/ miércoles 10 de marzo de 2021

Sobreviviente de dos frentes: Ángel, el médico que pasó de combatir a padecer la enfermedad en carne propia

“De verdad cuando escuchas el diagnóstico u observas los resultados, te ‘paniqueas’.", cuenta para El Sol de Puebla el responsable del Centro de Enfermedades Respiratorias del ISSSTEP

La pandemia de COVID-19, ha cobrando desde el 2020 y hasta hoy más de dos millones de vidas en todo el planeta, forzó al personal médico disponible en la ciudad a meter las manos sin importar el desconocimiento sobre la enfermedad o la ausencia de protocolos para tratarla, contenerla o minimizarla.

El aparato sanitario y sus médicos como el doctor Ángel Vázquez Flores, responsable del Centro de Enfermedades Respiratorias del ISSSTEP, pasaron de consultas cotidianas a poner en riesgo la vida en el afán de cumplir a cabalidad con el juramento hipocrático, el cual se fundamenta en la máxima: “no llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”.

Vázquez Flores, quien también funge como médico geriatra, es hoy sobreviviente del COVID-19. Es decir, pasó de tratar y combatir la enfermedad en la primera línea a padecerla.

El médico luce hoy recuperado y se rehúsa a emplear para sí el adjetivo de “sobreviviente”, pues el mismo se lo reserva “a los hospitalizados, a quienes han sufrido las secuelas del COVID y siguen luchando por hacer su vida como hasta antes de caer víctimas de este mal”, explica en charla exclusiva para El Sol de Puebla desde el Centro de Enfermedades Respiratorias, uno de los epicentros en la entidad contra la lucha ante el SARS-Cov2.

Pero a pesar de no sufrir los peores estragos de un padecimiento que sólo en Puebla registra 72 mil 460 casos acumulados; admite que caer enfermo de COVID-19, es caer presa de un mal donde la incertidumbre lleva mano porque un día se puede estar bien y al otro… al otro tal vez existan pocas o nulas chances de contarla.

“La incertidumbre con el COVID está a la orden del día porque no sabes cómo vas a evolucionar, puesto que la enfermedad es radical y para muestra los casos asintomáticos y los casos con fallos múltiples de un día a otro en los órganos”, precisa.

“Aunque de verdad cuando escuchas el diagnóstico u observas los resultados, te ‘paniqueas’. Pero es ahí cuando comienza la lucha y la responsabilidad, ya que es difícil tomar una decisión como aislarse de todos, incluida la familia, pero ante todo se debe de ser responsable y tomar una decisión en beneficio propio y de quienes te importan”, añade.

El médico dio positivo a la prueba de detección el 16 de marzo del 2020 tras estar en contacto directo con los pacientes del Centro de Enfermedades Respiratorias, que hasta antes de la pandemia fungía como Unidad Médica Infantil, la cual cambió o cedió su espacio por la crecida de pacientes contagiados llegando al ISSSTEP, donde el 50 por ciento del personal médico ha registrado una pérdida de un familiar cercano por el COVID-19.

“Es un riesgo que todos los médicos corremos cuando se está en el área de choque, mi contagio se da tras intubar a un paciente. Comencé con una conjuntivitis y mucha fatiga; pero tras aquello presenté un cuadro moderado y poco a poco fui saliendo”, comparte.

Leer más: "Sentí una grieta en mi corazón", así han vivido las pérdidas los más pequeños

Foto: Bibiana Díaz

“Simplemente me aislé, gracias a Dios nadie de mi familia se contagió (esposa e hijos) y todo se dio de la mejor forma”, agrega.

A pesar de librar la enfermedad, el galeno admite lo difícil de tratarla como paciente cuando se es médico, porque difícilmente se acepta el diagnóstico o el tratamiento de alguien más, situación a la cual alude la muerte de varios de sus colegas producto de esta enfermedad durante los últimos meses.

“Como pacientes, los médicos somos los peores. Es muy complicado el aceptar o que te dejes llevar por otros colegas y por esa razón hemos perdido la batalla contra este mal y eso también nos debe de hacer reflexionar”, recapacita.

¿Y LA FAMILIA?

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Foto: Bibiana Díaz


Si bien Vázquez Flores sigue combatiendo el COVID-19 en primera línea, cumpliendo al pie de la letra con el juramento hipocrático, ha sacrificado a su esposa e hijos, quienes le han demandado en los últimos meses cesar por un momento la lucha contra el padecimiento. El doctor sabe que la petición es más bien una preocupación, pues a pesar de estar ya vacunado, no existen garantías sobre no volverse a infectar.

Ángel, pues cuando comparte esto se retira los lentes protectores y se retira poco a poco la ropa hospitalaria, aprovecha el espacio para agradecerle a su pareja el apoyo y la comprensión.

“(La familia) claro que me ha reclamado, pero hoy estamos en esto y hay que seguir, sé que he fallado en muchos momentos con ellos; aunque creo que muy a su pesar lo aceptan y me siguen alentando. Por eso les agradezco a cada uno de ellos, a mi esposa en especial, quien es mi todo y sin ella créeme que yo no estaría aquí con el ánimo de ayudar a otros”, dice de forma sincera.

