Alrededor de seis colonias corren el riesgo de inundaciones, tras estar ubicadas sobre uno de los escurrimientos naturales más grandes del valle. Se trata de la barranca conocida como “La Hierbabuena”, la cual descarga agua de lluvia de la zona alta de la Sierra Negra y que ha sido invadida por la mancha urbana, debido a que las autoridades municipales así lo han permitido desde hace muchos años.
Las colonias Tepeyac, Observatorio, Paraíso de Jesús 1.a y 2.a sección, Loma Bonita, así como la colonia Luis Donaldo Colosio, son las zonas contempladas en el Atlas de Riesgo Nacional. En la página se puede observar una imagen satelital en la que se advierte del riesgo hidrometeorológico proveniente de la barranca mencionada, señalando con una marca azul las zonas vulnerables.
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La barranca de “La Hierbabuena” recibe el agua de lluvia que se presenta en la Sierra Negra, desde la zona del municipio de Nicolás Bravo. El agua recorre más de 25 kilómetros entre cerros y barrancas, hasta llegar al valle, desembocando la mayor parte en la colonia Paraíso de Jesús; desde ese punto, otros cuatro kilómetros se internan entre la mancha urbana.
En los primeros kilómetros, la barranca tiene una profundidad de más de 10 metros. Sin embargo, mientras más se acerca a las colonias, el nivel va subiendo y ha llegado al mismo nivel que las propiedades, lo que ha provocado que muchas casas y escuelas se inunden, derribando bardas y causando afectaciones considerables.
Mediante la plataforma nacional, se especifica el nivel de riesgo, que incluye el desbordamiento de ríos, presas o canales de agua, la incapacidad de un sistema pluvial y hasta las descargas de las barrancas. Cabe mencionar que los más de cinco kilómetros que atraviesa el Dren de Valsequillo en la ciudad también están marcados como zona de riesgo.
Antecedentes
Alfredo Arreola Flores, exsecretario de Obras Públicas y catedrático de la BUAP, recordó que este problema comenzó hace 25 años. Ante la necesidad de vivienda, familias adquirieron predios ejidales irregulares, con el consentimiento de las autoridades municipales que nunca intervinieron para evitar el crecimiento de este asentamiento irregular.
“Cuando estaba René Lezama, se hizo una campaña contra los asentamientos irregulares; después vino Felipe Mojarro y continuó con lo mismo, pero luego un director de desarrollo urbano con Álvaro Alatriste permitió la aparición de varios asentamientos irregulares”, así lo recordó el especialista, quien calculó que esto ocurrió alrededor del año 2000.
Comentó que toda esta zona, que en su mayor parte pertenecía al Comisariado Ejidal de San Nicolás Tetitzintla, comenzó a venderse sin que en su momento Desarrollo Urbano, Obras Públicas o Protección Civil lo impidieran, lo que propició un crecimiento desordenado, con viviendas construidas a escasos metros de la barranca.
Exdirectores de Protección Civil municipal, como Luis Santa María Amayo, Erick Hernández González y Antonio Campos, que estuvieron años después al frente de esta dependencia, recordaron que en su momento se entregaron notificaciones en las zonas de mayor riesgo, sabiendo que estaban contempladas en el Atlas de Riesgo. Sin embargo, ninguna familia abandonó su propiedad.
Habitantes conscientes del riesgo
Quienes viven actualmente en esta zona dicen conocer los riesgos de vivir allí. Señalan que cuando adquirieron el predio fue por necesidad y que no podrían estar pagando una renta en una zona más céntrica, por lo que adquirieron el terreno en pagos y poco a poco comenzaron a construir. La mayoría coincide en que llevan entre 15 y 20 años viviendo en esta zona.
Los vecinos de la colonia Paraíso de Jesús explicaron que en la parte alta podría no existir riesgo porque la barranca está muy profunda, pero en la zona en la que ellos se encuentran, poco a poco fueron rellenando, lo que provocó que el nivel comenzara a subir. Además, hoy el problema es que la mayoría de las personas ha utilizado la barranca como depósito de desechos.
Las grandes cantidades de basura doméstica se acompañan de muebles, animales muertos y escombros, lo que provoca que al llover, el agua se desborde hacia las calles o propiedades. Aseguran que han aprendido a vivir con el riesgo, pues es su patrimonio y nunca han pensado en abandonar lo que tanto les costó.
Otro ejemplo es la señora Paola, quien tiene su propiedad sobre la avenida Las Palmas y la 40 Oriente. En esa zona, las casas dejaron intencionalmente un espacio de no más de tres metros, dando paso al agua que viene de la barranca de “La Hierbabuena”, un espacio reducido que se convierte en un enorme río cuando la lluvia es intensa.
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Recientemente, en esa parte donde viven otros familiares, también quedó completamente inundada. Sus pertenencias quedaron inservibles, pero argumentó que así fue construida por sus abuelos, y que no tienen otra opción donde vivir. “Antes no bajaba tanta agua y nunca supimos que estábamos en una zona de riesgo, por eso seguimos construyendo”, mencionó.