En el curso de Elliott, una de las tormentas invernales más grandes en la historia de Estados Unidos, se encuentran las vivencias de migrantes poblanos, quienes, en su mayoría, deben afrontar la crisis sin un ingreso fijo, pues el mal tiempo provoca que muchos de los trabajos en los que son empleados se detengan; no obstante, los costos de vivienda, alimentación y salud representan gastos no previstos en su cotidianidad.
Desde hace aproximadamente dos semanas, el medio oeste y norte del país vecino se han cubierto por climas extremos, al punto de que varias entidades como Nueva York, Oklahoma, Kentucky, Georgia y Carolina del Norte, se han declarado en estado de emergencia.
De acuerdo con el Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos (NWS, por sus siglas en inglés), el fenómeno climatológico por el que actualmente atraviesa el país afecta las vidas de 240 millones de personas, es decir, el 70 por ciento de la población.
Para conocer la forma en que esta tormenta afecta a la población migrante que habita en diversas partes de ese país, El Sol de Puebla contactó a una serie de poblanos, quienes viven, desde su posición, una de las tormentas más heladas de la historia de Estados Unidos.
La salud de una comunidad afectada por el coronavirus
En la ciudad de Chicago, en el estado de Illinois, que ha tenido varios días consecutivos con temperaturas de hasta menos 20 grados centígrados, radica Héctor Escobar, poblano originario de San Martín Texmelucan y presidente de la Cámara de Comercio de Chicago.
En entrevista con El Sol de Puebla, Escobar, quien además es excomisionado de la Oficina de Atención al Migrante Poblano, relata que, pese a que el clima gélido es una constante en la región en la que habita durante esta época del año, ésta última tormenta ha sido una de las más extremas que ha visto desde su llegada a ese país, hace más de 40 años, a la fecha.
Aunque para muchos la nieve representa un elemento de las fiestas navideñas, para personas como Héctor Escobar esto significa que el frío caerá con mayor intensidad. Esto, a su vez, desencadena otras preocupaciones en la población, pues los caminos se vuelven más peligrosos y los riesgos de contraer enfermedades se tornan más latentes.
Vivir esta crisis durante 2022 representa un obstáculo de salud particularmente mayúsculo para la comunidad latina en Estados Unidos, especialmente porque ha sido una de las más afectadas por la pandemia de Covid-19, resalta el activista poblano.
“Estamos en una situación muy difícil en estos tiempos; no ha pasado la pandemia, aún no la rebasamos, realmente eso ha complicado mucho más la situación de salud especialmente de los latinos, porque, como sabrás, fuimos una de las comunidades más afectadas durante la pandemia. Ahora mucha gente quedó muy débil, a los que les dio Coronavirus, entonces, tienen varios problemas respiratorios”, argumenta.
Por lo tanto, el cuidado de la salud se hizo un motivo de desasosiego para los migrantes poblanos, especialmente porque su aportación económica representa, en muchos casos, el principal sostén financiero de sus familias en México.
“Se preocupan por su salud porque son el único sustento de sus familias en México y, realmente, lo que más les preocupa es que se vayan a enfermar y que después de eso ya no puedan apoyar a la familia, entonces, la salud es primordial en este momento”, subraya.
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Pese a que mucha gente conoce bien que durante los últimos meses del año la prevención de enfermedades debe acentuarse, ninguna medida precautoria es suficiente para que el intenso frío pase desapercibido en los hogares de los migrantes mexicanos que partieron a Estados Unidos en busca de mejorar sus condiciones de vida.
Y es que para muchos mexicanos y sus familias cuidar su sistema inmunológico y tratar padecimientos respiratorios, es algo que sólo puede lograrse mediante la adquisición de ropa cálida y el consumo de vitaminas y algunos medicamentos que no son necesariamente antibióticos, pues recibir atención médica especializada es uno de los servicios más costosos en ese país, a los cuales sólo una fracción de la población puede acceder.
A decir de Escobar, quien funge como uno de los principales líderes de migrantes poblanos en Chicago, el costo promedio de una consulta médica, así como la adquisición de las medicinas correspondientes, tan sólo para atender una pulmonía, ronda entre los mil 800 dólares, es decir, poco más de 30 mil pesos mexicanos.
La razón del alto costo de estos servicios se debe a que con la llegada del Covid-19 al mundo, los centros de salud atienden, en primera instancia, la mayoría de padecimientos respiratorios como si fuesen SARS-CoV-2 hasta que una prueba confirme lo contrario; no obstante, todos los procedimientos de por medio representan importes bastante altos.