“Esto no se ha acabado, la lucha sigue por más que exista una vacuna. Así que hoy no queda más que aprender a vivir con esta nueva normalidad y habrá que seguir atendiendo todas las disposiciones sanitarias porque es verdad aquello de, ‘si te cuidas tú, nos cuidas a todos’”, remata.

La pandemia de COVID-19, ha cobrando desde el 2020 y hasta hoy más de dos millones de vidas en todo el planeta, forzó al personal médico disponible en la ciudad a meter las manos sin importar el desconocimiento sobre la enfermedad o la ausencia de protocolos para tratarla, contenerla o minimizarla.

El aparato sanitario y sus médicos como el doctor Ángel Vázquez Flores, responsable del Centro de Enfermedades Respiratorias del ISSSTEP, pasaron de consultas cotidianas a poner en riesgo la vida en el afán de cumplir a cabalidad con el juramento hipocrático, el cual se fundamenta en la máxima: “no llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”.

Vázquez Flores, quien también funge como médico geriatra, es hoy sobreviviente del COVID-19. Es decir, pasó de tratar y combatir la enfermedad en la primera línea a padecerla.

El médico luce hoy recuperado y se rehúsa a emplear para sí el adjetivo de “sobreviviente”, pues el mismo se lo reserva “a los hospitalizados, a quienes han sufrido las secuelas del COVID y siguen luchando por hacer su vida como hasta antes de caer víctimas de este mal”, explica en charla exclusiva para El Sol de Puebla desde el Centro de Enfermedades Respiratorias, uno de los epicentros en la entidad contra la lucha ante el SARS-Cov2.

Pero a pesar de no sufrir los peores estragos de un padecimiento que sólo en Puebla registra 72 mil 460 casos acumulados; admite que caer enfermo de COVID-19, es caer presa de un mal donde la incertidumbre lleva mano porque un día se puede estar bien y al otro… al otro tal vez existan pocas o nulas chances de contarla.

“La incertidumbre con el COVID está a la orden del día porque no sabes cómo vas a evolucionar, puesto que la enfermedad es radical y para muestra los casos asintomáticos y los casos con fallos múltiples de un día a otro en los órganos”, precisa.

“Aunque de verdad cuando escuchas el diagnóstico u observas los resultados, te ‘paniqueas’. Pero es ahí cuando comienza la lucha y la responsabilidad, ya que es difícil tomar una decisión como aislarse de todos, incluida la familia, pero ante todo se debe de ser responsable y tomar una decisión en beneficio propio y de quienes te importan”, añade.

El médico dio positivo a la prueba de detección el 16 de marzo del 2020 tras estar en contacto directo con los pacientes del Centro de Enfermedades Respiratorias, que hasta antes de la pandemia fungía como Unidad Médica Infantil, la cual cambió o cedió su espacio por la crecida de pacientes contagiados llegando al ISSSTEP, donde el 50 por ciento del personal médico ha registrado una pérdida de un familiar cercano por el COVID-19.

“Es un riesgo que todos los médicos corremos cuando se está en el área de choque, mi contagio se da tras intubar a un paciente. Comencé con una conjuntivitis y mucha fatiga; pero tras aquello presenté un cuadro moderado y poco a poco fui saliendo”, comparte.

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Foto: Bibiana Díaz

“Simplemente me aislé, gracias a Dios nadie de mi familia se contagió (esposa e hijos) y todo se dio de la mejor forma”, agrega.

A pesar de librar la enfermedad, el galeno admite lo difícil de tratarla como paciente cuando se es médico, porque difícilmente se acepta el diagnóstico o el tratamiento de alguien más, situación a la cual alude la muerte de varios de sus colegas producto de esta enfermedad durante los últimos meses.

“Como pacientes, los médicos somos los peores. Es muy complicado el aceptar o que te dejes llevar por otros colegas y por esa razón hemos perdido la batalla contra este mal y eso también nos debe de hacer reflexionar”, recapacita.

¿Y LA FAMILIA?

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Foto: Bibiana Díaz


Si bien Vázquez Flores sigue combatiendo el COVID-19 en primera línea, cumpliendo al pie de la letra con el juramento hipocrático, ha sacrificado a su esposa e hijos, quienes le han demandado en los últimos meses cesar por un momento la lucha contra el padecimiento. El doctor sabe que la petición es más bien una preocupación, pues a pesar de estar ya vacunado, no existen garantías sobre no volverse a infectar.

Ángel, pues cuando comparte esto se retira los lentes protectores y se retira poco a poco la ropa hospitalaria, aprovecha el espacio para agradecerle a su pareja el apoyo y la comprensión.

“(La familia) claro que me ha reclamado, pero hoy estamos en esto y hay que seguir, sé que he fallado en muchos momentos con ellos; aunque creo que muy a su pesar lo aceptan y me siguen alentando. Por eso les agradezco a cada uno de ellos, a mi esposa en especial, quien es mi todo y sin ella créeme que yo no estaría aquí con el ánimo de ayudar a otros”, dice de forma sincera.

“Esto no se ha acabado, la lucha sigue por más que exista una vacuna. Así que hoy no queda más que aprender a vivir con esta nueva normalidad y habrá que seguir atendiendo todas las disposiciones sanitarias porque es verdad aquello de, ‘si te cuidas tú, nos cuidas a todos’”, remata.

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