Llega a Puebla Vía Crucis Migrante repudiado por Trump

Más de mil centroamericanos huyen de la violencia y emprenden su travesía hacia el “sueño americano”

Pilar Pérez

  · viernes 6 de abril de 2018

Foto: Rodolfo Pérez

Un pañuelo amarillo enredado en la cabeza de Rafael Álvarez es lo único que detiene su sudor a un mes de haber salido de Honduras, país en el que fue atacado por guerrillas y Mara Salvatrucha igual que sucedió con el esposo de Irma Rivera, a quien asesinaron a sangre fría hace medio año; ambos, se dirigen a Estados Unidos y huyen de lo mismo: violencia y falta de oportunidades.

Ellos son solo dos de una caravana de más de mil centroamericanos que forman parte del Vía Crucis Migrante 2018 que llegó anoche a Puebla en autobuses y a pie. Hombres, mujeres y niños viajan con una misma causa que es huir de la violencia de su país y buscar el denominado “sueño americano”.

A pesar de las reformas migratorias que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó, lo único que piden los viajeros es que “Dios toque el corazón” del mandatario para que ellos puedan encontrar el sustento para sus familias y que los deje de tachar como delincuentes.

PIDE QUE EE UU LES PERMITA EL PASO

Rafael llegó con la caravana migrante la tarde de ayer a la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, donde lo primero que hizo fue comer e inmediatamente después se lavó los dientes. Esta es la segunda ocasión que intenta realizar este viaje desde Honduras, la primera fue deportado y ahora confía en concluir su misión.

Foto: Rodolfo Pérez

“Yo ando solo. Me decidí a venir porque los pandilleros me querían romper la cabeza con una piedra ahí cuando estaba en una casa. Dejé todo y vine”, explicó al tiempo de asegurar que a pesar de la calidez con la que lo recibieron en México el viaje es muy pesado, un verdadero Vía Crucis.

Salió de su país huyendo de las guerrillas que quisieron atacarlo por lo que dejó a toda su familia allá. Trabajó, en Honduras, como repostero y en Estados Unidos quiere ser jardinero, regar las plantas y cuidarlas; esa, consideró, es su misión.

“Allá en mi país no hay nada de seguridad por parte del gobierno, no hay soldados, no hay protección, por eso es que se está viniendo la gente. Te destruyen tus casas, te maltratan, se llevan lo que tienes, no hay dinero, no hay trabajo, está pésimo”, expresó.

Pese a las reformas migratorias confió en que el presidente de la Unión Norteamericana “sea iluminado por Dios” para que les permita el paso a los migrantes, pues aseguró que allá tienen los recursos para atender a la gente con necesidad de otros países, con empleo, principalmente.

Foto: Rodolfo Pérez

“El presidente de Estados Unidos debería dar la mano, ayudarnos como México, porque México es buena persona. Dios se los va a multiplicar, Dios se los va a dar. Aquí hay niños, hay mujeres, necesitan protección, alimento, estudio, nuestro gobierno no lo da y nosotros buscamos el medio para mejorar la vida”, dijo elevando los brazos como en una plegaria.

MATARON A SU ESPOSO HACE MEDIO AÑO

Irma Rivera, por otra parte, viaja en la caravana con sus dos hijos Zuany, de seis años de edad y Jesús Eduardo, quien cumplió cuatro el pasado sábado. Por su mente nunca habría pasado formar parte de la caravana migrante de no ser porque un grupo de pandilleros acribilló junto a una milpa a su marido de 38 años de edad.

Extraña a su esposo, pero, ahora tiene una responsabilidad más grande que es la de velar por sus hijos a quienes quiere darles la educación necesaria mediante su trabajo, por lo que buscará emplearse de cualquier cosa, ya sea lavando trastes o limpiando casas, lo importante es tener sustento.

“El papá de ellos, en la escuela de mi hija, era bien activo, era presidente de padres de familia, era tesorero y lo conocían todos los niños”, recordó.

Foto: Rodolfo Pérez

Mientras buscaba ropa, para ella y sus dos pequeños, relató que salió de Honduras hace un mes en compañía de su hermano y dos sobrinos, y aunque el viaje no ha sido pesado, es una decisión que no habría tomado si su esposo, quien no tenía ningún tipo de problemas, viviera.

“Si no me hubieran matado a mi esposo, nunca me habría cruzado por la cabeza venir. Él era campesino, no le gustaba andar con grupos, no tenía problemas”, dijo.

Los migrantes permanecerán en Puebla durante dos o tres días con sus noches para retomar el camino en autobuses y en menos de una semana estar cruzando la frontera.