TEZIUTLÁN, Pue.- Desde 1999, los habitantes de la coloniaJuárez fueron notificados de que se encuentran en zona de altoriesgo ante contingencias como los huracanes y tormentastropicales; sin embargo, la falta de recursos para comprar una casay el arraigo por sus antepasados han orillado a 90 familias avivir en las laderas del río Xoloco, que se ha convertido en unaespecie de drenaje municipal, pues solo transporta aguas negras.Gloria Baltazar Castelán es una mujer que vivea escasos cuatro metros de altura del río. Desde su habitación seoye la corriente, que este sábado estaba quieta si se compara conotras veces en las que “crece como unaplaya y se lleva al paso refrigeradores o bebés en sucuna”. La señora relata que su madre se negó amudarse hace 18 años porque tenía desconfianza de que lasautoridades le cumplieran con entregarle una casa. Ahora,ese lugar es su única propiedad. Sabe que podría morir allí encualquier momento, pero no tiene opciones, pues la familia hacrecido más que los ingresos que perciben trabajando enrestaurantes.
Aunque vive en zona de riesgo, ella y sus hijos pagan agua,electricidad, cable y otros servicios. Dice que son recordados solocuando les dejan los recibos en la puerta, pero no para recibirmantenimiento a los angostos caminos del acceso a casa o paraayudarle con el pequeño desgajamiento que hubo la semanapasada.
Derivado de la tormenta tropical “Franklin”, en la coloniaJuárez hubo afectaciones parciales a un camino y a la viviendadonde habitan dos familias. La población acusó que no haydisposición de autoridades locales para corregir los daños ni,mucho menos, para plantear reubicaciones para quienes viven conmayor riesgo –que son alrededor de 12 familias–.
El inspector de la colonia Alberto Quiroz responsabilizó alárea de Protección Civil municipal de Teziutlán del tema de lareubicación, aunque dijo que hay gente "estúpida" que no se vadel sitio porque quiere que el gobierno le asigne un predio de lamisma extensión que los que posee junto a la barranca. Tambiénindicó que hay quienes conservan sus antiguas viviendas –de lasque fueron evacuados en 1999– y ahora rentan su propiedad en lazona, con lo cual ponen en riesgo a otras familias.
“APOYO ES TEMPORAL, PORESO NO NOS VAMOS”
Las señoras Eva García Juárez y Aurelia Mote Sánchezcoinciden en que, a lo largo del tiempo, las autoridades han sidocómplices de que los habitantes lleguen a zonas de riesgo.
Recuerdan a Hermenegildo Cadena, quien vendió los predios a lagente que pobló la colonia Juárez. Nadie lo detuvo, y el costo de35 mil pesos fue atractivo para quienes no podían acceder a unterreno en una superficie plana.
La primera mujer se mudó hace 20 años a la zona. Presenció ladesgracia de hace 18 años y se quedó en su casa, sin evacuar,como esta vez. En aquella ocasión le dijeron que su viviendaestaba en área vulnerable, pero que “iba a aguantar”. No ledieron un documento que probara esa apreciación, pero ella confióen las autoridades y no se ha movido.
Su domicilio es de blocks y está colado; se construyó hacetres décadas. Actualmente, los habitantes están impedidos paracolocar material pesado en las casas debido al riesgo. Tienen quepedir permisos para ampliaciones y cualquier otra obra.
A la señora también le llegan puntualmente los recibos. Elúnico servicio del que carecen en la colonia es el de recolecciónde basura, por lo que hay quienes la llevan a la calle principalpor la noche, otros la queman y algunos más la echan a labarranca.
En el caso de la señora Aurelia, lleva más de 40 añosviviendo en este barrio, y solo evacuó unos días por“Franklin”. Está acostumbrada a vivir allí, pues el ríocrece poco y no tiene otro lugar para ir, ya que sus hijos viven enentidades distintas; además, está cansada y no se “hallaría”en otra casa.
Una más de las familias que habita cerca del afluente aceptóla evacuación provisional por el mandato de Protección Civil,pero regresó a casa porque tampoco tiene otro sitio seguro parahabitar.
SÉ QUE ESTAMOS EN PELIGRO,PERO NO HAY DINERO
La semana anterior, Elena Méndez y su familia no evacuaron lacasa donde habitan, al pie de la barranca, debido a que la alertano fue de huracán categoría 3, sino solo de 1, y luego sedegradó.
Desde la puerta de su vivienda, comenta que ella vivía en elbarrio de Xoloco, pero su trabajo y la escuela de sus hijosrepresentaban gastos mayores por el transporte público y lostiempos de traslado. Hace aproximadamente dos años optó pormudarse a la barranca, que, si bien implica un peligro constante,es un apoyo para su bolsillo y el de su esposo, pues les cobran unarenta de 800 pesos mensuales.
De esa colonia hacia el Centro son menos de cinco minutos a pie,por lo que ahorra en pasaje y puede hacer sus compras a cualquierhora.
Aunque ella estaría dispuesta a vivir en una colonia con menosalertas en temporada de lluvias, señala que una renta de tres milpesos sería impagable, pues desembolsa dinero por luz, gas y agua.Por eso, seguirá en la colonia Juárez, esperando que no ocurraalguna desgracia.
