Puebla es un estado de paso para migrantes que buscan llegar hasta Estados Unidos, aunque también se convirtió en un lugar de destino para buscar refugio a través de Tarjetas de Visitantes por Razones Humanitarias (TVRH). Tan solo en 2021, al menos 3 mil 70 extranjeros indocumentados recibieron asilo, un repunte de mil 644 por ciento de solicitudes otorgadas a comparación de 2018, el primer año que el gobierno federal comenzó a informar de este fenómeno con números oficiales.
Pero, ¿qué hacen mientras estos migrantes, en su mayoría de Haití, Honduras y Venezuela, esperan su regularización?
Dyron es un hombre de 32 años. En enero de 2022 migró de Cuba al municipio de Puebla con la finalidad de desempeñarse como médico, profesión que cursó en su lugar de origen, sin embargo, hasta el momento no lo ha podido lograr pues primero tiene que legalizar sus trámites.
“Vine a México con la intención de quedarme a vivir, tengo el propósito de ejercer como médico, no obstante, primero debo de legalizarme y lo mismo tiene que pasar con mis títulos en mi país y después hacerlo aquí. Ahora los trámites van lentos y creo que va para largo”, relata.
Si bien el tiempo estimado para entregar una TVRH es de 20 días, este no se cumple e incluso puede demorar más de 90 días debido a la demanda de documentos que se solicitan.
Las tarjetas tienen vigencia de un año y les permiten transitar de manera legal por el país sin temor de ser detenidos, trabajar formalmente, además de que garantiza sus derechos, de acuerdo con Blanca Laura Cordero Díaz, coordinadora del Seminario Fronteras, Migraciones y Subjetividades del Instituto de Ciencias Sociales (ICSyH) de la BUAP.
La vida en esa espera es un limbo. Los migrantes viven sin documentos que les permitan trabajar o acceder a servicios de salud y la mayoría de ellos residen en refugios para resguardar su integridad mientras el proceso avanza.
Es en estos espacios, que algunos llaman ‘hogar’, donde se les conecta con pequeños empresarios locales para que puedan laborar y ganar dinero para sobrevivir, pues, pese a que legalmente no existen, sí participan de manera activa en la economía del lugar.
El sueño de conseguir asilo en el estado y poder desempeñarse como doctor en algún nosocomio mantiene a Dyron en pie, pese a que el panorama se torna desalentador.
El cubano reconoce que al no contar con un documento que formalice su estancia en la capital se enfrenta al rechazo laboral o a empleos mal pagados: “Como eres migrante, muchos se aprovechan para darte un salario hasta por debajo del mínimo, con el argumento de que no tenemos papeles. Sin duda a nosotros nos afectan, no alcanza ni para las necesidades básicas”.
Actualmente se desempeña como voluntario en la Cruz Roja y, aunque no recibe una remuneración económica, dice que esta actividad lo mantiene enfocado en su meta.
PEQUEÑOS TRABAJOS PARA SOBREVIVIR
Calix tiene 57 años y es nicaragüense. Desde diciembre del año pasado salió de su país junto con su hijo adolescente y llegaron a Puebla con la intención de trabajar y enviar dinero a su esposa y otros 12 hijos que se quedaron en Nicaragua, no obstante, esto no ha sido posible, ya que el dinero que logra obtener con pequeños trabajos lo usa para necesidades diarias.
El hombre platica que en enero inició su trámite para obtener una tarjeta por razones humanitarias y regular su estancia y la de su hijo en el país. Al igual que Dayron, aún se mantiene en la espera de que se la entreguen.
“El tiempo que llevo aquí he trabajo como albañil, plomero, herrero, mecánico, que me permiten tener una remuneración económica para usarlo en nuestras necesidades básicas. Definitivamente lo que nos está atrasando es nuestro papel migratorio. Si nosotros lo tuviéramos podríamos tener un buen trabajo con un salario diario para lograr mis objetivos, pero migración nos tiene retenidos”, platica.
Por otro lado, está Emilio, un hombre colombiano que desde su corta edad radicó en Venezuela, pero, debido a los conflictos sociales y económicos decidió salir y viajar a México, en específico al municipio de Puebla.
En su arribo a la capital del estado decidió autoemplearse después de recibir rotundos "no" en diversos trabajos, por no contar con documento que respalde su legalización.
