Cuando uno piensa en el censo de población y vivienda del INEGI se imagina que el personal del INEGI busca los datos en casas, comercios u oficinas, sin embargo, hay otros encuestados, los que no tienen casa, comercios ni oficinas, que sobreviven en la calle a la vista de todos y que también son medidos por un grupo de operaciones especiales.
A ellos no se les encuesta durante el día, la cuadrilla comandada por Aarón Rosas sabe que es en la noche cuando estas personas regresan a puntos muy específicos para pasar la noche, puntos que el INEGI tardó en identificar hasta seis meses antes de que iniciara la encuesta.
Son personas que a veces ya no recuerdan su nombre, su apellido o su edad, otros están dominados por drogas o alcohol y a veces muestran resistencia para dar sus datos o se tornan violentos.
El grupo de operaciones especiales tiene dos tareas, la primera para censar a personas sin vivienda y que duerme en la calle, mientras que la segunda implica levantar los datos de personas que tienen vivienda compartida.
Las características de los encuestados, requiere perfiles muy específicos de los encuestadores, pues el más mínimo error o la falta de tacto para abordar a los indigentes puede provocar un siniestro como son las agresiones.
Aarón explicó que los encuestadores de este grupo de operaciones especiales son psicólogos o enfermeros que tengan la capacidad de abordar a las personas de situación de calle, e incluso, reaccionar en caso de una emergencia médica.
El perfil que pedimos nosotros para levantar el censo es psicólogos, incluso, algunos son enfermeros, todo esto con la finalidad de tener ese tacto para poder llegar con esas personas, también se toma mucho en cuenta la experiencia puesto que muchas de estas personas están con efectos de drogadicción, de alcohol, por eso tenemos que tener ese tacto para no provocar algún siniestro
El coordinador de esta cuadrilla, definió esta labor como un “baño de humildad”, pues cada día recolectan historias de personas abandonadas, en muchos casos niños, que sobreviven en la calle o en una casa-hogar y que forman parte de un sector de la población olvidado y abandonado.
Han sido baños de humildad, llegas a tocar viviendas colectivas en donde encuentras personas que son muy vulnerables, son personas abandonadas por alguna razón. Encontramos casas hogares en donde pequeñitos llegan ahí a refugiarse, son abandonados, realmente tenemos una población que hemos olvidado
PONEN EN RIESGO LA INTEGRIDAD
La oscuridad de las calles que rodean la Central de Autobuses de Puebla (CAPU), los negocios cerrados, la basura tirada, el olor del abandono retratan el escenario de una película de terror, que, sumada a las historias de asaltos y muertes en la ciudad, explican el riego que día a día viven los encuestadores que realizan esta labor.
Lo vivimos día a día, hemos sufrido asaltos, hemos sufrido agresiones, hay compañeros que ya han sufrido agresiones por parte de los informantes, precisamente por la inseguridad que se da día a día relata Aarón
Su compañera, Denisse Villeda, también cuenta el miedo de los encuestados cuando van a casas o con los mismos indigentes, pues la percepción de inseguridad también la tienen los encuestados que muchas veces se niegan a dar su información por miedo de ser asaltados.
La negativa de los ciudadanos y ciudadanas por motivos de seguridad, no nos permiten levantar información por lo mismo de la inseguridad, no confían en que somos personal del INEGI, aunque vamos muy bien identificados dijo Denisse