/ domingo 28 de noviembre de 2021

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla

Llegan a Puebla con la promesa de más oportunidades laborales, pero no tienen éxito en su búsqueda

Llegaron a Puebla con la promesa de que en esta ciudad habría más oportunidades laborales, sin embargo, esto no ocurrió y ahora tienen que vender dulces, hacer malabares o hasta pedir apoyos económicos (limosna) en las calles para salir adelante. Son alrededor de 300 familias chiapanecas las que actualmente viven de esta forma, pero representan un sector olvidado, ya que las autoridades no las toman en cuenta, sino que las ven como cualquier otro grupo que vive en la capital.

Si usted viaja constantemente en automóvil en la ciudad de Puebla seguramente ha visto en camellones y calles a grupos de personas que venden chicles y dulces, hacen malabares, limpian parabrisas o en ocasiones piden apoyo económico. Estas personas se pueden distinguir por la vestimenta de las mujeres que las acompañan, pues suelen ocupar faldas largas y blusas negras con bordados hechos a mano en colores morado y verde.

Estas personas son originarias de Mitontic, Chiapas, un municipio de tan solo 15 localidades, que son Choco, X-octón, Tojchotic, Cuchumton, Suyalhó, Tzoeptic, Tojtic, Chalam, Chimhucum, Pulumsibac, Alamul, Suytic, Oxinam, Bachén, Titaltetic, en las que la mayoría de sus habitantes hablan la lengua mayense tzotzil o tsotsil.

Estas personas aceptaron platicar en exclusiva con EL SOL DE PUEBLA para contar su historia.

Primero piden que las dejen de catalogar o estigmatizar como una mafia, es decir, como un grupo de personas lideradas por adultos hombres que explotan económicamente a niños y mujeres mandándolos a las calles a pedir dinero.

Afirman que no son parte de ningún grupo que se dedica a explotar a los niños para que los padres tengan dinero o que los adultos no quieren tener un trabajo fijo. Su realidad está muy alejada de lo que se dice de ellos, pues incluso abonan a la economía local de la colonia La Loma, que es donde la mayoría de ellos vive actualmente.

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Aunque su sueño nunca fue trabajar en las calles, en el municipio chiapaneco del que vienen existe el rumor de que en Puebla las oportunidades son mayores y que al viajar a esta ciudad todo mejorará. Es por ello que cuando una pareja “se junta” allá en Chiapas o alguien ya tiene suficiente edad ahorra lo necesario para emprender su viaje a la Angelópolis.

También deciden dejar esta comunidad cuando se endeudan con los prestamistas, pues en este lugar es muy común que cuando alguien enferma acuda con los curanderos de la zona, pero si el curandero no ayuda deben de pedir dinero para trasladarse hasta la ciudad más cercana y llevarlos a hospitales. Cuando su familiar se sana, el interés del préstamo ya es muy alto y por las amenazas y el miedo de quienes pretenden cobrarles, a como dé lugar, abandonan Mitontic.

QUÉ HACEN CUANDO LLEGAN

El llegar a Puebla desde un principio es prometedor, pues la capital cuenta con todos los servicios básicos que no tiene Mitontic y el poblado más cercano que tenían en su antiguo hogar era San Cristóbal de las Casas, y aunque este lugar ya es un punto turístico reconocido no cuenta con el tamaño ni con la infraestructura que tiene Puebla -dicho por los entrevistados-.

La sorpresa es que las mismas personas que se encargaron de pasar de boca en boca “las oportunidades” que hay en Puebla son las mismas que hoy en día trabajan en las calles y aunque en un principio las familias buscan trabajo en fábricas o en casas para limpiar, las alternativas son escasas y dicha búsqueda se complica más con el idioma, pues su español es limitado. Ellos se comunican en lengua indígena Tzotzil.

