Hartos y preocupados por las condiciones de insalubridad generadas por las aguas residuales, provenientes de un matadero de aves, es como vecinos de la colonia Excursionista, al norte de la ciudad de Puebla, denuncian vivir desde hace seis meses. Señalan que el fétido olor se intensificó ante la llegada del clima cálido.
Ubicado en el Camino a Clavijero, a la altura del entronque con el Periférico Ecológico, se encuentra un inmueble en el que se presume, se realiza el acopio y distribución de pollos para el consumo humano. El lugar carece de algún distintivo o rotulado comercial.
A un costado de la entrada al establecimiento, se colocó un tubo de PVC por el que sale de forma constante e ininterrumpida, un líquido color amarillo oscuro combinado con ligeras cantidades de plumaje. En lugar de caer en un drenaje destinado a esa compañía, las aguas contaminadas son vertidas hacia la vialidad, afectando principalmente a los peatones que atraviesan por ahí. Posteriormente, 500 metros después el agua se estanca en un bajo puente que alberga un sinfín de desechos.
EL SOL DE PUEBLA realizó una visita al sitio y constató que la expulsión del líquido es mayor durante las primeras horas del día. Minutos antes de las 9 de la mañana, Hilda, vecina del lugar en cuestión salió para encaminar a su hijo al colegio. En entrevista, relató que el olor suele ser insoportable por las madrugadas y las tardes, cuando el calor es predominante.
Señaló que es precisamente ahí donde los vehículos del transporte público realizan su parada. Ante ello, la espera para abordarlos suele ser un martirio sobre todo para los jóvenes que deben viajar a otros puntos de la ciudad para trabajar y los niños que acuden a la escuela en otras colonias.
Lo mismo piensa Eduardo, un joven que habita a tan sólo un par de casas del supuesto matadero de aves. Expuso que su caso es especialmente preocupante pues el olor ha sido tan fuerte, al grado de que sus hijos han sido quienes han externado su desagrado ante el fétido aroma que predomina en la colonia. Resaltó que teme que sus menores puedan pescar alguna infección, por ello lamentó que el sitio siga operando aún a expensas de que el líquido sea vertido a la vista de todos.
Gloria es otra de las vecinas preocupadas por la situación. Acompañada de su hija, salió a comprar algunos alimentos para desayunar. Compartió que su pequeña la acompaña siempre y por ende, se encuentra expuesta de forma constante a los charcos de agua contaminada que ahí se estancan a causa del plumaje. Esa es la única vía peatonal para conseguir sus productos.
Finalmente se encuentra Adolfo, un hombre que posee un lote en esa misma avenida. Ahí habita su madre, por ello no puede ignorar que el desagradable olor ponga en riesgo la salud de su familia. Aunque reconoce que la matanza de pollos es una actividad económica honesta, se opone al hecho de que el líquido no sea almacenado en un cárcamo o drenaje especializado, y sea lanzado a la calle sin sanción alguna.