En pleno siglo XXI y contra la voluntad de los dirigentes del cristianismo, se mantiene hasta nuestros días el ritual del “Xopechtli” en el cerro sagrado del Yelotepetl, en la Junta Auxiliar de Cuaxicala, perteneciente a Huauchinango, donde aún se realizan cada año, como se hizo en las primeras horas del año 2022.
Es una práctica clara del sincretismo religioso en donde se ofrenda en el acceso principal a la iglesia de Santa Mónica en la zona baja de Cuaxicala, sin embargo, la ofrenda y el pedimento es a los 24 señores floridos (Xochiseñores) del universo nahua. Esto se hace cada año nuevo al recibir las primeras luces del día.
Antes de tomar los alimentos, estos se colocan en el altar de la iglesia católica y después se comparten con los asistentes. Es atole de masa endulzado con panela, se acompaña con bolillo y un tamal de mole.
Después se avanza a la zona media de la comunidad en donde está una casa de mampostería y azotea a dos aguas que hace poco se construyó así, ahí está el Santocalli (Saca sagrada), en el interior están dos teponaztli, a los que se les florea y al igual que en Santa Mónica, la ofrenda consiste en tomar un pollito vivo por parte del curandero tradicional, quien lo bendice y lo envuelve en hojas de acalama, entre doce rajas de ocote atados con un mecatito de cáscara jonote o de árbol de moral; se suplica a los 24 señores floridos del universo nahua a que acepten la ofrenda, después se sepulta el envoltorio.
El tlamatqui (el que sabe), don Epifanio, ora en náhuatl y pide “buenas cosechas, acabar con todas las enfermedades”, pide “por la salud de las autoridades auxiliares” que pronto se elegirán en las comunidades de Huauchinango, también pide por las autoridades en general, “empezando por el presidente de la República”, según la traducción del antropólogo, René Esteban Trinidad.
El día de rituales se termina en la cima del cerro Yelotepetl (cerro del elote considerado masculino), mismo que fue defendido especialmente por las mujeres de Cuaxicala, cuando la empresa Gasomex introdujo el tubo “y cortó el cuello del cerro”, dijeron en ese momento las inconformes.
En el cerro es menos secretismo y más ritual mesoamericano (acción más pura) en donde se hace el mismo procedimiento, sólo que, en este con la sangre del ave se riega por los trozos de ocote y cera, con lo que se pide fertilidad para tierra.
A los 24 señores floridos se les pide que en este año “no se molesten, que no se quiere más enfermedades, no más sequías, no más mala cosecha, se les pide que estén como antes, que siga trabajando juntos: las deidades y los seres humanos”.
Don Epifanio, oriundo de la comunidad de Alseseca, municipio de Huauchinango, termina con el ritual que es el inicio del ciclo agrícola.