Miguel Mestiza Valderrábano y Ana María Lorenzo Hernández, ambos originarios de la Junta auxiliar de Xonocuautla, perteneciente a Tlatlauquitepec, fueron novios por cerca de 17 años, los primeros dos dentro de la comunidad donde nacieron, para luego juntos emprender un proyecto de vida, con la ilusión de mejorar sus condiciones y la de sus familiares, por tal motivo emprendieron el viaje en busca del “sueño americano”, siendo Miguel el primero en cruzar la frontera pata luego ser alcanzado por Ana, estableciéndose en Orange, New Jersey, donde realizaron una vida juntos.
En dicho lugar y tras cerca de 15 años de vivir en pareja, lograron procrear a cuatro hijos, de 13, 8, 7 y 5 años de edad, sin embargo, fueron sorprendidos por la pandemia del Covid-19, siendo Miguel quien por razones aún desconocidas contrajo el virus, ocasionándole una tos que se fue incrementando al paso de tres días, misma que le impidió llegar al hospital, perdiendo la vida en la sala de su casa, sitio en el que se encontraban presentes los menores, quienes presenciaron los lamentables hechos.
De acuerdo con lo narrado por Ana María a El Sol de Puebla, al retornar de su trabajo se encontró con su esposo sentado dentro del baño, debido a una complicación con la tos que padecía, solicitando por ello la ayuda del 911, cuyo personal arribó minutos más tarde, momento en el cual logró trasladarlo a la sala de la casa, donde fue revisado y atendido por personal médico que, pese a los múltiples intentos, no lograron salvarle la vida. El hombre falleció sólo minutos después.
Según dijo Ana María, al no estar casados legalmente, tuvo que enfrentarse a una serie de inconvenientes, como el no poder reclamar el cuerpo, motivo por el que tuvo que solicitar una carta poder a los padres o familiares, a fin de disponer del cuerpo de su pareja y con ello recibir los derechos para la realización de todo trámite, emprendiendo de esta forma la solicitud de repatriación con ayuda del consulado mexicano, todo ello tuvo que hacerse a través de correos electrónicos, debido a la cuarentena en la que se encontraba.
No obstante, logró que las cenizas de Miguel estuvieran entre las 104 urnas de poblanos que tuvieron la oportunidad de retornar a México, porque “su voluntad de él, hubiera sido regresar a su pueblo y despedirse de sus padres y de sus hermanos, por eso siento que no era lo correcto dejarlo acá”. De allí que, sin importarle las múltiples limitantes, llevó a cabo los trámites necesarios para que sus restos fueras repatriados.
Al respecto, también dijo: “siento que no era lo correcto dejarlo a él acá, porque acá no es nuestro país, nosotros somos indocumentados y en algún momento, uno quiere regresar a su país”, previendo que en un futuro sus hijos puedan viajar a México para visitar la tumba de su padre, mientras tanto y ahora como sostén único de su hogar, indicó que seguirá trabajando por lograr el bienestar de sus hijos.
Finalmente, aprovechó la entrevista telefónica para enviar un mensaje a la gente de esta región, a dejar la incredulidad a un lado y no tomar este virus como un juego, sino por el contrario seguir las medidas preventivas, valorando la vida y la de sus familiares.