Estudiantes afectados por la crisis legal de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) mantienen plantón a las afueras de la institución educativa. El sitio no sólo se ha convertido en un lugar abierto para tomar clases híbridas, también se volvió un punto de reunión y cohesión entre quienes son de nuevo ingreso y aquellos de semestres avanzados. El objetivo de la protesta: volver a clases y evitar que la disyuntiva legal afecte aún más sus estudios profesionales.
Fue el pasado 3 de febrero cuando el alumnado de esta universidad poblana tomó la decisión de instalarse en la vía principal de acceso a la UDLAP. Desde entonces, el número de integrantes ha crecido proporcionalmente y con ello el apoyo; desde profesores que imparten cátedra a diario en carpas provisionales, madres y padres que se organizan para llevar alimentos y artículos necesarios a quienes permanecen ahí, alumnado de otras universidades que acompaña la protesta y empresarios solidarios que ofrecen sus productos como ayuda.
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Juan Hernández, egresado de la UDLAP y actual integrante del comité organizador del plantón, reconoce en entrevista que existen distintas formas de unirse a la protesta; desde apoyo en redes sociales, donación de víveres y artículos de utilidad para el campamento, hasta la participación presencial en el lugar de la protesta.
Además de reunirse todos los días para recibir clases y compartir alimentos, las y los estudiantes participan en actividades culturales y recreativas que buscan acercar las condiciones de “normalidad” que se vivían antes de esta crisis, sobre todo para quienes no conocen todavía el campus, fija Hernández.
En los últimos días, el movimiento ha tenido un especial apoyo por parte de compañeros de otras universidades como la Ibero Puebla, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Anáhuac y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). En promedio, asisten poco más de cien personas al día y aproximadamente cuarenta de ellas duermen ahí, indica Juan Hernández.
Este viernes, unas 100 personas entre estudiantes, profesores y familiares se congregaron en el punto de reunión. Con gran esperanza, esperan que su protesta sea la resistencia que finalmente surta el efecto deseado y puedan regresar ya a su universidad.
LO QUE HACEN
De lunes a domingo, el lugar se llena de estudiantes. Algunos duermen y otros sólo van a tomar sus clases. Por ello, el plantón cuenta con facilidades para quienes optan por quedarse ahí: desde alimentos y bebidas hasta acceso a internet para tomar clases virtuales y oportunidad de participar en actividades integradoras.
Una decena de compañeras y compañeros universitarios ha decidido integrar el equipo de ‘líderes de campamento’, añade. Las funciones de este equipo consisten en llevar un registro de todas las personas que asisten en tiempo real al plantón, con la intención de conocer sus necesidades y garantizar que su estancia sea cómoda y segura.
Con ayuda de un grupo de mamás que ha decidido sumarse a los reclamos, las y los alumnos en protesta reciben las tres comidas del día. Estos alimentos son productos donados por micronegocios de los municipios de San Andrés Cholula y San Pedro Cholula.
Una de las madres que integra la coordinación de víveres es Vanessa Durán. Ella comparte a El Sol de Puebla que, desde hace más de una semana, tomó la decisión de acompañar a su hija y se unió a la protesta. Además de colaborar en la preparación de alimentos, Durán ofrece asesorías de Cálculo en una de las carpas provisionales colocadas por los mismos estudiantes.
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Asegura que junto a una decena de padres y madres de familia se ha logrado suministrar efectivamente los alimentos que son donados a la causa, pues reporta que no ha hecho falta nada para los poco más de 90 platos que se sirven diariamente en promedio, en el plantón.
“Todo es a base de donaciones, [nos han traído] agua, pan, servilletas, platos, jugo, leche, cereal (...). Tratamos de tener un menú variado (...), unos profesores donaron chilaquiles, pero ha habido de todo: sandwiches, pollo rostizado [y] cemitas, principalmente”.
El desayuno se sirve a las nueve de la mañana, pasado ese tiempo, un grupo de porristas de la universidad acude al plantón para brindar activación física a quienes ahí se encuentran. Bajo la consigna ‘Disculpen las molestias, queremos estudiar’, las y los estudiantes reciben, con ejercicio, un nuevo día a las afueras de su casa de estudios.
Además de comida, habitantes de Cholula, compañeras y compañeros foráneos, y madres y padres de familia, han reunido los recursos para contratar servicio de baños portátiles, la compra de algunos pupitres, casas de campaña, colchones inflables y bolsas para dormir.
PROFESORES SE SUMAN AL PLANTÓN
Pese a que la currícula docente de la universidad sobrepasa las 500 plazas, al lugar han acudido poco menos de cincuenta profesores, esto en gran medida por las condiciones de pandemia por la COVID-19 que aún prevalecen, expone Juan Hernández.
Los académicos Víctor Manuel Reynoso Angulo y Miguel Ángel Méndez Rojas, de los departamentos de Relaciones Internacionales y Nanotecnología e Ingeniería Molecular, respectivamente, son unos de ellos, pues acudieron este viernes al plantón para acompañar a sus alumnos en protesta, pues a ellos también les afecta no trabajar en las instalaciones.
Víctor Manuel Reynoso, doctor en Ciencia Social por el Colegio de México, dará su primera clase en una de las siete carpas colocadas ahí, a partir del lunes: “Estoy contento de poder ver seres humanos cara a cara (...). [Con la educación a distancia] ha habido un retroceso académico, el aprovechamiento no es el mismo”.
