En el ejido de Contla y San Miguel se encuentran supuestas pinturas rupestres inscritas en una de las formaciones rocosas.
Néstor Rodríguez es uno de los habitantes del ejido conformado por dos comunidades con el mismo nombre y también es guía y vigilante durante la temporada de cacería. Él comentó que las pinturas han permanecido durante muchos años, pero se desconoce si son legítimas.
A pesar de que la población ha pensado solicitar una visita de trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para verificar la autenticidad de las formaciones, existe temor en los ciudadanos de que resulten verdaderas y sus tierras sean expropiadas.
Por lo pronto, las pinturas sirven para que los visitantes al ejido que van de cacería durante la temporada que abarca de noviembre a febrero, las visiten.
Rodríguez comentó que la hipótesis que ellos tienen es que fueron nómadas los que habitaron cerca de la formación rocosa y que midieron los días que permanecieron en el lugar, ya que una de las pinturas tiene la forma de un calendario.
Los dibujos se encuentran a una altura de cinco a seis metros desde el suelo y las figuras se asemejan a una familia numerosa, pero también, hacen alusión a un par de personas que pudieron ser madre e hijo.
Sin saber si son o no legítimas, las pinturas han sido aprovechadas por los ejidatarios para llevar a los visitantes a conocerlas, como una atracción más del ejido, que se especializa en cacería de venado cola blanca, pero que cuenta también con cabañas y senderos para ciclismo.
El ejido tiene una superficie total de mil 700 hectáreas, mientras que las pinturas se encuentran aproximadamente a dos kilómetros de donde los ejidatarios construyeron el centro de hospedaje para los visitantes, en su mayoría, cazadores.