Es así como estas personas empiezan a repetir las actividades que ven de sus paisanos y comienzan a practicar para hacer malabares. Aprenden en dónde comprar dulces a granel para venderlos en las calles y los hombres laboran limpiando coches o vendiendo otro tipo de producto. Todas estas actividades para ellos son un trabajo, pues se levantan desde las 5 de la mañana para acudir a sus puntos de venta y solo se permiten descansar un día a la semana, que es el domingo.

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Consideran que sus actividades son muy criticadas por los ciudadanos que siempre han vivido en la capital, pues los tachan de flojos o malos padres por dejar que los niños trabajen o caminen en las calles sin la compañía de los adultos; pero, en su opinión, “no se ponen en sus zapatos” y no entienden que su realidad es muy diferente a la de los citadinos. Narran que están acostumbrados a la independencia de los menores y el dejarlos en guarderías tanto públicas como privadas implica un gasto económico con el que no cuentan.

Incluso, a finales del año pasado, 2020, el DIF Estatal se hizo cargo de dos menores de esta comunidad que iban solas a la tienda cuando su madre estaba ocupada con otras labores, los vecinos de la colonia que habitan ya las habían visto varias veces y denunciaron su caso hasta que las autoridades fueron por ellas y se las llevaron. Esto a pesar de que las niñas estaban en perfecta salud y no presentaron golpes o algún otro tipo de maltrato.

La madre vivió una agonía, pues al principio no sabía a donde se las habían llevado, cuando en su comunidad es normal que los menores apoyen a sus padres o hagan actividades por su cuenta. Además, las niñas hablaban muy poco español y todo lo que les preguntaron las autoridades asentaban diciendo “sí”, cuando ni siquiera entendían lo que estaban hablando, lo que evidenció la falta de protocolos por parte de la autoridad gubernamental para atender a estas familias.

Actualmente unas 300 familias de esta comunidad de Chiapas viven en la capital poblana y la mayoría está asentada en La Loma, una colonia popular ubicada en los alrededores del Mercado Hidalgo y de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU). Aquí habitan vecindades donde pagan 900 pesos mensuales por un cuarto en el que viven familias completas, hacinadas. El cuarto no tiene divisiones para sala y cocina, sólo cuenta con el espacio para una cama y el baño.

Todo lo que ocupan para su hogar, es decir, su mandado y lo que comen o venden lo adquieren en esta zona y con ello asumen que apoyan a la economía local.

LA COSTURA LES ABRE UN SUEÑO

Susana Rodríguez tiene 28 años de edad y llegó hace unos años a Puebla para trabajar con su familia. No recuerda quién fue la persona que le dijo a su mamá que en este lugar había trabajo, pero ya es costumbre en la comunidad que cuando hace falta dinero opten por venir a la Angelópolis.

“Nos venimos cuando se murió mi papá, le debíamos mucho a un señor y nos venimos para acá (…) me regresé un tiempo, pero ya no pude estar allá y me regresé a Puebla”, compartió la mujer que actualmente tiene pareja y cuatro hijos.

Susana vende dulces en las calles para sacar adelante a su familia, pero en últimos meses sus sueños han cambiado, pues ha aprendido a cocer y ahora quiere vender blusas artesanales para ya no tener que depender de esta actividad.

Angelina López es otra de las mujeres que llegó desde Mitontic a Puebla para salir adelante. Cuando recién llegó a la ciudad vendía fruta en las calles con su pareja, pero como pasaron los años y al ver que no quedaba embarazada este hombre la dejó. Por la falta de información y también por la falta de dinero Angelina nunca fue a checarse con un ginecólogo, además temía que en las clínicas de salud de la capital no la atendieran por no ser poblana.

Después empezó a trabajar en las casas limpiando, pero actualmente este dinero no le alcanza para pagar su renta, pues le pagan por cada vez que va 200 pesos y la citan una vez a la semana, pero su renta está en 900 pesos al mes. Esta situación la tiene preocupada y aunque no le gusta está considerando otra vez salir a las calles para vender.

