se sabe el nombre de cada planta, si es medicinal o no, reconoce a los animales y cuida mucho a las palmas, pues son su sustento y su pasión.
Se pensaría que, si va a recolectar, llevaría consigo una bolsa o algún artefacto que la ayude a guardar las palmas, pero no es así. Al encontrar los “manchones” de palma adecuados, “raja” (corta) parte de sus hojas y hace un “atadero”. Aquí cuelga las palmas y en total debe de acumular cien para poder trabajar.
Debe de ser cuidadosa, pues los conejos viven en estos “manchones” de palma, además hay avispas rojas, gatos monteses y linces, pero la costumbre le ha hecho ser precavida y rápida. Antes de que sean las 9 de la mañana ya está de regreso en su hogar.
Virginia transmite la pasión en cada palabra que dice, sin importar que aprendiera a hablar español hasta los 13 años, pues antes sólo se comunicaba en náhuatl. En su casa hace todo el proceso de transformación de la palma: selección de tamaño, preparación para el teñido, secado, amarre y le da forma a la artesanía. Anteriormente, muchos años atrás, esto se hacía en un pozo para que la palma se mantuviera fresca.
Aunque al principio sólo hacía petates, con el tiempo y debido a que varias personas en el pueblo se dedican a lo mismo, entendió que tenía que renovarse y aprendió a hacer bolsas, carteras, monederos, anillos, collares, fundas para laptops y sombreros, entre otros objetos. Ella platica que a veces sólo cierra los ojos y empieza a pensar en nuevas cosas para crear diseños.
Aunque la artesanía “no la ha hecho rica”, debido al coyotaje y al regateo, su elaboración la hace feliz, pues estas piezas artesanales le dieron la oportunidad de sacar adelante a sus hijos y le han brindado la oportunidad de viajar a varias partes de Puebla para mostrar su trabajo.
LA NIÑA QUE DECIDIÓ CONVERTIRSE EN ARTESANA
Verónica Pamila es una mujer de Huatlatlauca que, a diferencia de varias familias de este municipio, no tenía una ascendencia artesanal, pero ella veía a sus vecinos y amigos trabajar la palma. Su interés creció al grado de pedirle permiso a sus padres para convertirse en artesana. Desde pequeña tomó cursos para el amarre de este producto. Por eso fue la primera niña de su casa en dedicarse a esta actividad.
Una vez que aprendió le dio cuerda a su imaginación y comenzó a hacer nuevos diseños de palmas para ocuparse en Semana Santa. Antes sólo trenzaba las hojas y al final le ponía una cruz, pero ella agregó colores, flores y hasta santos.
Sus palmas para Semana Santa son de las más creativas. Tienen brillos, listones, incluso les agrega trigo como adorno para que sean vistosas. No sólo utiliza la palma en su color amarillo seco, sino que, al igual que las artesanas de petates, tiñe las hojas para que sus cruces sean de colores. Sus favoritas son las de la Virgen de Guadalupe.
Vero siempre ha sido una mujer de fe, pero hace tiempo su hija se enfermó de gravedad. Entonces le rezó mucho a "La morenita del Tepeyac” para que se mejorara y esta le cumplió el milagro. Por ello, en cada pascua se esmera en sus palmas con la virgen, además, hace “colgadijos” con su imagen para coches o para tener en un santuario. Sus modelos son únicos.
CAEN VENTAS POR PANDEMIA
La población es feliz haciendo estos productos, pero, si por alguna cuestión no los hacen, los compran entre sus vecinos para comercializarlos. La pandemia vino a afectarlos económicamente, pues con el confinamiento obligado se terminaron las ferias, expos, tianguis, fiestas patronales y actos religiosos en los que solían vender.
Calculan que desde que arrancó la contingencia sus ventas bajaron 95 por ciento, pues aún cuentan con mercancía rezagada y han tenido que buscar otra actividad económica para salir adelante. Venden otras cosas o rematan sus artesanías.
No nada más se vio afectada su economía, sino que la emergencia de salud puso en riesgo su cultura y su identidad, ya que los jóvenes no quieren continuar con el proceso de transformación, lo ven como poco redituable y “de todos modos”, sus padres, tíos y abuelos están teniendo que migrar a otro trabajo para poder generar ingresos.
HERENCIA ARTESANAL EN RIESGO
Debido a que consideran que la pandemia está poniendo en riesgo su herencia artesanal, la solución que han encontrado es solicitar ayuda a las autoridades para que puedan comercializar sus productos. Hasta el momento, el gobierno del estado, narran, les han dado difusión en redes sociales y ya tienen permiso para acudir a varias ferias, reactivadas en esta fase de la enfermedad.
Tienen un proyecto para ofrecer talleres de tejido de palma en las escuelas, una vez que regresen más niños a las clases presenciales, con el objetivo de que los estudiantes se sientan identificados con la actividad y que crezca su interés por ser artesanos. Pero este punto “aún es un veremos”, pues por la pandemia, no saben si les será permitido o no.
Los adultos y abuelos del pueblo entienden que los jóvenes quieren terminar una carrera universitaria, pero consideran que, aunque tengan una licenciatura, pueden saber el tejido de palma para continuar con la tradición, sin que eso afecte sus aspiraciones profesionales.
De igual modo, piden ayuda de la ciudadanía, que no regatee. Cuando vean un vendedor cómprenle sus productos sin hacer intentos por bajar los precios, ya que el regateo es una práctica que les quita mucha ganancia a sus creaciones.
El municipio de Huatlatlauca se encuentra a tres horas en automóvil de la ciudad de Puebla, en la zona centro-sur del estado. Colinda con los municipios de Chigmecatitlán, Tzicatlacoyan, Zacapala, Teopatlán y Coatzingo. En náhuatl, el nombre de esta demarcación significa “monte donde el agua se tiñe de rojo”.
De acuerdo con el último reporte del INEGI, hay un total de 6 mil 317 habitantes y con base en datos del Sistema Nacional de Información Municipal (SNIM), su población se dedica al tejido de carrizo, de palma y de ixtle, así como a la elaboración de muñecos típicos y alfarería.
En caso de que se quieran adquirir artesanías de palma de este municipio, la gente puede comunicarse directamente con los productores. El número telefónico de la señora Virginia es el 222 729 9203 y el de Verónica el 224 112 7426.