Zapotitlán Salinas es un municipio poblano ubicado en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán. Es un sitio desértico en donde predominan los cactus, las artesanías de barro bruñido y la gastronomía que tiene que ver con insectos o flores de cactáceas, pero también es cuna de los popolocas o ngiwas, uno de los siete pueblos indígenas originarios del estado.
La etnia popoloca es la tercera más importante en Puebla debido a su número de población y hablantes de la lengua, sin embargo, está en peligro de extinción. Para los especialistas, esta comunidad está desapareciendo por culpa de la pobreza, la discriminación y la migración.
No obstante, los habitantes de Zapotitlán creen que esto se debe a que no existió una adecuada transmisión de historia entre generaciones y porque hubo un descuido en el registro de las tradiciones, principalmente las orales, ya que muy pocos de sus conocidos hablan actualmente el popoloca.
Ante esta situación y con el objetivo de que no desaparezca la etnia, algunos habitantes de Zapotitlán promueven la identidad colectiva a través de las artesanías, la comida y la conservación de su lengua. Para ellos, su origen debe prevalecer y los jóvenes deben sentirse orgullosos de su pueblo indígena.
Etnia y lengua popoloca en peligro de extinción
El Instituto Poblano de los Pueblos Indígenas informó que el estado cuenta con una población de 6.5 millones de habitantes, de los cuales, la población indígena asciende a 1.04 millones. Asimismo, existen en todo el territorio siete pueblos indígenas originarios, que son los siguientes: nahua, totonaco, mixteco, popoloca, mazateco, otomí y tepehua, mismos que habitan en diferentes regiones del estado, representando un 97.38 por ciento de la población indígena.
Los popolocas son la tercera comunidad indígena más importante en Puebla debido a su número de población, ya que del total de habitantes en la entidad, esta etnia representa el 2.4 por ciento. De igual modo, es la tercera más importante por el número de hablantes, pues hay un registro de 25 mil 559 personas que tienen conocimiento de esta lengua y que están distribuidos en 29 municipios poblanos.
Entre las demarcaciones más importantes con personas popolocas entre su población se encuentran Tlacotepec de Benito Juárez, Tepanco de López, San Gabriel Chilac, Acatlán de Osorio, Tehuacán, Tepexi de Rodríguez, San Juan Ixcaquixtla, Santa Inés Ahuatempan, San Vicente Coyotepec y Zapotitlán Salinas. Pese a estos datos y su importancia, el Instituto aceptó que se encuentra en peligro de extinción.
Desaparición de la etnia puede ser por pobreza, discriminación y migración
En entrevista con este medio, Eduardo García, coordinador de la maestría de Derechos Humanos en la Universidad Iberoamericana, dijo que Puebla no es el único estado que se enfrenta a la desaparición de sus etnias, sino que es un fenómeno social que está ocurriendo en varias partes del mundo
Para él, la desaparición de etnias y puntualmente la posible extinción de la popoloca tiene que ver con la migración, la pobreza que se registra en los municipios indígenas, con la exclusión social y la discriminación que viven los miembros de estos grupos.
Explicó que ante la falta de dinero, los pobladores empiezan a dejar sus comunidades y migran a otros países. Cuando se van, los discriminan por ser mexicanos, pero aún más si son indígenas. Entonces llega un momento en que les da pena admitir sus orígenes y si tienen hijos, tratan de que ellos ya no crezcan con esta exclusión, olvidando sus tradiciones.
También los pobladores que no migran se encuentran con varios retos para que se hagan valer sus derechos. No son atendidos si hablan una lengua originaria o no hay servidores públicos que los entiendan, por lo que tratan de que sus hijos no repitan este tipo de situaciones y ya no les enseñan sus lenguas maternas.
El especialista cree que, al desaparecer su etnia, sus integrantes corren el riesgo de que se merme su identidad y puntualmente en la lengua si no hay nadie que la estudie, con el paso del tiempo nadie sabrá el origen de algunas palabras que ellos utilizan para referirse a ciertas cosas. Sólo quedará el recuerdo que eso fue por su origen popoloca.
