La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán (RBTC) cumple 6 años de ser considerada como Bien Mixto de Patrimonio Mundial por la UNESCO, reconociendo plenamente sus valores universales excepcionales. En 2018 se le reconoció como un hábitat originario de Mesoamérica, siendo un sitio invaluable e irremplazable para la humanidad y todos los seres vivos.
Pese a que hoy en día esta zona enfrenta problemas de urbanización, saqueo de plantas endémicas y robo de maguey mezcalero, debido a la falta de presencia de autoridades federales que vigilen las más de 145,000 hectáreas que la conforman, son los mismos habitantes de los pueblos dentro de este lugar, junto con dependencias federales, quienes cuidan de ella.
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El pasado 2 de julio se cumplieron 6 años de ese nombramiento, reafirmando México su posición como el primer país en el continente americano y el séptimo a nivel mundial con el mayor número de bienes inscritos en dicha lista, con un total de 35 sitios: 27 culturales, 6 naturales y 2 mixtos. En este lugar converge la riqueza biológica, geológica, cultural e histórica.
Después de que en septiembre de 1998 Ernesto Zedillo Ponce de León le diera el nombramiento como Reserva de la Biosfera, fue 20 años después que se le reconoció su valor universal, al ser propuesta en la Reunión del Comité del Patrimonio Mundial, celebrada en Manama, Bahréin, en su edición número 42; así fue como logró este reconocimiento.
En ese entonces, las autoridades federales señalaron que esta declaratoria de la UNESCO era un privilegio para México, pero sobre todo un compromiso con el mundo, puesto que su conservación no es solo un compromiso de los mexicanos, sino de toda la humanidad. La reserva abarca 145,255.20 hectáreas, con una zona de amortiguamiento de 344,931.68 hectáreas, cubriendo parte de los estados de Puebla y Oaxaca.
La cerámica y el barro fueron prácticas innovadoras en este territorio, actividades productivas que siguen vigentes. Además, su riqueza faunística supera a la de cualquier región semiárida y árida del planeta; lamentablemente, programas como el impulso al agave poblano ponen en riesgo la permanencia de los agaves nativos y otras especies debido al cambio de uso de suelo.
En cuanto a su importancia, se explicó que este lugar es un ejemplo de adaptación del ser humano a lo largo de un periodo de más de 14,000 años, a través de sistemas de irrigación, domesticación de plantas, sistemas agrícolas y prácticas complementarias con el uso de cactáceas.
Cabe señalar que hasta la fecha en esta zona perteneciente al estado poblano, aún se sigue llevando a cabo la producción de sal, y existen asentamientos residenciales y diversos sistemas políticos, religiosos y lingüísticos. Son los mismos habitantes, a través de programas federales, quienes han podido aprovechar este lugar, pero al mismo tiempo cuidarlo.
Una de las características especiales es que alberga ecosistemas y especies únicas en el mundo, incluyendo el 70 por ciento de las familias de flora a nivel mundial y más de 3,000 especies de plantas vasculares, de las cuales el 10 por ciento son endémicas. El bosque de cactus, donde hay enormes biznagas que fueron utilizadas por el hombre hace más de mil años, es uno de los atractivos más espectaculares.
En cuestión de fauna, esta reserva alberga a cinco de las seis especies de felinos que existen en este país, como el jaguar y el puma. En cuanto a aves, la zona es sobrevolada por el águila real y la guacamaya verde, entre otras tantas especies que se ubican en sitios identificados, que se han convertido en un atractivo turístico nacional e internacional.
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Quienes viven en esta zona única señalaron que es necesario que los tres niveles de gobierno se sumen a la vigilancia de este lugar, además de desarrollar actividades con apego a las características de la biodiversidad del territorio y su fragilidad.