Ella, al igual que Susana, está aprendiendo a cocer, ya va muy avanzada, y espera también que pronto sus blusas sean su fuente de ingresos pues su vestimenta típica les gusta mucho a las mujeres de Puebla

En entrevista con este medio, María Soledad Jiménez, administradora y representante legal de la asociación Yo'on Ixim, explicó que este grupo busca dar igualdad a las comunidades indígenas como las que hemos mencionado. Su objetivo es que a través de clases de costura, talleres y alfabetización dejen las calles por su propia cuenta.

La organización nació debido a que su fundadora notó el gran número de niños en las calles. Su primer pensamiento fue el que normalmente tiene un ciudadano en Puebla: “¿qué hace el niño en la calle”, “debería estar estudiando”, pero al acercarse entendió que el problema era más grande que eso, pues estas familias tienen otra dinámica con sus hijos, por usos y costumbres, no por irresponsabilidad ni por explotación infantil.

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


La propuesta es que en este lugar las mujeres puedan ir, aprender un oficio y que los niños tengan la oportunidad de estudiar. Afortunadamente las mujeres y sus hijos sí han respondido de manera favorable, pero los hombres aún se rehúsan, ya que para ellos ir a la escuela es una hora perdida de trabajo.

Para María Soledad Jiménez este sector está olvidado por las autoridades, pues no tiene sensibilidad para atenderlos como ocurrió con las niñas que se llevó el DIF pese a que no eran maltratadas y tampoco están considerados para las oportunidades laborales o el sector salud, con todo y que ya son parte de la ciudad. Por tanto, hizo un llamado para que las autoridades las ayuden a resolver sus necesidades básicas, condición fundamental para garantizarles sus derechos humanos y una vida digna.

Aunque no es una organización asistencialista, en Yo'on Ixim tratan de abarcar todas sus necesidades, con la única condición de que vayan de manera continua para seguir aprendiendo, pero para poder seguir dando sus servicios piden apoyo de donativos o aportaciones económicas. Si alguien desea apoyar puede contactarlos a través de redes sociales o en el número telefónico 221 286 3076.


Llegaron a Puebla con la promesa de que en esta ciudad habría más oportunidades laborales, sin embargo, esto no ocurrió y ahora tienen que vender dulces, hacer malabares o hasta pedir apoyos económicos (limosna) en las calles para salir adelante. Son alrededor de 300 familias chiapanecas las que actualmente viven de esta forma, pero representan un sector olvidado, ya que las autoridades no las toman en cuenta, sino que las ven como cualquier otro grupo que vive en la capital.

Si usted viaja constantemente en automóvil en la ciudad de Puebla seguramente ha visto en camellones y calles a grupos de personas que venden chicles y dulces, hacen malabares, limpian parabrisas o en ocasiones piden apoyo económico. Estas personas se pueden distinguir por la vestimenta de las mujeres que las acompañan, pues suelen ocupar faldas largas y blusas negras con bordados hechos a mano en colores morado y verde.

Estas personas son originarias de Mitontic, Chiapas, un municipio de tan solo 15 localidades, que son Choco, X-octón, Tojchotic, Cuchumton, Suyalhó, Tzoeptic, Tojtic, Chalam, Chimhucum, Pulumsibac, Alamul, Suytic, Oxinam, Bachén, Titaltetic, en las que la mayoría de sus habitantes hablan la lengua mayense tzotzil o tsotsil.

Estas personas aceptaron platicar en exclusiva con EL SOL DE PUEBLA para contar su historia.

Primero piden que las dejen de catalogar o estigmatizar como una mafia, es decir, como un grupo de personas lideradas por adultos hombres que explotan económicamente a niños y mujeres mandándolos a las calles a pedir dinero.

Afirman que no son parte de ningún grupo que se dedica a explotar a los niños para que los padres tengan dinero o que los adultos no quieren tener un trabajo fijo. Su realidad está muy alejada de lo que se dice de ellos, pues incluso abonan a la economía local de la colonia La Loma, que es donde la mayoría de ellos vive actualmente.

