La siembra de la milpa, también conocido como policultivo de maíz, frijol y calabaza, puede mitigar el cambio climático al ser una práctica agroecológica que almacena carbono orgánico en el suelo, reveló Rocío Castelán Vega, académica del Centro de Investigación en Ciencias Agrícolas del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP).
Castelán Vega dirige una investigación en torno a los beneficios del policultivo en Puebla, donde encontró que, gracias a este se modera el uso discriminado de agroquímicos y por ende, se producen alimentos más sanos.
En entrevista con El Sol de Puebla, la investigadora compartió que este trabajo estudia la forma en el que la milpa, a través de su proceso de fotosíntesis, logra convertir el dióxido de carbono en carbono orgánico, mediante la descomposición de microorganismos y un uso racional del suelo.
“No se habían tratado de correlacionar los beneficios de estas prácticas con el aumento de carbono orgánico en el suelo, pues almacena 150 toneladas de carbono por hectárea (…) es más amigable con el medio ambiente y nos brinda alimentos sanos porque requiere de menos fertilizantes o de menos plaguicidas”, explicó.
Al encabezar esta investigación dentro de la máxima casa de estudios, Rocío Castelán busca que los productores y trabajadores del campo en el estado retomen esta forma de siembra, que se caracteriza por tener tres alimentos (maíz, frijol y calabaza) en el mismo suelo, donde incluso puede sembrarse chile.
“Dan una variedad de ingresos al productor, por ejemplo, si solamente siembran maíz y de repente llega una plaga, pues todo se acaba, pero si tienen esta variedad puede que la plaga le caiga al maíz, pero se mantiene el frijol la calabaza y el chile”, compartió.
Aseguró además que esta práctica brinda beneficios económicos a los productores del campo, pues no tendrán que invertir gran cantidad de dinero en agroquímicos y podrá tener una gran variedad de cosechas, lo que al final rinde grandes frutos económicos.
“Muchos piensan que la agroecología no va a producir lo suficiente, que no se van a tener los suficientes rendimientos para sostener las cantidades de cereales y de granos que necesita la población para su consumo, sin embargo, ya se ha demostrado que sí”, precisó.
Sostuvo que es importante retomar este policultivo al formar parte de prácticas ancestrales de algunos pueblos originarios en Puebla, como los totonacos, los popolocas, los nahuas, los mixes y los mixtecos.
“Se busca rescatar la memoria oral de los campesinos, va mucho más allá de las prácticas agrícolas de conservación, sino también de respetar las diferentes cosmovisiones de los pueblos”
Finalmente, explicó que estas prácticas pueden generar grandes cambios a favor del medio ambiente, pues actualmente y a modo de ejemplo, más de 500 especies de hierbas están en peligro de desaparecer por el mal uso de plaguicidas en el suelo.
“Podemos avanzar mucho la tecnología, pero todavía necesitamos del campo para poder alimentarnos, esta siempre es suficiente para contrarrestar todo el daño ambiental que hemos generado”, concluyó.