La imagen de la Preciosa Sangre de Cristo a cuatro siglos de su llegada a la Villa de El Verde, tiene una leyenda que sorprende a los creyentes católicos, pues fue una mulita que cargo con la imagen varios kilómetros y paso por diferentes comunidades hasta llegar a su destino, donde falleció.
Maximino Pérez Aguilar, quien es cronista de San Salvador El Verde, narra en sus textos, que el relato de la llegada de la imagen a esta comunidad, ha pasado de generación a generación de manera oral, y no hay ningún testimonio escrito de su origen en los libros parroquiales, pero sucedió hace muchos años, de acuerdo a lo transmitido de generación en generación.
Unos dicen que fue en el último tercio del siglo XVI, otros que al inicio del XVII, pero fue muy largo su peregrinar antes de llegar aquí, pues se dice que llegó primero la imagen de la preciosa sangre de Cristo a la comunidad de la Preciosita, junta auxiliar del municipio de Tlahuapan, sin embargo, se desconoce la razón del porque no quedó en ese lugar.
Posteriormente llegaría a la población de San Martín Tlauhtzinteco, hoy Texmelucan, la imagen que era transportada en una gran caja a cuestas por una mulita, ésta, con su valioso cargamento se metió al atrio del Convento de Santa María Magdalena que iniciaba su construcción, pero ahí, el sacristán o guardián del templo, al pensar que el dueño de la mulita descuidadamente la había dejado libre, la corrió a palos, ya que se consideraba como un sacrilegio que un animal pisara un lugar sagrado.
La mulita sin rumbo fijo, continuó su largo peregrinar tomando camino para San Salvador Tetzmelucan, hoy El Verde, pero antes de llegar a esta población, se detuvo en la comunidad de San Gregorio Aztotoacan, ahí, según cuenta la leyenda, extenuada y sedienta, con su pezuña, al remover unas rocas hizo brotar un enorme manantial, donde sacio su sed y continuó su camino para llegar a San Salvador El Verde.
Al llegar, se metió al atrio de la parroquia y se disponía a descansar, cuando el sacristán al igual que el otro, se escandalizó y decidió sacarla, sin embargo, pudo más la curiosidad que el deber, pues al ver que el animal traía unas llaves atadas al pescuezo, abrió la caja y con sorpresa se dio cuenta de su contenido, era la imagen del Señor de la Preciosa Sangre de Cristo, asombrado y sin poder dar crédito de lo que sus ojos veían notificó de inmediato al sacerdote sobre el acontecimiento.
El sacerdote al llegar al atrio, inspeccionó la caja dándose cuenta que era cierto lo que se le había dicho, una vez repuesto de la impresión y después de pedir perdón a Dios por su incredulidad, ordenó al sacristán que llamara al pueblo echando las campanas a vuelo. Pero la mulita al cumplir su tarea, libre de su carga, se metió al lugar que era el panteón, ahí se echó y murió, pero los fieles al notar esto, en señal de gratitud, le dieron sepultura en el mismo sitio.
Poco después, en el mismo lugar que se sepultara la mulita, nació un arbusto conocido como hiedra, mismo que, aunque tiene más de cuatro siglos, perdura y ofrece unas flores muy bellas, a pesar de que gente sin escrúpulos varias veces a intentado terminar con él, quemándolo o derribándolo, este arbusto permanece y se regenera por sí mismo.
Más tarde, la comunidad religiosa de San Martín Texmelucan reclamó la preciada imagen, alegando que les pertenecía, puesto que ahí había pasado primero, la gente de San Salvador fue convencida y con resignación aceptó que vinieran por ella, se organizó una peregrinación para llevarse la imagen a Texmelucan, solo que quienes cargaban al intentar salir de la población era tan enorme el peso de la imagen que no había poder humano que pudiera con ella, creyendo que era señal de fatiga, eran reemplazados los que cargaban por hombres más fuertes y sin embargo, ni un paso lograban avanzar.
Curiosamente al retroceder, el peso se aligeraba tanto que decían que incluso un solo niño podría transportarla, pero muchos intentos hicieron, pero en todos fracasaron. Al no poder lograr su objetivo, decidieron regresarla al lugar que la preciada imagen había elegido para su Santuario, la Villa de San Salvador El Verde, la cual es venerada el domingo de resurrección.
Pero es después del miércoles de ceniza, que cada viernes de cuaresma arriban miles de personas de otros estados de la república mexicana a visitar a la imagen milagrosa, ya que es parte de los siete santuarios que reciben más feligreses católicos previo a la semana santa, es por ello que cada fin de semana arriban autobuses y se estacionan en calles aledañas al parque, donde la gente se recrea, descansa y comparte los alimentos tras visitar a la Preciosa Sangre de Cristo.