La ciudad de Puebla celebra este 16 de abril su aniversario número 493, sin embargo, en últimos años, se ha registrado un paulatino abandono en los barrios originarios que fueron la base para el esplendor de la capital. Este olvido, ha hecho que las casonas y vecindades de los barrios como La Luz y El Alto reporten deterioro, escasez en los servicios básicos, delincuencia y una fuga de habitantes a otras zonas del municipio.
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Los caseros que han intentado salvar las viejas vecindades, se han encontrado con un sinfín de obstáculos para remodelar las fachadas, pues las autoridades les argumentan que todo cambio debe ser avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así que prefieren dejar atrás sus inmuebles y delegarles todas las responsabilidades a sus inquilinos.
Los ciudadanos que vivieron ahí toda su vida, optan por buscar otro lugar a donde vivir, ya que la renta, la ausencia de los servicios básicos y la posibilidad de que su hogar “se caiga”, es una carga que muy pocos logran superar. Es así, que en este “cumpleaños de la ciudad”, solicitaron a las autoridades “voltear a verlos” y no sólo darle prioridad a las actividades culturales, artísticas y deportivas.
Habitantes de barrios originarios de Puebla se sienten olvidados en medio del auge de lo moderno
En medio del auge de lo moderno y el progreso que embellece cada rincón de la ciudad de Puebla, los habitantes de los barrios originarios se sienten olvidados y marginados. Muchas vecindades que fueron las primeras en construirse en la ciudad, ahora yacen en el olvido, sin recibir la atención y el apoyo necesario.
En este aniversario de la ciudad, los residentes de estos barrios emblemáticos, lamentaron que no se haya prestado la debida atención a sus necesidades. A pesar de ser parte fundamental de la historia y la identidad de Puebla, se enfrentan a muchas problemáticas.
“No sé que tanto pueda tener influencia el gobierno para arreglar la parte de adentro de las vecindades porque sólo vienen de vez en cuando a pintar las fachadas, incluso a veces ni las revocan, sólo ponen pintura de mediana calidad y se ve bonito, pero el problema son los techos, los muros que están adentro y pues no sé como nos podrían ayudar. Argumentan que es un tema de particulares y que les corresponde a los dueños”, expuso Rafel Ruiz, un habitante de La Luz.
Rafel lleva más de 20 años viviendo en este Barrio y tiene un taller de venta, reparación y afilado de herramienta, el único que queda en la zona. Desde su óptica, otro de los retos a los que se enfrentan los vecinos es a la indiferencia de los dueños de estos espacios, ya que se “desaparecen” y delegan todas las tareas a los inquilinos, como el mantenimiento.
“Tenemos vecindades que ya se están cayendo. El dueño sólo cobra su renta y lo demás ya es seguridad tuya, si ves que tu techo está mal, es tu riesgo, él sólo te dice que desalojes, que la dejes y que no habrá problemas (…) cada vez hay menos gente, conozco todo el entorno del barrio y por esta situación la gente se va”, comentó.
Las señoras Ana María Ortega y Natalia Mercedes también llevan muchos años viviendo en las vecindades de La Luz, para ellas, no hay mejor lugar que vivir que este barrio, además, no se acostumbrarían a habitar en otra zona. Las dos han visto como llegan galerías de arte, universidades y empresarios que han intentando levantar la zona sin éxito.
Otros vecinos refirieron que la falta de agua es un constante y pese a que fueron uno de los primeros barrios y sirvieron de referencia para las demás construcciones de la ciudad, están olvidados. Los postes de luz los arreglaron recientemente, “antes estaban a oscuras” y cuesta mucho que los camiones que reparten gas pasen.
Falta de inversión y trabas del INAH ponen en riesgo el barrio
Los entrevistados también consideraron que la falta de inversión en la preservación y revitalización de estos barrios, no solo afecta a los habitantes, sino que también pone en riesgo el patrimonio cultural y arquitectónico. En su opinión, es urgente que las autoridades y la sociedad en su conjunto reconozcan su importancia y se comprometan a trabajar en conjunto para garantizar un futuro digno.
Por ejemplo, el señor Juan Manuel Mendoza es una de las personas que no ha dejado que su casa quede en el olvido. Antes solía ser un negocio de comida, pero quebró por la pandemia y la parte de atrás, la ocupa para rentar cuartos a estudiantes. Todo el inmueble tiene la construcción original, pero darle mantenimiento no ha sido nada fácil ni barato.
“Aquí de empezó a edificar la ciudad, a unos pasos, entonces es muy importante mantenerla y cuidarla. Estos barrios fueron muy elegantes, de gente rica, por eso la mayoría de la casas eran tan grandes, eran casi haciendas”, declaró.
Al interior de su hogar no hay problema y al darle mantenimiento busca que todo quede como se edificó inicialmente, pero en la fachada es donde siempre hay vigilancia extrema por tratarse de una zona histórica. En su opinión, las autoridades deberían de voltear a ver estos lugares, darles más facilidad de construcción y apoyarlos para que no terminen rematando o simplemente queden en el olvido.
Hay vecinos que no quisieron dar su nombre, pero indicaron que han sido innumerables ocasiones las que han tratado de remodelar su fachada, pintarla o intervenirlas pero el INAH llega y les prohíbe hacer cualquier adecuación. “Curiosamente”, algunas casas de más vecindades o casonas que fueron olvidadas, han sido intervenidas por supuestos empresarios y nadie sabe cómo consiguieron los permisos.
Hay que mencionar que los vecinos desconocen el programa de rescate a los barrios originarios que en su momento impulsó el ex gobernador, Luis Miguel Barbosa Huerta. No vieron nunca a funcionarios y tampoco vieron intervenciones por parte del gobierno estatal.
Delincuencia, uno de los males que aquejan a los barrios
El Barrio del Alto sufre la misma situación, pero en este lugar lo que más les aqueja además del olvido de la infraestructura es la delincuencia. Los vecinos de esta zona, han sido testigos de un aumento preocupante en los índices delictivos.
Los entrevistados que no quisieron dar su nombre por seguridad , señalaron que está situación, disuade a empresas e inversores de apostar por la zona.
Algunos de los colonos están apostado por el arte para que el barrio vuelva a renacer y están impulsando la cartonería para resignificar la comunidad . Como la familia de José Candido, quienes son artistas y en las fiestas de los barrios apoyan con calaveras gigantes o esculturas de a gran escala.
Si bien, hay propuestas para darle voz a los barrios, también consideran que las autoridades deben de ayudarlos. “Ojalá se haga algo para rescatar los barrios, pero la veo muy difícil (…) muchas aquí las han querido trabajar, pero el INAH no les dio oportunidad. Las comienzan arreglar, pero luego luego los clausuran y optan por abandonarlas”, lamentó.
En medio de la celebración de un nuevo aniversario de Puebla, propusieron reflexionar sobre la necesidad de incluir a todos los sectores de la población en el desarrollo y crecimiento de la ciudad. Los barrios originarios son parte fundamental de la identidad poblana y merecen ser valorados, preservados y revitalizados para las generaciones presentes y futuras.