/ viernes 13 de mayo de 2022

Manantiales del Popocatépetl e Iztaccíhuatl abastecen a pobladores de Calpan

El agua que no es captada contribuye a otros aprovechamientos a favor de la población, como las actividades agrícolas

Beber agua de los manantiales de la volcana Iztaccíhuatl y el volcán Popocatépetl es un lujo que puede probarse en Calpan y que sus pobladores tienen el privilegio de consumir todos los días.

En la cabecera de este municipio, donde hay 9 mil 031 habitantes, son pocas las familias que adquieren un garrafón a una empresa comercializadora o que ocupan el suministro de la red hidráulica para cubrir esta necesidad.

La mayoría prefiere el agua que circula en la zona baja de la barranca Actiopan, la cual custodia los nacimientos de los volcanes y resalta en la geografía de Calpan por su vasta vegetación.

En este sitio hay tres fuentes de abasto interminables, es decir de día y noche el recurso brota y luego corre por un arroyo que cruza el territorio de Calpan. Pero antes de que inicie su curso, hay personas dedicadas a recolectar, trasladar y distribuirlo entre los lugareños.

Es un grupo de 20 pobladores, entre ellos tres mujeres, el que diariamente baja hasta el fondo de la barranca, apoyado de caballos y asnos para envasar el agua que llevan a sus viviendas y a otras más, donde sus moradores a cambio de unas monedas reciben el contenido de uno o más galones.

En las calles se les conocen como los “aguadores”, porque en carretas, bicicletas, en sus animales o a pie reparten este “obsequio de los volcanes”, como le llaman.

El agua que no es captada antes de desembocar en el río Metlapanapa, localizado en la jurisdicción vecina de Juan Crisóstomo Bonilla, contribuye a otros aprovechamientos a favor de la población, como alimentar una poza destinada al disfrute colectivo, apoyar el funcionamiento de los lavaderos comunitarios y las actividades agrarias.

Apoyados de sus yeguas, burros y caballos es como logran realizar las entregas. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


AGUA BUENA

A dos cuadras del exconvento franciscano del siglo XVI, que es el principal atractivo de Calpan y es patrimonio cultural de la humanidad, está el cruce de la calle Álvaro Obregón y Avenida de la Amargura, que es la entrada a la vereda que lleva a los nacimientos de los volcanes Iztaccíhuatl (volcana le dicen los lugareños) y Popocatépetl.

El trazo de la senda es menor al kilómetro, pero es abrupto en algunos de sus puntos por la tierra suelta que dificulta el paso. Recorrerlo implica un contacto inmediato con la naturaleza, pero también deja entrever la falta de cultura de algunos visitantes, debido a la acumulación de basura.

Entre más cercana está la zona baja de la barranca Actiopan, el ruido del agua es más agudo.

En el camino, El Sol de Puebla encontró a don Javier Victorino, un adulto mayor que arreaba a su burro “pirongo”, que iba cargado con dos galones de 20 litros cada uno.

Sin frenar su caminata, dijo que dos veces por semana baja al manantial para surtirse de esta agua “buena”.

Después de él, otro poblador le seguía el paso, quien también ya se había abastecido del líquido para el consumo de sus familiares.

Ya en el área donde los manantiales son aprovechados por la población, se platicó con Mario, otro habitante que se alistaba a subir la barranca.

“Esta agua es rica y desde que recuerdo siempre nace y corre en esta zona, porque vienen de las venas de los volcanes”, contó.

Algunos pobladores señalaron que tienen al menos tres años en la actividad. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

MUJERES DISTRIBUIDORAS

En uno de los nacimientos, Esperanza y Manuel Tenorio llenaban varios galones de agua que tenían de pedido.

“Vengo dos veces al día por agua porque una parte es para mí consumo y otra parte la reparto en las viviendas”, compartió ella.

Sin detener su ritmo de trabajo, externó que su actividad no es pesada, pero sí laboriosa.

“Nos apoyamos mucho de nuestros animales, ellos son los que cargan y los tenemos que descansar para que no se lastimen, porque la bajada es fácil, pero la subida ya no”, añadió.

Esperanza es una de las tres mujeres dedicadas en este municipio a trasladar agua de los manantiales a las casas donde es solicitada, pero asegura que lo hace con gusto.

Son tres mujeres en la comunidad las que se dedican a la actividad de entregar agua del manantial. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

¿FUE UN MILAGRO?

En otro punto de la barranca Actiopan, Gustavo, de 36 años de edad y vecino de la cabecera local, ventiló llevar más de tres años en la actividad de dotar agua a las familias calpenses que lo piden.

Puntualizó que en su caso vende un galón de 22 litros a 12 pesos y diariamente sube 16 galones que reparte en bicicleta, lo que le da una ganancia de 192 pesos.

Mientras esperaba que otro poblador terminara de llenar sus garrafones, platicó que se apoya de “kamcia”, su yegua, a quien le puso ese nombre porque así se llamaba el equino de Pedro Infante, y de “payaso”, su caballo, para hacer esta labor.

