/ sábado 27 de agosto de 2022

'Mujeres juntas, ni difuntas': La misoginia interiorizada que refleja el machismo desde las propias mujeres

Laura Gamboa considera que todas las mujeres tienen la gran responsabilidad de identificar si aplican este tipo de actitudes

“Prefiero trabajar con hombres que con mujeres porque son problemáticas”, “La peor enemiga de una mujer es otra mujer”, “Mujeres juntas, ni difuntas”, estas son solo algunas frases de la misoginia interiorizada, que es una forma machista en la que siguen actuando y pensando algunas mujeres.

En entrevista con este medio, Ana Laura Gamboa, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría de la IBERO Puebla, explicó que la misoginia interiorizada se da tanto en hombres como mujeres, pero si las mujeres lo aplican, pese a que son del sexo femenino, se debe a que el patriarcado desde su niñez les inculcó la normalización de denigrar a la mujer.


“El patriarcado es un sistema político, psicológico, cultural y hasta económico, esto lo resalto porque en muchas ocasiones cuando se habla de estos temas podríamos estarlo confundiendo con acciones machistas o misóginas. El machismo es una consecuencia del patriarcado y una herramienta de control de las mujeres, a partir de esto se busca el poder y una relación opresiva, de ahí nace el machismo interiorizado en algunas mujeres”, explicó.

La misoginia interiorizada se empieza a crear desde que las mujeres son niñas, pues la sociedad, medios de comunicación y su entorno les enseña que las demás mujeres son enemigas, incluso que las que no se casan, las que se juntan con muchos hombres, las que salen de fiesta, las que no se visten de manera “decente” son “malas mujeres”, cuando esto es solo una ideología errónea.

“Existe una trampa del patriarcado en la que a las mujeres se nos ha enseñado a partir de este sistema patriarcal que las otras mujeres son competencia o que debemos de tenerles envidia y, por tanto, la critica y la mirada de esta feminidad es una mirada de odio, seguimos dividiendo al decir que existen buenas y malas mujeres”, comentó.

Otra forma de aplicar la misoginia interiorizada es cuando una mujer cree que es superior por hacer sentir menos a otra mujer, esto nuevamente lo hacen algunas mujeres porque el patriarcado enseñó que las mujeres son inferiores y, por tanto, algunas creen que es algo normal, cuando no debería serlo.

Un ejemplo más es cuando las mismas mujeres critican a otras por haber obtenido un mejor puesto o por ser exitosa y argumentan que eso se debe a su cuerpo no a su intelecto, dejando en claro que nuevamente el patriarcado se hace presente, pues por años los hombres han hecho creer que son menos aptas que ellos. “En este tipo de misoginia se critica la ropa, la forma de ser, la capacidad o hasta la belleza”, agregó.

Laura Gamboa considera que todas las mujeres tienen una gran responsabilidad, que es primero identificar que aplican este tipo de actitudes y luego tomar cartas en el asunto para eliminarlas. De igual modo, cree que al identificar estas acciones se puede reflexionar para determinar si esto favorece la solidaridad femenina.

También cree que es importante entender que todas las mujeres son diferentes y por tanto cada una tiene una femineidad muy singular, es decir, que no se puede a criticar a una mujer por no tener los mismos gustos, por no vestirse igual o por no actuar conforme lo dicta el Statu quo.




“Prefiero trabajar con hombres que con mujeres porque son problemáticas”, “La peor enemiga de una mujer es otra mujer”, “Mujeres juntas, ni difuntas”, estas son solo algunas frases de la misoginia interiorizada, que es una forma machista en la que siguen actuando y pensando algunas mujeres.

En entrevista con este medio, Ana Laura Gamboa, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría de la IBERO Puebla, explicó que la misoginia interiorizada se da tanto en hombres como mujeres, pero si las mujeres lo aplican, pese a que son del sexo femenino, se debe a que el patriarcado desde su niñez les inculcó la normalización de denigrar a la mujer.


“El patriarcado es un sistema político, psicológico, cultural y hasta económico, esto lo resalto porque en muchas ocasiones cuando se habla de estos temas podríamos estarlo confundiendo con acciones machistas o misóginas. El machismo es una consecuencia del patriarcado y una herramienta de control de las mujeres, a partir de esto se busca el poder y una relación opresiva, de ahí nace el machismo interiorizado en algunas mujeres”, explicó.

La misoginia interiorizada se empieza a crear desde que las mujeres son niñas, pues la sociedad, medios de comunicación y su entorno les enseña que las demás mujeres son enemigas, incluso que las que no se casan, las que se juntan con muchos hombres, las que salen de fiesta, las que no se visten de manera “decente” son “malas mujeres”, cuando esto es solo una ideología errónea.

“Existe una trampa del patriarcado en la que a las mujeres se nos ha enseñado a partir de este sistema patriarcal que las otras mujeres son competencia o que debemos de tenerles envidia y, por tanto, la critica y la mirada de esta feminidad es una mirada de odio, seguimos dividiendo al decir que existen buenas y malas mujeres”, comentó.

Otra forma de aplicar la misoginia interiorizada es cuando una mujer cree que es superior por hacer sentir menos a otra mujer, esto nuevamente lo hacen algunas mujeres porque el patriarcado enseñó que las mujeres son inferiores y, por tanto, algunas creen que es algo normal, cuando no debería serlo.

Un ejemplo más es cuando las mismas mujeres critican a otras por haber obtenido un mejor puesto o por ser exitosa y argumentan que eso se debe a su cuerpo no a su intelecto, dejando en claro que nuevamente el patriarcado se hace presente, pues por años los hombres han hecho creer que son menos aptas que ellos. “En este tipo de misoginia se critica la ropa, la forma de ser, la capacidad o hasta la belleza”, agregó.

Laura Gamboa considera que todas las mujeres tienen una gran responsabilidad, que es primero identificar que aplican este tipo de actitudes y luego tomar cartas en el asunto para eliminarlas. De igual modo, cree que al identificar estas acciones se puede reflexionar para determinar si esto favorece la solidaridad femenina.

También cree que es importante entender que todas las mujeres son diferentes y por tanto cada una tiene una femineidad muy singular, es decir, que no se puede a criticar a una mujer por no tener los mismos gustos, por no vestirse igual o por no actuar conforme lo dicta el Statu quo.




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