En la tranquila y tradicional ciudad de Puebla, existe un grupo de mujeres que desafían estereotipos y quieren hacer visibles sus derechos humanos, su líder se llama Mariela González, una mujer que ha surgido como una voz en la lucha contra las violaciones e irregularidades que se enfrentan las sexoservidoras en el Centro Histórico de la capital.
Mariela, es la presidenta de la asociación “Chicas de la 14”, un grupo que busca frenar la discriminación, estereotipos de género y están a favor de que las autoridades no obstaculicen su trabajo.
Entre sus metas está el derecho a no ser objetos de violencia física o verbal, no estar a expensas de padrotes, no ser víctimas de detenciones arbitrarias y, en próximos meses, solicitarán al Congreso del Estado de Puebla, que regulen el trabajo sexual en la entidad poblana.
No pretenden romantizar la prostitución, ni fomentar la trata de personas, sólo quieren que las mujeres que ya están inmersas en este mundo, tengan servicios de salud dignos para prevenir enfermedades, talleres y hasta defensa legal por si se violan sus garantías individuales.
En este material, El Sol de Puebla presentará la historia de Mariela, una mujer que pasó de ser víctima de trata de personas a ser la líder de las sexoservidoras del Centro de Puebla. Hoy en día, albergan a más de 100 mujeres.
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Durante más de 10 años fue víctima de trata
El camino de Mariela no ha sido nada fácil. Desde niña fue víctima de violaciones, de malos tratos por parte de su familia y a los 14 años dejó su casa para ya nunca regresar. Esta situación la puso en un estado de vulnerabilidad y al estar todo el tiempo sola y trabajar para sobrevivir, se convirtió en una víctima de trata de personas.
Actualmente soy activista, pero durante más de 10 años fui víctima de trata de personas por un proxeneta de San Pablo del Monte. Con él, hubo muchas violaciones, golpes, tuve un hijo, pero falleció y a raíz de todo esto yo logro salir de la red Un cliente me ayudó a salir de la trata y en retrospectiva empecé a ver todas las irregularidades que hay: con los policías, con la ciudadanía y hasta nuestra propia familia nos violenta”, comentó.
Cuando Mariela logró escapar, inmediatamente acudió a denunciar a su tratante, sin embargo, el caso nunca procedió. Lo volvió a denunciar y ahí se dio cuenta, que este hombre “tenía paros” y entendió que el sistema de justicia estaba envuelto de corrupción. “Nunca le hicieron nada y hoy, ya no hay temor de contarlo, antes sí, pero hoy ya no. Esa confianza es la que trato de transmitirles a las chicas”, reveló.
Ante abusos, surgió la idea de crear una asociación
Al presenciar todos los abusos a los que se enfrentan las sexoservidoras, surgió la idea de crear una asociación para defender los derechos de estas mujeres. Mariela no tenía experiencia en el tema del activismo, pero sí sabía todos los retos a los que se enfrentan, sus necesidades y hasta sus carencias.
“Soy enfermera titulada, siempre me ha nacido ayudar, lo dejé cuando me ingresaron por la trata, pero cuando las compañeras sabían que yo era enfermera, se acercaban conmigo para cualquier cosa y siempre yo tenía un consejo para ellas. Por eso votaron para que yo fuera la presidenta de la asociación”, relató.
Al principio, no creía que una asociación fuera a resolver sus problemas, ni siquiera se imaginaba el alcance que podría tener, pero hoy en día está segura que “Chicas de la 14”, defiende, atiende e interviene en causas de interés común para las sexoservidoras. Además, han visibilizado a este sector entre las autoridades y saben que, si se llega a registrar una arbitrariedad, ya hay alguien defendiéndolas.
“Se han aliado muchas personas, hemos hecho muchas redes de apoyo. Antes, cuando yo también ejercía el sexo servicio, siempre nos veías tristes, decaídas, pero hoy, yo te puedo decir que todo ha cambiado, nuestro trabajo no deja de ser muy pesado, pero nos estamos riendo, nos organizamos para hacer actividades y han recuperado esa dignidad que tanto nos faltaba”, expuso.
Asumió este nuevo reto en su vida, pero al mismo tiempo, tuvo que compaginar este rol con su trabajo de ser madre. “Tengo mis horarios tanto laborales como de casa. En mi hogar cocino, lavo, plancho, hago de todo. Llevo el orden de mi casa, pero tampoco descuido a las compañeras, porque a veces hasta escucharlas es resolverles la vida”, compartió.
Asegura que no hay trata de personas en la asociación
Para Mariela, “Chicas de la 14”, se ha convertido en un refugio de las mujeres que han dejado a sus tratantes. Incluso, en los hoteles en donde trabajan, han dejado información para que puedan acercarse la de forma segura y si son víctimas de trata, puedan notificarle y que ella haga algo al respecto.
Tan sólo hay que recordar que, en diciembre del año pasado, la Fiscalía implementó un operativo contra la trata, asegurando que había varias víctimas de este delito. No obstante, las Chicas de la 14 aseguraron que estaban ahí por su voluntad y que se violaron sus derechos humanos.
Denunciaron en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla y en la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género contra las Mujeres, pero hasta hoy, no hay respuesta.
Desde su óptica, los constantes señalamientos que han recibido, es porque el sexo servicio sigue estigmatizado. No romantizan esta actividad y no fomentan la trata. Si hay alguien que les pregunta si deberían de dedicarse a esto, responden que no, ya que es un trabajo desgastante, lo único que quieren, es que se respete a las que ya decidieron tomar esta decisión.
“Está super estigmatizado. Estamos paradas allá afuera y hasta las mismas mujeres nos tratan mal, nos ven feo, nos dicen groserías, les dicen a sus hijas: si no estudias ahí vas a estar parada. Ellas no saben todo lo que hemos vivido y las causas que nos orillaron a estar ahí. De verdad, ha habido hasta enfrentamientos con las personas que pasan porque nos agreden muy fuerte”, lamentó.
Actualmente, las integrantes de este grupo reciben un sinfín de talleres, tienen capacitaciones de derechos humanos, de empoderamiento, de energía femenina y hasta trabajadores del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) acuden a los hoteles para darles clases.
El trabajo de Mariela y de "Chicas de la 14" no solo es un ejemplo de valentía y determinación, sino también un recordatorio de la importancia de luchar por los derechos de aquellos que a menudo son marginados y olvidados por la sociedad.