“Tardo seis horas en llenar, subir y luego repartir el agua a las familias que la piden, pero desde hace tres años me enrolé en esto y seguiré”, afirmó.

Relató que uno de los señores más longevos del municipio le contó una historia sobre los nacimientos de agua, la cual pone en duda, pero la comparte cuando alguien pregunta por qué hay tanta agua en la barranca.

“Dicen que San Antonio, hoy Santo, paseaba por esta zona con unos niños y éstos tenían mucha sed y fue cuando con sus manos rascó en esas rocas donde está el nacimiento para tener agua y brotó”, compartió.

Trató de dar cierta veracidad al relato, al mostrar dos capillas construidas en esta zona en honor a San Antonio de Padua, a quien festejan cada 13 de junio con música, comida y cohetes.

“Agradecemos a San Antonio el agua. Sí tenemos el temor que se llegue a acabar algún día porque la mayoría del pueblo toma el agua de la barranca, pero mientras siga brotando, seguiremos bajando por ella y distribuyéndola gratuitamente en la fiesta patronal de Calpan el día 30 de noviembre”, finalizó.

Esta agua no tiene cloro ni filtros, es completamente pura y cristalina, porque no trae conservadores. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

PUREZA DE LOS VOLCANES

Otra voz que platicó de los manantiales de estos volcanes que embellecen el territorio de Calpan y de la Sierra Nevada, fue la de don Antonio Ramos Benito, de 52 de años de edad, quien externó que hace más de dos décadas comenzó a recolectarse el agua de la barranca Actiopan.

“Antes íbamos a traerla en el pozo que surte al pueblo. Ahí también baja un río, pero lo entubaron y el agua comenzó a salir con basura y entonces el señor Tepox, quien fue el pionero de bajar a la barranca, comenzó a dotar de agua al pueblo y de ahí ahora somos más de 15 los que hacemos esto”, asentó.

Esta agua no tiene cloro ni filtros, es completamente pura y cristalina, porque no trae conservadores como los garrafones de las empresas y por eso la gente la solicita y paga por un galón, agregó.

Reconoció que su caballo Spirit y otro macho sin nombre lo ayudan en este oficio y por fortuna ninguno de sus animales se ha lastimado o fallecido por caerse en la subida.

“Solo en una ocasión me resbalé en la vereda porque había llovido y había lodo, y pues el caballo también se cayó, pero son gajes del oficio”, expresó.

Sobre el tema, autoridades municipales de Calpan señalan que la población cuenta con el servicio de agua potable, pero es una tradición que muchas familias aprovechen los manantiales de los volcanes, que son del pueblo.

Beber agua de los manantiales de la volcana Iztaccíhuatl y el volcán Popocatépetl es un lujo que puede probarse en Calpan y que sus pobladores tienen el privilegio de consumir todos los días.

En la cabecera de este municipio, donde hay 9 mil 031 habitantes, son pocas las familias que adquieren un garrafón a una empresa comercializadora o que ocupan el suministro de la red hidráulica para cubrir esta necesidad.

La mayoría prefiere el agua que circula en la zona baja de la barranca Actiopan, la cual custodia los nacimientos de los volcanes y resalta en la geografía de Calpan por su vasta vegetación.

En este sitio hay tres fuentes de abasto interminables, es decir de día y noche el recurso brota y luego corre por un arroyo que cruza el territorio de Calpan. Pero antes de que inicie su curso, hay personas dedicadas a recolectar, trasladar y distribuirlo entre los lugareños.

Es un grupo de 20 pobladores, entre ellos tres mujeres, el que diariamente baja hasta el fondo de la barranca, apoyado de caballos y asnos para envasar el agua que llevan a sus viviendas y a otras más, donde sus moradores a cambio de unas monedas reciben el contenido de uno o más galones.

En las calles se les conocen como los “aguadores”, porque en carretas, bicicletas, en sus animales o a pie reparten este “obsequio de los volcanes”, como le llaman.

El agua que no es captada antes de desembocar en el río Metlapanapa, localizado en la jurisdicción vecina de Juan Crisóstomo Bonilla, contribuye a otros aprovechamientos a favor de la población, como alimentar una poza destinada al disfrute colectivo, apoyar el funcionamiento de los lavaderos comunitarios y las actividades agrarias.

Apoyados de sus yeguas, burros y caballos es como logran realizar las entregas. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


AGUA BUENA

A dos cuadras del exconvento franciscano del siglo XVI, que es el principal atractivo de Calpan y es patrimonio cultural de la humanidad, está el cruce de la calle Álvaro Obregón y Avenida de la Amargura, que es la entrada a la vereda que lleva a los nacimientos de los volcanes Iztaccíhuatl (volcana le dicen los lugareños) y Popocatépetl.

El trazo de la senda es menor al kilómetro, pero es abrupto en algunos de sus puntos por la tierra suelta que dificulta el paso. Recorrerlo implica un contacto inmediato con la naturaleza, pero también deja entrever la falta de cultura de algunos visitantes, debido a la acumulación de basura.

