Es una mujer, que para aligerar su dolor sonríe de vez en cuando y trata de hacer amistades. Es una mujer, que lleva consigo una bolsa llena de fotografías de su hija, pues desapareció y sabe que cualquier momento es bueno para mostrar su imagen y preguntar si alguien la ha visto. Mi entrevistada, es María Eugenia Rojas, una madre que busca a Fabiola Narváez, quien fue vista por última vez en Villa Frontera y, hasta el momento, no se sabe su paradero.
María Eugenia sonríe mucho, aunque ha dejado de hacerlo con el tiempo porque hay personas que la juzgan por sus ratos de felicidad. María Eugenia, abre sus grandes ojos cuando le preguntan por sus nietos, empieza a contar cuantos años tienen, como juegan, pero su sonrisa se desvanece al recordar a dos de sus nietas, las que son niñas de Fabiola, “Faby”, su hija menor y la que desapareció el 13 de enero del 2021.
Todo comenzó a inicios del año pasado, María Eugenia estaba en Cancún y recibió una llamada de su otro hijo, le dijo que Fabiola había ido con una amiga por la Central de Abastos para sacar una tarjeta de crédito. Al principio, creían que iba a regresar pronto, pues había dejado encargadas a las niñas con su cuñada para realizar dicho trámite, pero como pasaron las horas la preocupación creció.
Empezaron a buscarla por Villa Frontera, pues en esta unidad habitacional fue donde se le vio por última vez, también en las colonias aledañas y en la Central de Abastos, pero no la encontraron. A las 22:00 horas, los familiares acudieron a la Fiscalía General del Estado (FGE) para emitir la alerta de desaparición y al otro día, María Eugenia viajó a Puebla para iniciar el proceso más difícil de toda su vida.
“Cuando llegué a Puebla ya había gente de la Fiscalía en mi casa, les dimos toda la información, tomaron fotos y nos dijeron que la iban a buscar y ese fue el principio de todo esto. No ha pasado nada, no hay avances, no se sabe nada de ella, ni de su amiga, nosotros seguimos buscando, pero nadie nos dice qué pudo haber pasado”, comentó.
Han pasado 16 meses, alrededor de 486 días y un aproximado de 11 mil 680 horas desde que no se sabe el paradero de Fabiola, ¿por qué sabe esto la señora Maru?, pues porque no hay ni un solo día que deje de pensar en ella. Con el transcurso del tiempo, se ha unido a grupos, como el Colectivo Voz de los Desaparecidos, con quienes ha encontrado un sostén y con quienes ha emprendido brigadas para encontrar a su hija.
En cada búsqueda, reza para que no encuentre el cuerpo de Faby, pues su sueño es encontrarla con vida, pero al mismo tiempo dice que si Dios se la presenta así, con todo el dolor de su corazón tendrá que aceptarlo.
Es doloroso y triste pensar que mi hija está muerta, yo no quiero eso, pero no sabemos nada, no sabemos si fue alguien, en dónde fue, por qué, nadie vio nada, estamos como el día uno
La desaparición ha traído un sinfín de preocupaciones para la familia y como ha pasado el tiempo también ha cambiado la dinámica. La hija menor de Fabiola se la llevó su padre y la hija mayor se quedó con Marú. Un día, María Eugenia le compró un chocolate que tenía adentro un anillo y la niña se lo regaló, le dijo que si quería ser su mamá hasta que regresara Fabiola y ella aceptó el compromiso.
“Al principio la niña me preguntaba que en dónde estaba su mamá, le decíamos que trabajando. Hasta que un día ella nos pidió que le dejáramos de mentir porque a su mamá se la había llevado. Nos abrazó y se puso a llorar. Poco a poco hemos tratado de que no piense en eso y está visitando al psicólogo”, agregó.
El pasado Día de Reyes, la hija de Fabiola pidió en su carta que de regalo le devolvieran a su madre, pero desgraciadamente eso no ocurrió. En ocasiones, la niña se culpa, pues cree que si se hubiera portado mejor, su madre no se hubiera ido, pero Maru y toda la familia le explican que es una buena niña y que la ausencia de Fabi no tiene nada que ver con ella.
Ahora, la exigencia sigue siendo la misma, que la Fiscalía y la Comisión de Búsqueda apoyen para encontrar a Fabiola. “Mi hija me duele y por eso sólo a a las autoridades les pido que hagan su trabajo, sólo eso. Si yo fuera investigadora yo iría buscarla, pero no sé ni por donde, aun así voy a los campos, salgo por mi colonia y pregunto a las personas que veo en la calle, pero si no hay respuesta, nunca la vamos a encontrar. Necesito su ayuda, no que me digan que la tierra se la comió”, concluyó.