Margarita y José Luis están orgullosos de ser trabajadores de limpia en el Ayuntamiento de Puebla a pesar de que para muchos de los capitalinos su labor pase desapercibida o no sea lo suficientemente valorada, compartieron a El Sol de Puebla en el marco del día del personal de limpieza, del barrendero y conserje, que se conmemora este 20 de octubre en México.
“Mi mamá siempre me decía, si quieres dinero trabaja, no importa en qué pero hazlo”, dijo el señor José Luis Duran Hernández de 58 años, quien hizo una pausa en sus tareas de limpia en la plazuela ubicada frente a la Iglesia de Dolores para conversar con este diario.
Con 19 años como naranjita en el Ayuntamiento de Puebla, el hombre de tez morena se dijo orgulloso de su trabajo porque le ha permitido tener una casa, vivir dignamente y le ayudó a solventar la manutención de su madre, quien falleció en mayo pasado.
“Fue difícil que me aceptaran porque en aquel tiempo había que ser recomendado, ya cuando metí mis dos cartas de recomendación del lote en donde lavaba y pulía coches me aceptaron, primero estuve en cuadrillas, ahí es más difícil el trabajo porque nos llevan a limpiar lugares con mucha basura”, narró.
José Luis es soltero y no tiene hijos, sin embargo combina su trabajo de naranjita con el de aseador de calzado en la CAPU algunos días de la semana “para tener un poco más de dinero”, ya que gana cinco mil pesos mensuales por su jornada en el Organismo Operador de los Servicios de Limpia.
Expresó que nunca ha sentido pena por ser hombre y naranjita, ya que su madre siempre le inculcó que las tareas de limpieza no son exclusivas de las mujeres, sino un buen hábito que todos deberían tener.
A propósito de esto último, dijo que la falta de cultura que tiene la ciudadanía es la que le dificulta sus labores, ya que a veces se encuentra con montoneras de basura en el espacio público que debe limpiar.
En lo anterior coincidió Margarita Osorio, a quien compartió que aunque el trabajo de las naranjitas pareciera cosa fácil, en realidad tiene su grado de complejidad para que quede bien hecho.
“Hay que barrer las banquetas pero también las canaletas para que no haya basura que tape las coladeras, también hay que ir quitando la basura que la gente deja amontonada en las esquinas o entre las plantas (…) cuando empecé una compañera me ayudó a agarrarle el modo, me enseñó a hacer la escoba de vara con la que barro porque esa es la que sirve para las calles”, dijo tras retirar envolturas de alimentos de un macetero ubicado en la 4 Oriente.
Margarita señaló que siente bien recompensada su labor cuando los comerciantes de la zona le agradecen por barrer la calle, aunque de vez en cuando la desanima el hecho de que deba limpiar en más de una ocasión el mismo sitio, ya que eso da cuenta de que a la gente no le importa que la ciudad luzca sin basura.
La mujer de 48 años y madre de tres hijos, manifestó que nunca ha pensado en dejar su trabajo, ya que desde hace 13 años le permite aportar al gasto familiar y a la educación de sus hijos, a quienes les ha podido solventar los gastos de la universidad.
“Mis hijos me dicen: que importante es tu trabajo mamá porque limpias la ciudad. Mi trabajo ha hecho que ellos mismos tengan ese hábito de la limpieza, de no tirar basura en las calles, porque se dan cuenta de lo cansado que es levantarla”.
Ambos empleados dijeron que el trabajo de limpieza en la Ciudad disminuyó porque no ha habido eventos públicos o masivos, en los que la gente dejaba gran cantidad de basura, aunque han tenido que adaptarse al uso de cubrebocas y limpieza constante de manos que exige la pandemia.