Las “puertitas” traseras que antes eran para suministrar servicios y por las que ahora cualquier persona entra y sale, son el principal “dolor de cabeza” de quienes viven en la Unidad Habitacional San Bartolo.
Entre los años 1985 y 1990, cuando la Confederación de Trabajadores de México (CTM) mandó a construir este multifamiliar para beneficio de miles de sus miembros, los estrechos accesos en la barda perimetral eran exclusivos para el surtido de gas a los edificios, sin embargo en la actualidad son un serio problema para las aproximadamente 15 mil personas que viven en sus 2 mil 888 departamentos, pues a través de ellos van y vienen un sinnúmero de personas, lo mismo vecinos de San Bartolo que de las colonias cercanas.
Y es que al paso del tiempo, cuando la mancha urbana alcanzó la zona, los comercios aparecieron en las calles colindantes y sobre todo, cuando el tianguis que desde hace años se instala a lo largo de la calle 7 Sur floreció, la gente hizo de estas “puertitas” sus pasos comunes para salir a comprar e incluso instalar su propio puesto, explicó Gonzalo Ramírez Camacho, presidente de la Mesa Directiva de San Bartolo, y luego, también, para que cualquiera ingresara al multifamiliar.
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En la actualidad, acusó, el paso en estas “puertitas” es descontrolado y desordenado, lo que hace vulnerable a todos, pues han descubierto que hay quienes llegan a buscar cómo entrar a departamentos desocupados o hurtar en otros y luego escapan a través de ellas.
“Así es imposible garantizar la seguridad (…) porque no hay quién detenga a alguien si escapa por ahí”, señaló.
Por si fuera poco, agregó Rosa Marina Flores Flores, una de las primeras vecinas del lugar, por su ubicación, al fondo del multifamiliar, también son punto de encuentro para adictos y maleantes, lo que se ha convertido en un riesgo para quienes viven o caminan cerca de ellas.
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Y aunque San Bartolo cuenta con algunas cámaras de videovigilancia en el acceso principal y en la plaza central, unas conectadas a Dirección de Emergencias y Respuesta Inmediata (DERI) del Ayuntamiento de Puebla y al Centro de Control, Comando, Coordinación y Cómputo (C5) de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Puebla, a decir del presidente de la Mesa Directiva de nada sirven, pues no se inhiben los atracos a mujeres y jóvenes, principalmente, a cualquier hora del día.
“Y aunque hablemos al 911 no pasa nada, porque si tenemos suerte, los policías llegan como media hora después, pero a veces ni llegan”, completó.
OTRO PROBLEMA: LAS AGUAS NEGRAS Y LOS MALOS OLORES
Pero ese no es el único problema que aqueja a los vecinos de la Unidad Habitacional San Bartolo, pues la mala construcción del sistema de drenaje y la indiferencia de muchos vecinos por limpiar alrededor de sus casas y en las plazuelas que les corresponden, tienen a cientos de familias viviendo entre corrientes de aguas negras y malos olores.
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El alcantarillado en casi toda la Unidad Habitacional, coinciden don Gonzalo y doña Mari, como es mejor conocida por sus vecinos Rosa Marina, lejos de desaguar, les produce inundaciones de hasta más de un metro en algunos puntos, como la Plazuela del Pino, la que se encuentra frente a su edificio.
Lo que sí padecen constantemente en las áreas comunes, es la basura y la pestilencia, pues en las alcantarillas abundan residuos de todo tipo, desde hojas secas, envolturas de muchos productos, envases y vidrios.
Su mal olor además, se mezcla con los excrementos de las mascotas de mucha gente que no se ocupa de sus perros y gatos y los deja prácticamente a su suerte.
Y AFECTADOS POR EL SISMO DE 2017
Y el terremoto del 19 de septiembre de 2017 les añadió una molestia más: los daños estructurales en edificios y la Secundaria Técnica 80 del multifamiliar.
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Según don Gonzalo, casi todos los edificios de San Bartolo resintieron el sismo, pues ninguno tiene castillos en su estructura, de modo que muchos sufrieron fracturas y algunos, continuó, aún no han sido rehabilitados totalmente.
De hecho, recordó, el movimiento telúrico del pasado 16 de febrero, reavivó el temor de muchos de los habitantes de estos inmuebles, quienes han tenido que arreglárselas para asegurar sus viviendas.
Además, muchos hijos de los vecinos de San Bartolo siguen padeciendo el terremoto, pues a consecuencia de él, la Secundaria Técnica 80 tuvo que demolerse y aunque ha pasado más de un año desde entonces, los estudiantes aún no pueden volver a su escuela y sufren los intensos calores y fríos en las aulas móviles en las que toman clases provisionalmente.