Otra referencia es Lucero Flores Nájera, especialista en morfosintaxis y documentación de lenguas indígenas, quien expuso que los factores que intervienen en la desaparición de una lengua son principalmente los estragos económicos, las condiciones de pobreza, el difícil acceso a la educación, las represiones, despojos, y políticas de “castellanización” o discriminación.
“Muchas lenguas han desaparecido porque sus hablantes han sido castigados con multas, azotes, cárcel, burlas, prohibiciones, etcétera (al hablar estas lenguas). Es necesario crear políticas y acciones de acuerdo a los riesgos de desaparición y enfocadas en quienes las practican”, declaró en una entrevista al medio veracruzano Universo.
Los Reyes Metzontla, el refugio de los popolocas poblanos
Pese a este contexto de peligro en el que se encuentran los popolocas, hay varios de sus integrantes que se niegan a ver desaparecer su etnia y muchos de ellos se encuentran en el municipio de Zapotitlán Salinas, puntualmente en la comunidad de Los Reyes Metzontla. Algunos de los habitantes de este lugar se rehúsan a que concluya el legado de conocimiento, así como de tradiciones, y desde sus trincheras están buscando que prevalezcan sus raíces.
Ejemplo de ello es el Centro del Artesano del Barro Bruñido, un lugar que se creó por iniciativa de los artesanos para tener un punto de venta y que los turistas puedan adquirir sus artículos sin intermediarios. Este lugar se creó gracias a recursos federales, pero hoy en día sobrevive por los mismos artesanos. En total son 125 socios.
El encargado del lugar es Julián García Morales, quien desde niño se dedica a la elaboración de la artesanía y está seguro que la creación de estas piezas es una acción para no olvidarse de sus ancestros, pero también representa un potencial de crecimiento económico y una oportunidad de empleo para los vecinos de la zona.
El barro bruñido lleva este nombre ya que, para darles brillo a las piezas, el barro se pule con minerales, en este caso, los integrantes de este lugar ocupan cuarzos. Todo el proceso es artesanal, desde la recolección de las piedras, hasta la trituración, pues la hacen con palos de madera y no ocupan maquinaria pesada.
“Soy originario de los Reyes. Aquí nací, aquí crecí y mis tatarabuelos, mis bisabuelos y mis padres se dedicaban a la artesanía. Esto me dio comida, vestido y estudio. Yo a la fecha sigo con este trabajo, pero ahora enseñamos a nuestros hijos y los demás jóvenes para que no se pierda y que siga siendo el principal factor económico de nuestro pueblo”, comentó.
Para Julián, es un deber como popoloca seguir transmitiendo este conocimiento, ya que estas artesanías sus antepasados las utilizaban en el ámbito religioso o en los rituales y ahora ellos además de ocuparlas en su día a día como platos o cubiertos son sus recursos económicos.
“Mis artesanías son una manera de transmitir la historia de mi pueblo popoloca. Esta enseñanza viene de mis ancestros y con el tiempo hemos ido innovando en algunos modelos, pero siempre está la esencia popoloca, ellos fueron los que comenzaron a fabricar piezas para facilitar las actividades de los humanos”, resaltó.
En el Centro también se encuentran Ilicia Hernández, Gloria Flores, Ana Lilia Hernández y Fabiola Bravo, cuatro mujeres que están convencidas de que estas artesanías resaltan su legado y su creatividad popoloca. Desde su óptica, cada artesanía tiene una historia que contar, pero en este caso, son las historias de los habitantes indígenas las que se ven reflejadas en cada plato, cada olla o cada recipiente.
“Son cosas muy bonitas las que se hacen aquí y no hay que perderlas, hay que enseñarlas a nuestros hijos para que vaya de generación en generación y también que se valore nuestro trabajo (…) no sabemos desde hace cuánto tiempo nuestros ancestros hacían esto, pero ahora les decimos a los jóvenes que emprendan con esto y que no sólo se quede en las personas adultas”, agregaron.