Señala que, en caso de alertas graves por otro fenómenometeorológico, sí estaría obligada a evacuar la zona junto a sufamilia, pero, mientras no tenga otra opción para vivir,continuará en el mismo sitio.
AUTORIDADES ESPERAN VERMUERTOS PARA ACTUAR
El señor Daniel Luna y su hijo parecen cansados de acarrearpiedras en las inmediaciones de la calle Salvador Allende. Desde eljueves se deslavó una ladera que está frente a su casa.
La colonia Juárez parece una pequeña ciudad donde no haycalles para autos, solo caminos peatonales; algunos con piedra ylodo, y otros, de cemento.
Los Luna se encuentran en una callejuela de terracería, dondese han caído piedras que se desgajaron por el reblandecimiento dela tierra a causa de las pasadas lluvias de “Franklin”.
Padre e hijo acusan que ni el inspector de la colonia ni lasautoridades municipales se interesaron por quitar el pequeñoderrumbe. Piden que se construya un muro de contención, pero venlejana la posibilidad porque dicen que los tres órdenes degobierno se olvidaron de la colonia luego de 1999. “Esperan ver muertos para queseamos noticia y actúen”, expresa Daniel Luna,pues en esta ocasión las autoridades no se acercaron paracontabilizar afectaciones.
Ambos se quejan porque, además del pequeño derrumbe, elsistema de drenaje no sirve y en la estación primaveral se respirasolo pestilencia y pobreza.
“El drenaje tiene unos diez años tronado, pero nadie hacenada”, apunta el señor, que habita esta colonia desde hacecuatro décadas.
INSPECTOR INSULTA A MUJERESPOR DESEAR REUBICACIÓN Y NO CASARSE
Respecto al riesgo en el que se encuentran las colonias deTeziutlán –que eran 48 hasta 2014, según el área deProtección Civil municipal–, el inspector de la colonia Juárez,Alberto Quiroz, opinó que en algunos casos no se evacuó porque setrata de mujeres solteras y no tienen “quien las mande”. Tildóde “estúpidos” a quienes piden reubicación en predios deigual o mayor tamaño que los que habitan.
Durante la contingencia de la semana pasada, la autoridadsubalterna estaba de viaje, por lo que no pudo recoger lasinquietudes de sus gobernados al momento de la alerta.
Aunque su familia le informó que personal de Protección Civily del Ejército mexicano se apersonó para invitar a los habitantesa la evacuación, dijo que hicieron caso omiso.
Mientras se le entrevistaba, una señora llegó a su casa acuestionarlo por la situación, pues ella no fue invitada a salirde su hogar durante la contingencia. En respuesta, el inspectorsolo le indicó que estuvo ausente, aunque después de su partidaseñaló a este medio: “Esa gente que usted vio, que habla mal deuno, es la primera que no se quiere ir. ¿Sabe que quieren sureubicación en un terreno de 30 por 40 metros? Están mal delcerebro. Vaya, están estúpidos, ¡vaya! ¿Cómo le van a dar esopor un área que no vale un peso? (…) Dicen que nadie se quisoir por sus pistolas”.
Además de esa expresión contra sus gobernados, Quirozdefendió su labor de “prevención” mediante la entrega de unossilbatos. También ridiculizó a quienes le antecedieron en elcargo por el hecho de ser mujeres y no estar casadas con un hombre.“Yo hago trámites,yo hago todos los trámites. La gente que se fue (el anteriorinspector) no me dio ningún papel; es que son puras mujeres, ycomo son conflictivas y como no tienen marido ni nadie que les digaqué hacer... Yo sí tengo mi familia (…) Esa señora no obedecea nadie, como no tiene marido”.
RESPONSABILIDAD DE LAGENTE, HABITAR ZONAS DE RIESGO
Gloria Baltazar, que tiene 52 años, cuenta que llegó delmunicipio de Tlapacoya –ubicado a 21 kilómetros lineales deTeziutlán– a los 10 años. Su padre era alcohólico y su madreoptó por acercarse a ese sitio, donde, por la presencia de otrosfamiliares, previó un mejor comportamiento de su progenitor.
No hubo cambios en la actitud del padre, quien murió tiempodespués. No obstante, ella y su hermano estuvieron obligados avivir en una zona de riesgo, pues fue lo que su madreencontró.
La señora cuenta que ella y su mamá vieron pasar desde su casa–en 1999– a un niño en su cuna, refrigeradores, enseres yanimales flotando en el agua. El episodio fortaleció a la familia,que, desconfiada, prefirió no aceptar un hogar en la coloniaAyotzingo, pues lo que tenían les había costado suficienteslágrimas.
Gloria vio morir a su madre por un paro cardiaco en el zócaloteziuteco, por lo que ahora cree que está en manos del destinomorir en cualquier lugar, incluso ahogada por la turbia corrienteque pasa bajo su dormitorio.
No obstante, estaría dispuesta a irse, pero apenas puede consus gastos.
Como mensaje dirigido a personas que piensan como ella, elinspector señaló que es responsabilidad de cada habitante rentaro comprar en el área, pues aun con el riesgo se pueden leeranuncios de venta de lotes.