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NEGOCIOS ALEDAÑOS APOYAN AÚN CON ESCASEZ EN SUS VENTAS
En un recorrido hecho por este medio a la estrecha avenida de la 14 Oriente, ubicada detrás de la universidad y uno de los puntos más concurridos y de mayor afluencia comercial en la zona de San Andrés Cholula, se pudo constatar que existen negocios de distintos giros empresariales que hoy se encuentran cerrados y con las esperanzas agotadas de seguir trabajando en un entorno que se ve gris por todas partes.
Es solo un puñado de locales que ha podido sobrevivir la crisis. Algunos de ellos sufren por la incertidumbre de no saber cuándo volverán las y los estudiantes a clases, pues en su mayoría, confiesan, más del 80 por ciento de sus ventas netas han sido generadas por el flujo de personas que asisten a la universidad.
Adriana Rosas, encargada de la Juguería Conchita, ubicada en un centro comercial al exterior del Villas Residencial del Puente –un conjunto habitacional conocido por albergar una gran cantidad de estudiantes en épocas de clases presenciales–, nunca imaginó que la crisis ocasionada a raíz del cese de actividades en pandemia pudiera ser superada, estaba equivocada.
En entrevista con El Sol de Puebla, Rosas admite que en dos años su utilidad ha disminuido hasta en un 60 por ciento; reconoce que en sus 20 años de existencia el negocio familiar especializado en la venta de desayunos nunca había vivido una crisis similar. En la actualidad, la gravedad es tal que, asegura, las ventas generadas al momento “solo le sirven para sobrevivir”, pues el margen de ganancias es apenas el necesario.
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No obstante, pese a vivir ese escenario, Juguería Conchita tomó la decisión de sumarse a la protesta y ayudar a las y los estudiantes que se encuentran en el plantón: “Apoyamos en lo que podemos, pues nosotros dependemos de ellos. Vamos a apoyarlos siempre que podamos”, dice Adriana Rosas.
Para contribuir a la causa, ella ha tomado la decisión de ofrecer sus productos de desayuno “al costo”, pues al venderlos su margen de utilidad es inexistente; es decir, sacrifica la ganancia con tal de apoyar a quienes se encuentran a las afueras de la universidad: “Por ejemplo, un desayuno está en noventa pesos y a ellos se los damos en sesenta. No hay ganancia, pero sí afecta, porque (...) dependemos aproximadamente ocho familias de este negocio”, destaca la empresaria.
Otro de los comercios que se ha sumado a la protesta es Jorobas Beers, ubicado en la 14 Oriente. Antonio Yitani, propietario de ese establecimiento focalizado en la venta de alimentos y bebidas alcohólicas, lamenta que no exista una fecha de regreso a las aulas todavía: “El ambiente jovial que se vivía en Cholula se ha vuelto en un toque de queda”.
Asegura que en los nueve años que lleva operando el negocio, nunca había vivido un déficit de esa magnitud. Respecto a las utilidades, el empresario evalúa que se ha visto un decremento del noventa por ciento de las utilidades registradas en años como 2019 y 2020. En la actualidad, el 10 por ciento restante de ganancias sirve principalmente para el pago de nómina.
No obstante, detalla que a consecuencia de la crisis generada por la falta de estudiantes, gran parte del personal de Jorobas Beers ha dejado de laborar, principalmente meseros.
Para mostrar su apoyo a la protesta, Yitani expone que ha donado aproximadamente mil 500 pesos en productos alimenticios a las y los jóvenes que se encuentran en el plantón.
Por otra parte, no son sólo los negocios de alimentos los cuales padecen la interrupción de actividades académicas. Zahyra Pinto es propietaria de la empresa BiclaMx, que ofrece planes de renta mensual para el uso de bicicletas en Cholula.
Antes de la pandemia, comparte, vendía aproximadamente cinco suscripciones por hora; en la actualidad, la cifra se modificó a tres al mes, establece. Esta realidad no ha mejorado ni siquiera con los múltiples intentos de ofertas y promociones que emprendió en este último año, declara. Aún con ese panorama, BiclaMx ofrece descuentos a quienes se encuentran en el plantón, con la opción de quedarse la bicicleta en casa durante el mes de su suscripción.
SUS EXPECTATIVAS
A decir de Juan Hernández, todo inició cuando Armando Ríos Piter fue nombrado rector interino por la Junta para el Cuidado de las Instituciones de Asistencia Privada estatal. A partir de ese momento, sólo fueron ocurriendo eventos como la supuesta orden de liberación del campus, que terminó siendo una falsedad, pues elementos de seguridad permanecieron en las instalaciones de la UDLAP, con dos de los tres accesos bloqueados.
El objetivo principal de la manifestación presencial, subraya, es pedir que la justicia federal aplique la ley y declare la restitución del patronato original de la UDLAP, con Cecilia Anaya Berríos como rectora.
Hernández declara que al permanecer en el plantón se transmite la postura de que el alumnado permanece en resistencia, pues la totalidad de personas anhela ingresar a las aulas lo antes posible, especialmente quienes no han entrado nunca a la universidad: “Va a valer la pena. A pesar de que las imágenes actuales del campus [nos] rompen el alma, ellos [los estudiantes de nuevo ingreso] van a ver un campus magnífico, con espacios de convivencia increíbles. Aguanten”.
Hernández se graduó desde el año 2020, no obstante, su documentación ha permanecido al interior de la universidad desde entonces y ésta no ha sido procesada para emitir su título. Así como él, otras 200 personas, aproximadamente, se encuentran en la misma traba, declara.