Modelo de vivienda social fracasó por errores arquitectónicos y sociales

Belén Cancino

  · miércoles 31 de agosto de 2016

Foto: Erick Guzmán

Proyectos arquitectónicos alejados, sin áreas comunes nivigilancia de la autoridad y la poca conciencia social para laconvivencia, hicieron fracasar el modelo de vivienda social,armónica y ordenada proyectada para las unidades habitacionales,consideraron Jorge Rosete Espinosa, director de la Facultad deArquitectura de la UPAEP; Francisco Vélez Pliego, director delInstituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) de la BUAP, yJosé Antonio Sáenz de Miera Cuatlayol, catedrático deldepartamento de Arquitectura del Tecnológico de Monterrey campusPuebla.

La propuesta de desarrollo vertical para viviendasmultifamiliares que se produjo en las décadas de los 70 y 80admitieron, fue un buen intento para ofrecer un patrimonio ycalidad de vida a los trabajadores de la época, sin embargocoincidieron también, omisiones y errores arquitectónicos ysociales dieron al traste con el propósito.

Rosete Espinosa consideró que los hasta 90 metros cuadrados delos departamentos o condominios ofrecían un buen espacio para queuna familia lo habitara, sin embargo agregó, la falta desuficientes espacios comunes no promovieron la cohesión y lapertenencia social.

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“Entonces tú llegabas a tu departamento y no te enterabas delo que pasaba afuera, y afuera podían estar pasando miles decosas, no había mucha oportunidad para vida en común”,abundó.

Además, mencionó Sáenz de Miera, el desarrollo de lasunidades habitacionales se produjo en su momento, alejado delcentro de la ciudad, también dificultó la convivencia entre loscondóminos.

“La gente salía temprano a dejar a los hijos, al trabajo, aveces ni llegan a comer, entonces no se conoce al vecino, no sesabe dónde trabaja, y durante el día se vuelven lugaresdeshabitados, se volvieron lugares solo para dormir”,añadió.

Por si fuera poco completó Vélez Pliego, la falta demunicipalización impidió que la autoridad se encargara de laprestación de servicios, como el de seguridad pública, de maneraque al principio, en las unidades habitacionales, no habíarondines de vigilancia, por ejemplo, de policías.

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La consecuencia de estas situaciones, coincidieron, es que losvecinos o condóminos no se apropiaron de los espacios comunes ypersonas ajenas a la comunidad sí, de manera que se aprovecharonde ellos, por ejemplo, para hacer aquello que no está aceptadosocialmente o incluso para delinquir.

“Porque por un lado están ocultos a la vista de otra gente,de externos, porque durante el día está vacío y durante la nochenadie sale a caminar, entonces eran como invisibles”.

Y la municipalización, es decir, responsabilizar a laautoridad, en este caso a los gobiernos municipales de servicioscomo la seguridad pública, continuó Vélez Pliego, tardó muchotiempo en llegar lo que difícilmente combatió comportamientos eincidencias de este tipo.

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FALTÓ SENTIDO DECOMUNIDAD

Y, a decir de Jorge Rosete, una razón más por la que el modelode vivienda multifamiliar no tuvo el éxito que se esperaba fue lafalta de conciencia de los condóminos para vivir en una comunidadde cientos o miles de vecinos.

“Que un vecino no pagara el mantenimiento o no atendiera lasáreas verdes, porque en principio se planteaba así, que todosatendieran las áreas comunes, porque por eso se llamaban así,comenzó a generar una distensión social”, explicó.

En consecuencia agregó, se produjo también el abandono odescuido de este tipo de espacios, que fueron aprovechados porotros, “el borrachito, el drogadicto, el delincuente…”,completó.

En este sentido añadió que aunque el propósito no era malo,la falta de preparación entre la gente para comprender laresponsabilidad e importancia de que vivieran en comunidad, derivóen que otros se apropiaran, a su conveniencia, de los espacios.

NO TODO ESTÁPERDIDO

Según el director de la Facultad de Arquitectura de la UPAEP,aún se puede rescatar el modelo de vivienda y la calidad de vidaen las unidades habitacionales, promoviendo estrategias de rescatede espacios públicos y la apropiación de las áreas comunes porparte de los propios condóminos.

Y es que afirmó que la mejor forma de prevenir y combatir ladelincuencia y otras situaciones negativas del mismo tipo, eshaciendo que la gente ocupe los espacios.

Para ello sugirió, la intervención de la zona con el pintadode fachadas, la recuperación de áreas verdes y la habilitaciónde los espacios, auxiliados por profesionales como urbanistas,arquitectos, incluso sociólogos y terapeutas, para en conjunto conlos vecinos, y de acuerdo a sus necesidades y preferencias,habiliten áreas comunes que todos puedan ocupar.

“Eso da sentido de pertenencia, de apropiación de losespacios”, remató.