Fuerte, amoroso y sociable, así es Ángel Rojas, quien a sus 10 años de edad es capaz de brindar cariño a quien lo conoce a pesar de todo el proceso que ha enfrentado desde que fue diagnosticado con leucemia linfoblástica aguda justo cuando tenía un año y ocho meses de edad.
Las inyecciones, los estudios tediosos y el medicamento con sabores desagradables ya son algo normal en la vida de Ángel quien tuvo que luchar contra el cáncer siendo muy pequeño, siempre con la compañía de su mamá Ana Rosa Guzmán y ahora lleva una vida normal aunque con ciertos cuidados.
Para que pudiera ser atendido en un hospital de manera inmediata, su madre tuvo que ingeniárselas hasta que recibió el tratamiento, toda vez que aun recién nacido fue diagnosticado con dermatitis, pero la preocupación incrementó cuando tuvo abultamientos en los ganglios.
Siendo un bebé Ángel requería de más atención después de comenzar a recibir el tratamiento para combatir el cáncer, pues, igual que sucede con los adultos, perdió el apetito y tenía vómito constante; sin embargo, con el apoyo de toda su familia logró vencer este padecimiento.
“Yo lo veo muy fuerte a él. La verdad es que él es un niño muy fuerte, este padecimiento lo agarró siendo un bebé y para él es tan normal que le piquen, que le saquen sangre, tomarse un medicamento que le sepa horrible, él nunca llora, patalea, o sea le duele, pero se aguanta y el ver que él lucha contra todo eso para nosotros es muy duro”, dijo Ana Rosa.
Casi como si nada, pero muy consciente del padecimiento que lo aquejó, a este pequeño gusta de interactuar con la gente y sobre todo regalar una sonrisa a todas las personas que se cruzan por su camino.
A pesar de su corta edad tiene muy claro a qué se quiere dedicar profesionalmente cuando sea mayor. A pregunta expresa y sin titubear responde que será chef y entre contagiosas risas asegura que sabe preparar tortas de huevo y salchichas, de lo que está muy orgulloso.
“Yo me siento bien a pesar de todo lo duro que he pasado, he sido muy fuerte y ahorita sigo en revisión”, dijo Ángel.
Como era de esperarse, Ángel tiene que acudir a revisiones médicas cuando llega a tener un síntoma, por lo que debe faltar una que otra vez a la escuela, pero eso sucede de forma muy esporádica.
Actualmente estudia el cuarto año de primaria y tiene una vida normal. A diferencia de otro pacientes no fue necesario que le practicaran un trasplante de médula ósea, con el tratamiento médico sus células se regeneraron aunque el tratamiento dañó otros órganos como los pulmones, por lo que ahora padece también asma, pero está controlado.