Entre más cercana está la zona baja de la barranca Actiopan, el ruido del agua es más agudo.

En el camino, El Sol de Puebla encontró a don Javier Victorino, un adulto mayor que arreaba a su burro “pirongo”, que iba cargado con dos galones de 20 litros cada uno.

Sin frenar su caminata, dijo que dos veces por semana baja al manantial para surtirse de esta agua “buena”.

Después de él, otro poblador le seguía el paso, quien también ya se había abastecido del líquido para el consumo de sus familiares.

Ya en el área donde los manantiales son aprovechados por la población, se platicó con Mario, otro habitante que se alistaba a subir la barranca.

“Esta agua es rica y desde que recuerdo siempre nace y corre en esta zona, porque vienen de las venas de los volcanes”, contó.

Algunos pobladores señalaron que tienen al menos tres años en la actividad. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

MUJERES DISTRIBUIDORAS

En uno de los nacimientos, Esperanza y Manuel Tenorio llenaban varios galones de agua que tenían de pedido.

“Vengo dos veces al día por agua porque una parte es para mí consumo y otra parte la reparto en las viviendas”, compartió ella.

Sin detener su ritmo de trabajo, externó que su actividad no es pesada, pero sí laboriosa.

“Nos apoyamos mucho de nuestros animales, ellos son los que cargan y los tenemos que descansar para que no se lastimen, porque la bajada es fácil, pero la subida ya no”, añadió.

Esperanza es una de las tres mujeres dedicadas en este municipio a trasladar agua de los manantiales a las casas donde es solicitada, pero asegura que lo hace con gusto.

Son tres mujeres en la comunidad las que se dedican a la actividad de entregar agua del manantial. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

¿FUE UN MILAGRO?

En otro punto de la barranca Actiopan, Gustavo, de 36 años de edad y vecino de la cabecera local, ventiló llevar más de tres años en la actividad de dotar agua a las familias calpenses que lo piden.

Puntualizó que en su caso vende un galón de 22 litros a 12 pesos y diariamente sube 16 galones que reparte en bicicleta, lo que le da una ganancia de 192 pesos.

Mientras esperaba que otro poblador terminara de llenar sus garrafones, platicó que se apoya de “kamcia”, su yegua, a quien le puso ese nombre porque así se llamaba el equino de Pedro Infante, y de “payaso”, su caballo, para hacer esta labor.

“Tardo seis horas en llenar, subir y luego repartir el agua a las familias que la piden, pero desde hace tres años me enrolé en esto y seguiré”, afirmó.

Relató que uno de los señores más longevos del municipio le contó una historia sobre los nacimientos de agua, la cual pone en duda, pero la comparte cuando alguien pregunta por qué hay tanta agua en la barranca.

“Dicen que San Antonio, hoy Santo, paseaba por esta zona con unos niños y éstos tenían mucha sed y fue cuando con sus manos rascó en esas rocas donde está el nacimiento para tener agua y brotó”, compartió.

Trató de dar cierta veracidad al relato, al mostrar dos capillas construidas en esta zona en honor a San Antonio de Padua, a quien festejan cada 13 de junio con música, comida y cohetes.

“Agradecemos a San Antonio el agua. Sí tenemos el temor que se llegue a acabar algún día porque la mayoría del pueblo toma el agua de la barranca, pero mientras siga brotando, seguiremos bajando por ella y distribuyéndola gratuitamente en la fiesta patronal de Calpan el día 30 de noviembre”, finalizó.

Esta agua no tiene cloro ni filtros, es completamente pura y cristalina, porque no trae conservadores. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

PUREZA DE LOS VOLCANES

Otra voz que platicó de los manantiales de estos volcanes que embellecen el territorio de Calpan y de la Sierra Nevada, fue la de don Antonio Ramos Benito, de 52 de años de edad, quien externó que hace más de dos décadas comenzó a recolectarse el agua de la barranca Actiopan.

“Antes íbamos a traerla en el pozo que surte al pueblo. Ahí también baja un río, pero lo entubaron y el agua comenzó a salir con basura y entonces el señor Tepox, quien fue el pionero de bajar a la barranca, comenzó a dotar de agua al pueblo y de ahí ahora somos más de 15 los que hacemos esto”, asentó.

Esta agua no tiene cloro ni filtros, es completamente pura y cristalina, porque no trae conservadores como los garrafones de las empresas y por eso la gente la solicita y paga por un galón, agregó.

Reconoció que su caballo Spirit y otro macho sin nombre lo ayudan en este oficio y por fortuna ninguno de sus animales se ha lastimado o fallecido por caerse en la subida.

“Solo en una ocasión me resbalé en la vereda porque había llovido y había lodo, y pues el caballo también se cayó, pero son gajes del oficio”, expresó.

Sobre el tema, autoridades municipales de Calpan señalan que la población cuenta con el servicio de agua potable, pero es una tradición que muchas familias aprovechen los manantiales de los volcanes, que son del pueblo.

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