Por si eso fuera poco, los estragos de la narrativa que el expresidente de ese país, Donald Trump, tuvo contra los migrantes latinoamericanos, dejaron un cierto sentimiento de angustia entre la comunidad hispana, al punto de que muchas personas asumen que al recibir atención hospitalaria de urgencia, pueden ser objeto de detenciones con fines migratorios.
Costos estratosféricos de supervivencia
Si bien es cierto que la recuperación de empleos en Estados Unidos ha sido consecuente durante 2022, el costo de vida, sobre todo en las grandes ciudades donde se concentran las mejores oportunidades, va igualmente en ascenso.
Desde la perspectiva de Héctor Escobar, el aumento en los precios de alimentos, vivienda y combustible se ha convertido en una de las principales inquietudes de la comunidad poblana en Chicago.
Como presidente de la Cámara de Comercio de su ciudad, ha detectado que productos de la canasta básica se han encarecido en hasta un 300 por ciento, esto en gran medida por el efecto en cadena que dejó el detenimiento de las cadenas de suministro.
Por ejemplo, en medio de la tormenta invernal que afecta actualmente al país, la ciudadanía debe afrontar que alimentos como la leche, huevos, frutas y verduras, entre otros, ahora oscilan entre los 5 dólares, cuando antes cada uno de ellos costaba poco más de un dólar.
En otro lugar del país, en el poblado de Armour, Dakota del Sur, vive Salvador Muñoz, poblano de 40 años de edad, originario de Tehuacán, quien emigró a Estados Unidos hace poco menos de un año.
Ahí las condiciones no son muy distintas a las que vive Héctor Escobar, sin embargo, en su situación, refiere que ha tenido que afrontar esta crisis en un contexto adverso, pues el intenso clima detuvo actividades laborales como la suya, que se ubica en el sector de la construcción.
Desde que se asentó en esa pequeña ciudad con apenas mil habitantes, sus días los ha dedicado a la materialización y mantenimiento de techos, actividad conocida como roofing. Esto implica que gran parte del tiempo su empleo deba desarrollarse en la intemperie.
No obstante, desde hace dos semanas su patrón les avisó a él y a sus compañeros que no habría más proyectos en los siguientes días, debido a la anunciada tormenta invernal que finalmente los alcanzó.
“Dejaron de pagarme, porque aquí los trabajos son por hora (...) por eso debes tener tu ahorrito para la despensa”, señala Muñoz, en entrevista con esta casa editorial.
Afortunadamente, su hermano, quien lleva varios años viviendo en Estados Unidos, le aconsejó con antelación hacer un ahorro para afrontar los imprevistos del fenómeno natural. Sin embargo, al ser un recién llegado a ese país, hacer acopio de recursos económicos no fue una tarea fácil.
Simplemente en gastos de alimentación básicos debe llevar consigo un estimado de 250 dólares por semana, esto sin contar los gastos de vivienda, así como servicios de electricidad, gas y otros impuestos, que en su conjunto ascienden a los casi 300 dólares.
En otras palabras, una sola persona debe ahorrar, por lo menos, dos mil dólares al mes, es decir, cerca de 40 mil pesos, sólo para sobrevivir en una tormenta invernal como la que actualmente acontece. Esta cantidad, desde luego, no contempla servicios médicos ni de traslado.
Riesgos del descuido
Por su parte, Ángel Gómez, migrante originario de Puebla capital con 36 años de edad y habitante de la ciudad de Nueva York, comparte que la temporada invernal en la Costa Este de Estados Unidos es algo cotidiano para quienes habitan en ella.
No obstante, esto no deja de lado que muchas personas olviden los riesgos que conlleva la caída de nieve, acompañada de las bajas temperaturas y los fuertes vientos, especialmente en cuanto a la alteración de vialidades y otros efectos naturales como la caída de árboles, etcétera.
Pese a que el NWS ofrece alertamiento a toda la población a través de los teléfonos celulares y medios de comunicación, las celebraciones navideñas orillan a las personas a tener que salir de compras o a reunirse con sus seres queridos.
El problema es que algunas autopistas y caminos se vuelven resbaladizos y esto hace inevitable que los neumáticos de los automóviles tengan problemas al frenar, lo cual muchas veces desemboca en accidentes fatales.
Afortunadamente, desde la perspectiva de Muñoz, el comportamiento social este año ha sido generalmente bueno, pues, al menos en su comunidad han sido cautelosos de hacer salidas innecesarias durante esta temporada, además de que la población se ha enfocado en ayudar mediante colectas a las personas que son menos favorecidas.
Hasta el cierre de esta edición, autoridades estadounidenses reportaron la cancelación de poco más de 6 mil vuelos en todo el país debido a las condiciones climáticas que persisten. Asimismo, advirtió que este sábado, en plena víspera de Navidad, los viajes realizados por cualquier medio de transporte podrían significar altos riesgos para la población.