Todos los artesanos de este lugar están orgullosos de su trabajo, pero admitieron que hay una falta de reconocimiento en sus habilidades tradicionales y como la mayoría de los artesanos del estado, su trabajo es malbaratado y lo venden a un bajo costo con tal de tener alguna ganancia.
“Hace falta difusión de nuestro trabajo y del Centro para que el turista venga, conozca lo que hacemos y nos compre directamente. Aquí vendemos nuestras artesanías al costo real, al justo y todo es hecho a mano, con amor y con mucho esfuerzo”, expresaron.
De acuerdo con Alejandra Gámez Espinosa, doctora por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y docente en en la licenciatura de Antropología Social de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), históricamente esta población se ha caracterizado por la elaboración de estas piezas.
En su trabajo de tesis denominado “Pueblos indígenas del México Contemporáneo” detalla que este tipo de artesanías son muy similares a las cerámicas más tempranas encontradas en el Valle de Tehuacán, en la época prehispánica, fechadas hacia el año 2 mil 300 Antes de Cristo (AC), lo que permite ver que dicha actividad no ha cambiado en más de 2 mil años, y se adjudica a los popolocas su producción desde épocas muy antiguas.
La lengua popoloca, símbolo de identidad en Los Reyes Metzontla
Así como las artesanías están ligadas a la cultura popoloca, también lo está la lengua. Para los pobladores de Los Reyes Metzontla, las personas que conversan en popoloca o ngiwa tienen respeto y un lugar importante en la comunidad, pese a ello, ya muy pocas personas lo hablan.
Los pobladores también aceptaron que hace algunos años eran criticadas las personas que hablaban esta lengua y que los jóvenes principalmente fueron los que se negaron a aprender. Actualmente se arrepienten, ya que de toda la comunidad (840 habitantes), estiman que sólo ocho personas dialogan en popoloca y en su mayoría son adultos mayores.
Con el aumento de la migración ha incrementado el orgullo popoloca y aunque reconocieron que hubo un descuido en sus tradiciones orales, hoy más que nunca creen que cuidar su lengua es fundamental, pues la consideran un símbolo de identidad y pertenencia.
La señora Rufina Álvarez Juárez es de las pocas mujeres que aún hablan ngiwa y para que no se le olvide trata de usar palabras todos los días mientras corta fruta, le da de comer a sus animales, sale a caminar por el pueblo y hasta cuando se pone alegre y tiene que decir una “palabra bonita”, como “te quiero”, que se dice “kuak”.
Sus abuelos y sus padres hablaban ngiwa, fue la primera lengua que aprendió y hasta los cuatro años cuando entró a la escuela le enseñaron español. A una edad adulta impulsó cursos en la comunidad para enseñarles a sus vecinos, pero al ver la poca participación dejó de hacerlos.
“Ya somos pocas personas los que sabemos y son más grandes que yo que tengo 70 años y yo ya lo hablo poquito, ya no al 100 por ciento (…) no sé leerlo y no sé escribirlo porque dejé de practicarlo (…) a mí me gustaría que los jóvenes y los niños lo retomen para que no se pierda esto, que aprovechen a las personas que aún estamos vivas y que sabemos”, manifestó.
Rufina tiene miedo de que un día desaparezca la lengua que le enseñó su madre, pero cree que la salvación ya no está en sus manos, sino de los habitantes, pues ellos decidirán si toman cursos para aprender o si se acercan a los adultos mayores para recordar palabras que decían de niños, pero como fueron creciendo las olvidaron.
“A mis nietos les digo algunas palabras, si estoy haciendo un trabajo y ellos están jugando les hablo ngiwa, pero en las tardes llegan sus mamás por ellos y es poco el tiempo que tengo para enseñarles. En las escuelas estaría bien que enseñen, por eso estábamos dando esos cursos, los dábamos en la presidencia, pero como poco a poco dejaron de ir lo dejamos”, lamentó.
