Porque mañana podrían ser ellos los que necesiten ayuda,cientos de poblanos gastaron un poco de su dinero para donar agua,alimentos, ropa y otros artículos, a quienes perdieron sus casas ypertenencias el martes pasado en el terremoto de 7.1 grados en laEscala de Richter.
Priscila Hernández junto con sus hijos, llevó al centro deacopio instalado por el Ayuntamiento de Puebla en el Zócalocapitalino, shampoo, jabones de baño, detergente y ropa en buenestado, pues aunque ella no sufrió graves daños en su vivienda nilesiones por el sismo, está consciente de que hay gente quesí.
“No, gracias a Dios nosotros estamos bien, mejor, y hay quecompartir aunque sea un poco de lo que tenemos, porque hay muchagente necesitada de apoyo”, expresó.
Doña Priscila confió en que aquello de lo que se desprendiórealmente llegue a quienes lo requieren y que nadie se aproveche desu esfuerzo y del de mucha gente.
Don César Libreros y su esposa también donaron varias botellasde agua, porque consideraron que es fundamental que la gente tengadel vital líquido y hacer más llevadera su amarga situación,“hay que ayudar a quienes desafortunadamente están en desgracia,hay que ser solidarios. Nosotros lo damos de buena fe y esperemosque llegue bien”, enfatizó.
Laura llegó preguntando qué hace falta para aportar, y es quereconoció que a tres días del temblor, quizá ya no sean urgentesalimentos sino otros productos, “porque yo he visto que muchagente está donando comida, incluso en la empresa en la que trabajoeso está donando, pero a lo mejor hacen falta medicamentos”,añadió.
Ella y su familia, explicó, prefieren no poner en duda laentrega de sus donaciones, pues si ponderaran esa posibilidad,agregó, nadie haría algo, “siempre está el temor de quelucren, es el riesgo, pero si no confiamos pues entonces nuncanadie donaría”, subrayó.
Carmen Villalba estuvo en el centro de acopio aparentemente conlas manos vacías, pero en realidad la donación de ella, de sufamilia y clientes, fue mayor que la de simplemente llevarvíveres, pues ofrecieron un vehículo para llevar los víveres yuna doctora que prestará gratuitamente su servicio el fin desemana.
Con la ayuda de todos los que acudieron y confiaron en sunegocio “Las manos del artesano” para entregarles productos, sufamilia logró llenar de mercancía un auto, “pero tenemos otrovacío, por eso venimos, para ofrecernos a llevar productos”,agregó.
Lo hacen, abundó, porque quieren asegurarse y dar la certeza aotras personas, de que lo que donaron llegará a quienes lonecesitan, “nosotros tenemos conocidos, llamamos y preguntamos sirealmente era cierto que necesitaban todas esas cosas, como dicenen las noticias y nos dijeron que sí, por eso vamos”,completó.
Ronnie, de apenas tres años de edad, se cansó pero caminó porel Zócalo de la Ciudad y entregó con sus propias manos una bolsade alimento para perros, él quiere mucho a su perro “Pipo” ycuando su mamá le dijo que podría haber otros perritos que notengan qué comer, aceptó la oferta de donar alimento.
Apenas puede hablar pero Jenny, su mamá, le compró la bolsa dealimento para enseñarle a ser noble y solidario.
Ricardo, Victoria y Dulce, son hermanos y fueron otros pequeñosque llegaron al centro de acopio a donar su trabajo, pues seintegraron con el equipo del Ayuntamiento para ayudar en la carga ydescarga de donaciones a las unidades y conductoresvoluntarios.
Ellos, fueron llevados por su mamá, pero es frecuente que antecualquier necesidad, donen y ellos, dicen, prefieren hacerlo enlugar de pasar largo rato frente a la televisión o las redessociales.