“Lactobears”, unos osos de gomita que pueden evitar los molestos síntomas de la intolerancia a la lactosa, incluso en pacientes diabéticos, es un dulce desarrollado por dos futuros ingenieros en Biotecnología del Tecnológico de Monterrey, Carlos Alberto Díaz Alejandre y Susana González Carbajal.
Estos jóvenes de apenas 22 y 23 años de edad, jamás imaginaron que la necesidad de cumplir con la tarea de la clase de Desarrollo de Alimentos y Bioproductos y los malos ratos que pasaban después de consumir cualquier producto con leche los llevaría a crear una golosina más que útil para saciar un antojo.
Y es que el café con leche que compartieron para idear cómo harían para aprobar una clase les dio la pauta para inventar un suplemento alimenticio en forma de gomitas de dulce con lactasa que pueden librar a quien las coma, de la inflamación, dolor, flatulencias y hasta diarrea, típicas de la intolerancia a la lactosa.
Durante unos seis meses, ambos estuvieron ocupados en encontrar la fórmula precisa para elaborar el producto y después de unos cuantos meses más comenzaron a fabricarlo y probarlo en los laboratorios del Tecnológico de Monterrey.
A la par en que afinaban su producto también decidieron que su presentación no fuera como el de un medicamento tradicional y pensaron en darle una forma atractiva y divertida: osos de gomita, que en dosis de 10, 15 minutos antes de comer cualquier alimento que contenga leche, mitigan los típicos síntomas de la intolerancia a la lactosa.
Así, resaltaron, “Lactobears” es una golosina que pueden consumir menores que también sufren de esta condición pero que por sus necesidades de alimentación, no deben prescindir de la leche y sus derivados.
Por si fuera poco, estos jóvenes elaboraron estas golosinas con elitritol, un endulzante que no eleva el nivel de azúcar en la sangre, de modo que puede ser consumido también por pacientes diabéticos sin efectos secundarios.
Carlos y Susana saben de los buenos resultados de “Lactobears” no solo porque todas las pruebas en el laboratorio resultaron exitosas, sino porque ellos mismos han experimentado sus beneficios, “pasamos la materia y resolvimos nuestro propio problema”, confesaron sonrientes.
Ambos están por egresar de la universidad pero también a punto de emprender el que podría ser quizá su más grande reto profesional: poner a la venta “Lactobears” en todas las farmacias y supermercados de México, a un precio accesible, lejos de lo costosas que son los medicamentos que se hallan en el extranjero para resolver esta misma situación.
Y es que desean que igual que ellos, cualquier persona pueda disfrutar de cualquier alimento sin preocuparse de los síntomas de la intolerancia a la lactosa.