La especialista Alejandra Gámez también abordó el tema de la lengua en su trabajo e indicó que el popoloca es una lengua tonal, es decir, que una misma palabra puede tener diversos significados según su entonación, lo cual dificulta tanto su escritura como su aprendizaje.
Identidad popoloca a través de la gastronomía
Bien dicen que para conocer un pueblo, debes de comer su comida, y en Zapotitlán Salinas hay un lugar en donde se sigue respetando la cocina tradicional de su comunidad popoloca y sus platillos son hechos a base de plantas de la región e insectos de sus tierras. Este sitio se llama Itandehui, que significa flor del cielo.
Itandehui es un restaurante que se especializa en la cocina tradicional mexicana y comida típica de los popolocas, aquí se podrá degustar platillos de acuerdo a sus tradiciones ngiwas como son cocopaches, cuchamá, cacallas, palmitos, teshcal, gusanos de maguey, condoches y los platillos estrellas de la región son los teteches y el agua de garambullo.
Los platillos son elaborados por el chef Antonio Díaz Carrillo y su familia, quienes están seguros de que la identidad gastronómica es fundamental para que su etnia no desaparezca. “Aquí recuperamos las recetas de nuestros antepasados y la gastronomía de nuestras familias que de cierto modo ya estaban olvidándose. Principalmente nuestros jóvenes ya no lo comían, pero ahorita los que nos criamos con estos alimentos otra vez se los estamos inculcando”, declaró.
Antonio Díaz cree que la comida de plantas de la región e insectos es sana y llena de vitaminas, incluso considera que dichos alimentos mantenían fuertes a sus antepasados. “Es saludable y nunca tuvimos por qué haber cambiado nuestra alimentación (…) nuestros antepasados eran longevos y ahora en la comunidad viven menos años (…) todos son ricos en proteínas, fibras y en aceite omega como los insectos, hay muchas propiedades”, presumió.
Para que los visitantes puedan probar esta oferta gastronómica popoloca, en el restaurante ofrecen un plato mixto de insectos, el cual contiene chicatanas que son chinches de campo, condoches, que son gusanos de maguey y cuchamas, otro tipo de gusanos que se encuentran en las plantas.
En “el plato de flora” se encuentran las tetechas, que son las flores de los cactus de la región. Este tipo de cactus se llaman neobuxbaumia tetetzo, también el plato contiene cacaya, flor de agave que se llama pichomel, palmito que es la flor de la yuca de la zona y de frutos está el garambullo, que se da en los matorrales de cactáceas.
Para concluir, El Sol de Puebla entrevistó a la chef Jennyfer Romero Fuentes, quien compartió que la comida está ligada a las tradiciones, rituales y creencias de las comunidades, y no solo por sus ingredientes o preparaciones, sino porque cada individuo transmite en los platillos emociones y recuerdos de sus antepasados.
La licenciada en gastronomía externó que es importante conservar los platillos tradicionales ya que son parte de la identidad de los diferentes grupos y para que esto sea posible se deben transmitir de padre a hijos, no solo la receta, sino también la importancia de los ingredientes y el cariño con la que se prepara, ya que son el único patrimonio cultural tangible que puede transportarte a través del tiempo.
“Uno de los elementos más importantes de una cultura es la comida, se puede decir que tiene la misma importancia que el lenguaje porque ambas se comparten de generación en generación (…) si se dejan de replicar, perderíamos parte de nuestra cultura y de lo que nos representa como mexicanos, por eso siempre he dicho que si quieres probar la verdadera comida mexicana, debes de visitar el corazón de donde son cada uno de los platillos, porque van más allá de un plato estético o de quién lo prepara”, concluyó.
Todos los entrevistados coincidieron en que es fundamental el trabajo coordinado de todas las autoridades, sin importar su nivel, con los integrantes de las etnias, para que estas comunidades no se pierdan. En su opinión, los gobiernos deberían promover políticas públicas para el rescate de la lengua e impulsar proyectos para que se conozcan sus artesanías y sus platillos originales.