"Fue tan tormentoso el tiempo en el que estuve siendo explotada, como lo que ocurre una vez que recuperé mi libertad. Sometida sabía de quien tenía que cuidarme, conocía al hombre al que le tenía miedo. Estaban detrás de él. Ya libre, a cualquiera le temía, a toda circunstancia le huía por el temor de que volvieran por mí. Tanto miedo tuve que dejé de dormir en una cama para hacerlo escondida en el clóset, así estuve varios meses", dijo en entrevista para esta casa editorial "Rosa", quien fue víctima de trata con fines de explotación sexual.
Rosa aceptó dar su testimonio a cambio de dos cosas: el anonimato y no revelar detalles de la averiguación previa impulsado por ella tras lograr escapar, como lo describe, de ese mundo; es poblana y se vino a radicar temporalmente a la Sierra Norte de Puebla, donde ha radicado en los últimos cinco años. En agosto inicia un nuevo proyecto personal en Ciudad de México.
Su testimonio se limita sólo a lo que ocurrió una vez que recobró su libertad: "lo que quiero dejar como testimonio de que pensamos en lo doloroso que es no poder decidir sobre nuestro cuerpo, dejar que se convierta en un objeto que da placer a otros, mayormente desconocidos, sólo por sobrevivir".
Ya libre de su tratante, dormía en el closet por miedo
Más de una ocasión se pausó la entrevista para que ella pudiera llorar; aun cuando hacía el esfuerzo de contenerse. Lleva más de un año en proceso psicoterapéutico y ha logrado ya salir sola a la calle, durar más de dos meses viviendo en un mismo lugar, iniciar una relación sentimental, no tener miedo a bañarse (porque lo había asociado con el comercio sexual de su cuerpo) y arreglarse para verse bonita para ella, ya no dormir en el clóset y tener relaciones sexuales placenteras para ella. Cada vez es más frecuente que duerma toda la noche y no despertar sobresaltada.
En una extraña combinación, se siente afortunada de que aún hoy no le hayan detectado alguna enfermedad de transmisión sexual; ella tenía miedo del Virus de Papiloma Humano (VPH) y del de Inmunodeficiencia Humana (VIH), cuyas manifestaciones no son inmediatas: "primero Dios, todo seguirá así, estando yo sana, en verdad que yo no deseé estar con tantos hombres".
Según sus estudios médicos más recientes: está sana físicamente. No tiene mucho que se atrevió a buscar y conseguir un empleo y está pensando dejar de ejercer su profesión, asociada con las ciencias sociales, para estudiar psicología o de derecho y así ayudar a otras mujeres que atravesaron por lo mismo, tiende más a psicología, en el enfoque de la psicoterapia Gestalt.
Ya se está sanando de la adicción a la mariguana, cocaína, alcohol y otras drogas que se volvieron parte obligado ambiente y que, en algún momento, se fueron su puerta de escape, una manera de hacer llevadero el día a día. Tardó más de dos años en decidirse volver a tener un novio y asegura que el proceso psicoterapéutico le ha ayudado poco a poco a reconstruir su autoestima, sus ganas de vivir y de tener un proyecto de vida.
"Te cuento lo que he sanado, espero tenga la sensibilidad de ver lo que pasé y qué me llevó a eso; si bien ya no soy una víctima, date cuenta del impacto que tuvo en mi vida una experiencia de esta naturaleza, a la que ya no le quiero dar más de mí, más que un lugar en mi pasado para poder construir un presente que me asegure un mejor futuro, con una familia, sintiéndome plena como mujer y como profesionista, quizás como madre", dijo, momentos antes de manifestar el agradecimiento que tiene hacia sus padres, hermanos y hermanas, a sus sobrinos y primos por todo el apoyo que recibió puede recuperar su libertad.
Sólo autorizó compartir para esta entrevista el nombre de "Rosa". Era el nombre que le puso a una muñeca de trapo que convirtió en su confidente y compañera durante esta experiencia.
"En algún momento se convirtió en mi tesoro, lo guardé como lo único bueno que tenía en esta vida porque me lo regaló una niña, me la dio con tal inocencia que me aferré a ella como un lazo con la inocencia que no quería se perdiera en mí... hoy no perdí eso que quería conservar y es lo que me ha dado la fuerza para continuar, para que todo tenga un lugar; hay que dejar ir".
Puebla reporta cero sentencias por este delito ante la CNDH
Acorde al "Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México 2021; Procuración e Impartición de Justicia", de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), elaborado por la Quinta Visitaduría General, a través del Programa Contra la Trata de Personas, en el período comprendido entre el 1 de agosto de 2017 y el 31 de julio de 2021, 27 órganos jurisdiccionales estatales reportaron contar con sentencias definitivas firmes emitidas por los delitos en materia de trata de personas.
Colima, Jalisco y Yucatán informaron al organismo defensor de los derechos humanos que no cuentan con sentencia alguna por estos delitos, mientras que de Guerrero y Oaxaca no fue posible contar con información al respecto.
Aun así, se contabilizan 263 sentencias definitivas firmes por delitos asociados a esta materia. "No fue posible considerar la información de las entidades federativas de Nuevo León y Puebla por inconsistencia en los datos y cifras reportados", se lee en la página 82 de este diagnóstico. En la página 89, en el apartado de "total sentencias condenatorias emitidas, entre 2017 y 2021, Puebla reporta "cero" sentencias en esos años.
Sin embargo, de acuerdo con el documento, a nivel nacional se reportaron 296 personas sentenciadas por los delitos en materia de trata de personas, con sentencias condenatorias firmes, de las cuales 187 son hombres y 109 son mujeres. De este total, en Puebla se condenaron a dos personas, respectivamente, en los años 2017, 2018 y 2021; mientras que en 2019 y 2020 solamente a una. Aún con algunas inconsistencias, en cuanto a la entidad federativa de origen de personas con sentencias condenatorias firmes, por sexo, en Puebla de los siete casos en total, seis son hombres y solamente se ha sentenciado a una mujer.
Con respecto a los registros de "víctimas por sentencia condenatoria firme, por año y órgano jurisdiccional", en Puebla se reporta una víctima por cada año en: 2017, 2019, 2020, 2021; mientras que en 2018 se reportan dos. En cuanto al registro, por entidad federativa, de origen de las víctimas mexicana de sentencias condenatorias firmes, en Puebla se reportan solamente cuatro mujeres.