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Aunque su sueño nunca fue trabajar en las calles, en el municipio chiapaneco del que vienen existe el rumor de que en Puebla las oportunidades son mayores y que al viajar a esta ciudad todo mejorará. Es por ello que cuando una pareja “se junta” allá en Chiapas o alguien ya tiene suficiente edad ahorra lo necesario para emprender su viaje a la Angelópolis.

También deciden dejar esta comunidad cuando se endeudan con los prestamistas, pues en este lugar es muy común que cuando alguien enferma acuda con los curanderos de la zona, pero si el curandero no ayuda deben de pedir dinero para trasladarse hasta la ciudad más cercana y llevarlos a hospitales. Cuando su familiar se sana, el interés del préstamo ya es muy alto y por las amenazas y el miedo de quienes pretenden cobrarles, a como dé lugar, abandonan Mitontic.

QUÉ HACEN CUANDO LLEGAN

El llegar a Puebla desde un principio es prometedor, pues la capital cuenta con todos los servicios básicos que no tiene Mitontic y el poblado más cercano que tenían en su antiguo hogar era San Cristóbal de las Casas, y aunque este lugar ya es un punto turístico reconocido no cuenta con el tamaño ni con la infraestructura que tiene Puebla -dicho por los entrevistados-.

La sorpresa es que las mismas personas que se encargaron de pasar de boca en boca “las oportunidades” que hay en Puebla son las mismas que hoy en día trabajan en las calles y aunque en un principio las familias buscan trabajo en fábricas o en casas para limpiar, las alternativas son escasas y dicha búsqueda se complica más con el idioma, pues su español es limitado. Ellos se comunican en lengua indígena Tzotzil.

Es así como estas personas empiezan a repetir las actividades que ven de sus paisanos y comienzan a practicar para hacer malabares. Aprenden en dónde comprar dulces a granel para venderlos en las calles y los hombres laboran limpiando coches o vendiendo otro tipo de producto. Todas estas actividades para ellos son un trabajo, pues se levantan desde las 5 de la mañana para acudir a sus puntos de venta y solo se permiten descansar un día a la semana, que es el domingo.

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Consideran que sus actividades son muy criticadas por los ciudadanos que siempre han vivido en la capital, pues los tachan de flojos o malos padres por dejar que los niños trabajen o caminen en las calles sin la compañía de los adultos; pero, en su opinión, “no se ponen en sus zapatos” y no entienden que su realidad es muy diferente a la de los citadinos. Narran que están acostumbrados a la independencia de los menores y el dejarlos en guarderías tanto públicas como privadas implica un gasto económico con el que no cuentan.

Incluso, a finales del año pasado, 2020, el DIF Estatal se hizo cargo de dos menores de esta comunidad que iban solas a la tienda cuando su madre estaba ocupada con otras labores, los vecinos de la colonia que habitan ya las habían visto varias veces y denunciaron su caso hasta que las autoridades fueron por ellas y se las llevaron. Esto a pesar de que las niñas estaban en perfecta salud y no presentaron golpes o algún otro tipo de maltrato.

La madre vivió una agonía, pues al principio no sabía a donde se las habían llevado, cuando en su comunidad es normal que los menores apoyen a sus padres o hagan actividades por su cuenta. Además, las niñas hablaban muy poco español y todo lo que les preguntaron las autoridades asentaban diciendo “sí”, cuando ni siquiera entendían lo que estaban hablando, lo que evidenció la falta de protocolos por parte de la autoridad gubernamental para atender a estas familias.

Actualmente unas 300 familias de esta comunidad de Chiapas viven en la capital poblana y la mayoría está asentada en La Loma, una colonia popular ubicada en los alrededores del Mercado Hidalgo y de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU). Aquí habitan vecindades donde pagan 900 pesos mensuales por un cuarto en el que viven familias completas, hacinadas. El cuarto no tiene divisiones para sala y cocina, sólo cuenta con el espacio para una cama y el baño.