“Decidí preparar una bebida que se llama chicha, originaria de Venezuela, y salir a venderla por las calles de la zona, algunos ya me conocen y me hacen pedidos, busqué trabajo, pero recibí varios no porque tenían temor de ser clausurados o tener problemas por emplear a un ilegal. Estoy esperando mi documentación para poder ganar más dinero y tener un establecimiento para poder vender esta bebida”, comenta.
A diferencia de Dyron y Calix, él ya lleva un año en Puebla, por lo que su trámite es para renovar su tarjeta de visitante por razones humanitarias, no obstante, también se enfrenta a un proceso tardío, pues lleva más de dos meses en espera de su TVRH.
REFUGIADOS EN CIFRAS
Pese a que no existen datos sobre cuántas personas extranjeras solicitan refugio en la entidad mediante la Tarjeta de Visitantes por Razones Humanitarias, sí hay cifras disponibles sobre cuántas se entregan al año.
De acuerdo con el Boletín de Estadísticas Migratorias emitido por la Unidad Política Migratoria del gobierno federal, desde que se tiene disponible la información sobre movilización de personas dentro y fuera del país, 2018 fue el año con menos entregas, al documentar 176 tarjetas. A partir de 2019 se reflejó un incremento considerable al registrar 373.
Para 2020 la tendencia presentó una ligera disminución con 353, que coincide con los meses de restricción de movilidad derivado de la pandemia de Covid-19.
Para 2021, sin embargo, repuntó a 3 mil 70 documentos entregados y tan solo en el primer bimestre de 2022 la cifra ya fue de 336.
HAITIANOS Y HONDUREÑOS, LOS MÁS BENEFICIADOS
De las más de tres mil tarjetas entregadas el último año a personas indocumentadas por su paso por el estado, el 94.6 por ciento residía en el municipio de Puebla, mientras que del 5.3 por ciento restante no se tiene información.
En 2021, las personas provenientes de Haití, Honduras y Venezuela fueron los principales beneficiados, ya que representaron el 72 por ciento del total de tarjetas de visitantes entregadas: mil 637 para haitianos, 305 para hondureños y 271 para venezolanos.
En la lista de extranjeros que recibieron asilo en la entidad mediante esta documentación también están 197 chilenos, 178 brasileños, 144 cubanos, 96 colombianos, 75 nicaragüenses, 65 salvadoreños, 26 guatemaltecos, seis argentinos y seis uruguayos, cinco personas oriundas de la Guayana Francesa, cuatro de la Republica Dominicana y tres panameños, entre otros.
En tanto que entre enero y febrero de este 2022 los haitianos permanecieron como los principales benefactores con 117 tarjetas, le siguieron los oriundos de Honduras con 74. Después estuvieron personas de El Salvador, con 31 tarjeras, en tanto que Cuba y Venezuela continuaron con la lista con 27 personas, cada uno.
Por último, a esta lista se sumaron 18 chilenos, además de seis colombianos, tres guatemaltecos, dos uruguayos y un panameño.
RECOMENDACIONES, EL ‘SALVAVIDAS’ DE MIGRANTES
Claudia Espinoza, representante de la fundación “No soy delincuente, soy migrante”, un espacio que da refugio y capacitación a extranjeros en su paso por Puebla, califica como “salvavidas” las recomendaciones que asociaciones dirigen a pequeños locales para que migrantes puedan emplearse mientras se encuentran en trámites legales.
En entrevista con EL SOL DE PUEBLA, platica que, de no ser por este tipo de documentos, las puertas se les seguirían cerrando a los extranjeros y el poder sobrevivir sería más complicado.
“La mayoría de fundaciones que apoyan a este sector de la población damos cartas de recomendación para que puedan ser contratados con algún negocio, mientras que están en el proceso de regularización. Hay que reconocer que los propietarios de los negocios se sienten intimidados o desconfiados porque no saben si tienen legal estancia o no”, dice.
A esta postura se suma la académica de la BUAP, Blanca Cordero Díaz, quien agrega que no existe un acompañamiento por parte del gobierno (en sus tres niveles) con los migrantes, por lo que se quedan solos en el proceso.
Ante este panorama, hace un llamado a las instituciones responsables para que brinden asesoramiento antes, durante y después del trámite para legalización.