Todo lo que ocupan para su hogar, es decir, su mandado y lo que comen o venden lo adquieren en esta zona y con ello asumen que apoyan a la economía local.

LA COSTURA LES ABRE UN SUEÑO

Susana Rodríguez tiene 28 años de edad y llegó hace unos años a Puebla para trabajar con su familia. No recuerda quién fue la persona que le dijo a su mamá que en este lugar había trabajo, pero ya es costumbre en la comunidad que cuando hace falta dinero opten por venir a la Angelópolis.

“Nos venimos cuando se murió mi papá, le debíamos mucho a un señor y nos venimos para acá (…) me regresé un tiempo, pero ya no pude estar allá y me regresé a Puebla”, compartió la mujer que actualmente tiene pareja y cuatro hijos.

Susana vende dulces en las calles para sacar adelante a su familia, pero en últimos meses sus sueños han cambiado, pues ha aprendido a cocer y ahora quiere vender blusas artesanales para ya no tener que depender de esta actividad.

Angelina López es otra de las mujeres que llegó desde Mitontic a Puebla para salir adelante. Cuando recién llegó a la ciudad vendía fruta en las calles con su pareja, pero como pasaron los años y al ver que no quedaba embarazada este hombre la dejó. Por la falta de información y también por la falta de dinero Angelina nunca fue a checarse con un ginecólogo, además temía que en las clínicas de salud de la capital no la atendieran por no ser poblana.

Después empezó a trabajar en las casas limpiando, pero actualmente este dinero no le alcanza para pagar su renta, pues le pagan por cada vez que va 200 pesos y la citan una vez a la semana, pero su renta está en 900 pesos al mes. Esta situación la tiene preocupada y aunque no le gusta está considerando otra vez salir a las calles para vender.

Ella, al igual que Susana, está aprendiendo a cocer, ya va muy avanzada, y espera también que pronto sus blusas sean su fuente de ingresos pues su vestimenta típica les gusta mucho a las mujeres de Puebla

En entrevista con este medio, María Soledad Jiménez, administradora y representante legal de la asociación Yo'on Ixim, explicó que este grupo busca dar igualdad a las comunidades indígenas como las que hemos mencionado. Su objetivo es que a través de clases de costura, talleres y alfabetización dejen las calles por su propia cuenta.

La organización nació debido a que su fundadora notó el gran número de niños en las calles. Su primer pensamiento fue el que normalmente tiene un ciudadano en Puebla: “¿qué hace el niño en la calle”, “debería estar estudiando”, pero al acercarse entendió que el problema era más grande que eso, pues estas familias tienen otra dinámica con sus hijos, por usos y costumbres, no por irresponsabilidad ni por explotación infantil.

Familias chiapanecas buscan mejores oportunidades en Puebla. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


La propuesta es que en este lugar las mujeres puedan ir, aprender un oficio y que los niños tengan la oportunidad de estudiar. Afortunadamente las mujeres y sus hijos sí han respondido de manera favorable, pero los hombres aún se rehúsan, ya que para ellos ir a la escuela es una hora perdida de trabajo.

Para María Soledad Jiménez este sector está olvidado por las autoridades, pues no tiene sensibilidad para atenderlos como ocurrió con las niñas que se llevó el DIF pese a que no eran maltratadas y tampoco están considerados para las oportunidades laborales o el sector salud, con todo y que ya son parte de la ciudad. Por tanto, hizo un llamado para que las autoridades las ayuden a resolver sus necesidades básicas, condición fundamental para garantizarles sus derechos humanos y una vida digna.

Aunque no es una organización asistencialista, en Yo'on Ixim tratan de abarcar todas sus necesidades, con la única condición de que vayan de manera continua para seguir aprendiendo, pero para poder seguir dando sus servicios piden apoyo de donativos o aportaciones económicas. Si alguien desea apoyar puede contactarlos a través de redes sociales o en el número telefónico 221 286 3076.


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